prevención de desastres

La Gestión preventiva del Riesgo ante los escenarios futuros de la Crisis Climática

Abril 16, 2023 4:24 am

Los desastres se hacen cada vez más comunes. Tanto que, gradualmente, los vamos haciendo parte de la rutina de cada año. En verano, sequías, olas de calor e incendios forestales; en invierno, intensas lluvias, deslaves, inundaciones y procesos de erosión. Mientras la Crisis Climática se acentúa y se incrementa, las anomalías climáticas se hacen más frecuentes, haciendo que los daños se hagan cada vez más grandes. Por esta razón, en este noveno artículo de SALVETERRA trataremos el tema de cómo enfrentar este reto en países como Costa Rica, donde además de los efectos del Cambio Climático, nos afectan los GeoRiesgos que también representan una fuente importante de desastre.

Escenarios futuros de Cambio Climático: el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) ha desarrollado desde hace varias décadas diferentes escenarios sobre el Cambio Climático. Se basa en una proyección de incremento de emisiones de gases de efecto invernadero, particularmente CO2 y el consecuente aumento de la temperatura de la atmósfera.

Hay escenarios con cambios leves hasta severos según lo que suceda con las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, existen diversas variables que pueden cambiar, como por ejemplo el papel de los océanos en la regulación climática o la eventual actividad de un volcán, de actividad muy violenta, que puede generar efectos incluso de alcance global.

No obstante, sobre la base de la tendencia de aumento de la temperatura de la atmósfera durante las últimas décadas, los escenarios futuros indican un aumento significativo de la temperatura y por tanto un incremento (en intensidad y frecuencia) de los efectos del Cambio Climático, en particular, con el desarrollo de anomalías climáticas, como tormentas tropicales y huracanes en zonas tropicales u olas de frío o sequías en regiones de latitudes más altas.

Los escenarios locales generados por las entidades meteorológicas de los diferentes países, permiten observar con mejor detalle los efectos del cambio climático en cada territorio; aunque los efectos de las anomalías climáticas no pueden visualizarse de forma tan clara, dado que se trata de fenómenos regionales que responden a condiciones atmosféricas particulares, como por ejemplo los fenómenos de la Niña o el Niño. En el caso de Costa Rica y Panamá, a esto se suma el movimiento de la Zona de Convergencia Intertropical.

En resumen, los escenarios de Cambio Climático se pueden traducir en mapas que reflejen donde se darán cambios significativos en la cantidad de lluvias por mes, o donde se podrían dar eventos de precipitación lluviosa intensa en determinados meses del año. También se pueden traducir en mapas de aumento de temperatura y disminución de la humedad, donde se podrían dar olas de calor y eventos de sequía. A partir de estos mapas es posible realizar gestión preventiva del riesgo.

Mapas de amenazas naturales: las ciencias geológicas nos muestran que en aproximadamente un 90 %, las áreas de mayor susceptibilidad a que se presente un evento de desastre pueden ser cartografiada e identificada en un mapa antes de que ocurra el evento. Este es el objetivo de elaborar mapas de amenazas naturales, los cuales, por lo general se separan por tipo de amenaza y se categorizan en cinco niveles desde muy baja a muy alta amenaza.

Los temas que se desarrollan en mapas de amenazas naturales pueden ser numerosos si el territorio en análisis está sujeto a efectos de GeoRiesgos (fuentes de amenaza asociados a fenómenos geológicos) o efectos del Cambio Climático. Los temas principales son los siguientes:

• Mapa neotectónico: muestra las estructuración geológica – neotectónica señalando las fallas geológicas regionales (activas) que sirven de límite de unidades tectónicas y fallas geológicas locales (activas o potencialmente activas) que pueden ser fuentes de sismicidad y potencial ruptura del terreno en superficie.

• Mapa de laderas inestables: indica la condición de susceptibilidad de las laderas al desarrollo de procesos erosivos y desprendimientos gravitacionales en masa (deslizamientos) según cinco categorías desde muy bajo a muy alto.

• Mapa de aceleración sísmica: expone la zonificación del territorio según la aceleración sísmica a que pueda estar expuesta según la sismicidad instrumental e histórica registrada. Se subdivide en cinco categorías de muy bajo a muy alto.

• Mapa de amenaza por eventos sísmicos: zonificación del territorio en estudio según su susceptibilidad sísmica respecto a la unidad geológica que conforma el subsuelo superior. Se subdivide en cinco categorías de muy bajo a muy alto.

• Mapa de aceleración sísmica por tipo de suelo: zonas en que se divide el territorio en estudio respecto al suelo que forma la corteza de meteorización de las unidades geológicas y su susceptibilidad a la aceleración sísmica producida por un evento local o regional. Se subdivide en cinco categorías de muy bajo a muy alto.

• Mapa de amenaza por inundaciones: muestra las zonas en que se divide el territorio en análisis según su susceptibilidad al desarrollo de eventos de inundación asociados a altas precipitaciones pluviales. Se subdivide en cinco categorías de muy bajo a muy alto.

• Mapa de amenaza por actividad volcánica: zonificación del territorio respecto a las zonas de amenaza vinculada a la presencia de centros volcánicos eruptivos activos y centros eruptivos dormidos.

• Mapa de amenaza por licuefacción y subsidencia diferencial: indica las zonas del territorio en estudio más susceptibles a la amenaza por licuefacción (originada principalmente por solicitaciones sísmicas), así como por subsidencia diferencial ante la aplicación de cargas. Se subdivide en cinco categorías de muy bajo a muy alto.

• Mapa de amenaza por Tsunami y ascenso relativo del nivel de mar: muestra las zonas costeras del territorio sujetas a un ascenso rápido y temporal del nivel del mar por el efecto de un Tsunami o bien un lento ascenso relativo del nivel del mar como consecuencia del Cambio Climático.

• Mapa de tendencia de la precipitación anual frente al Cambio Climático: establece las zonas donde por el incremento de la precipitación anual producida por efectos del Cambio Climático se generarían mayores efectos asociados como deslizamientos e inundaciones fluviales, así como zonas con decrecimiento de precipitación donde dichos efectos disminuirían.

• Mapa de amenaza por sequías y/o desertificación por Cambio Climático: señala las zonas del territorio que, por efectos del Cambio Climático, estarían sujetas a sequías o efectos de desertificación, donde también podrían darse olas de calor e incendios forestales.

Gestión preventiva del riesgo: corresponde con las acciones de prevención que se pueden desarrollar para evitar que un evento de desastre se magnifique y pueda provocar grandes daños en pérdida de vidas e infraestructura.

El ordenamiento y la planificación del territorio son claves para la gestión preventiva del riesgo, en particular si dicha cartografía se desarrolla a escala local para el uso de los gobiernos locales. Esto significa hacer cartografía a escala de 1:25.000 o de mayor detalle, preferentemente a 1:10.000 e ideal a 1:5.000.

El desarrollo de cartografía de amenazas naturales permite identificar las zonas más susceptibles al desarrollo de eventos, por efectos de GeoRiesgos o del Cambio Climático. De esta manera, si los territorios no están urbanizados todavía es posible definirlos como zonas especiales donde se limita el desarrollo urbano y de construcciones o, en su defecto, se establecen condicionamientos técnicos para que las construcciones que se puedan desarrollar de forma limitada cumplan estrictas medidas tecnológicas de prevención, según el tipo de amenaza a que están sujetos.

En el caso de que los territorios de alta y muy alta amenaza que ya estén urbanizados lo que procede es el establecimiento de límites para los nuevos desarrollos urbanos y los planes de renovación urbana, así como el desarrollo de acciones efectivas para el aumento de Resiliencia humana y de infraestructura. Dentro de este ámbito, la estrategia local, impulsada por los gobiernos locales, de educación sobre la gestión del riesgo, el desarrollo de planes de emergencia y la conformación de seguros paramétricos contra desastres son de gran importancia para aumentar la seguridad de las comunidades.

De igual forma, el desarrollo de un fondo especial contra desastres, como el que hemos planteado anteriormente, sería de gran utilidad para países como Costa Rica (ver: http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2021/7/28/ley-de-resiliencia-contra-desastres)
Aprender a convivir con el riesgo: países como Costa Rica, son multirriesgo, no solo por fuentes de amenaza asociados a GeoRiesgos, debido a su fuerte actividad sísmica, tectónica y volcánica, sino también por efectos del Cambio Climático. Ante esto, resulta de gran importancia cultural aprender a convivir con el riesgo y, por tanto, gestionarlo apropiadamente.

Mirar para otro lado o ignorar las fuentes de amenaza y el riesgo que representan no es lo correcto. Todo lo contrario, es indispensable conocer en detalle la fuente de la amenaza, su comportamiento, su potencial, así como la probabilidad de ocurrencia de un desastre. Solo de esta manera podemos ser más resilientes y podremos enfrentar de forma efectiva un evento de desastre. Al respecto, países como Japón que tienen una tradición milenaria en materia de gestión del riesgo tienen mucho que enseñarnos.

Mucho por hacer: delineamos aquí, entonces, los pasos estratégicos a seguir para empezar a desarrollar una eficiente y efectiva gestión preventiva del riesgo. Son muchas las tareas, pero todas son realizables, en particular, con el uso de modernas tecnologías informáticas. Mientras tanto, se hace indispensable cambiar nuestra cultura (y también nuestra Ley Nacional de Emergencias) para que la gestión del riesgo no solo se concentre en la atención del desastre. Tenemos que avanzar mucho más, y trabajar realmente en prevención.

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El riesgo de construir en el pie de monte del Valle Central de Costa Rica

Octubre 30, 2022 11:32 am

Desde hace más de 12 años se inició lo que hemos llamado un desequilibrado “pulso” entre los sectores inmobiliarios y constructivos del país, con algunos técnicos que tratamos que las áreas que se dediquen a construcción, sean sitios seguros y resilientes. Este pulso llevó a que, en el 2010, finalmente no se aprobara el Plan regional PRUGAM 2008 – 2030 y en su lugar, se trabajara con planes regionales diametralmente opuestos como el POTGAM y el Plan GAM 2013 – 2030, el cual fue declarado, recientemente, como inconstitucional por la Sala IV.

Este pulso aún no ha terminado. Mientras tanto, durante todo este tiempo, el desarrollo de construcciones de diverso tipo en las laderas de las montañas del Valle Central, ha continuado. Cada vez hay más y nuevas construcciones en lugares cada vez más altos, en las montañas del sur (Precordillera de Talamanca) y del norte (cordillera volcánica central).

Y no se trata de construcciones en precario, los cuales existen, sino también de construcciones de gran inversión cuya adquisición les cuesta a los compradores hipotecas de muchas decenas o cientos de miles de dólares con plazos de decenas de años. Se trata de deudas de toda una vida que se adquieren con la confianza de que la obra es “segura” que es “para siempre”. Algo que no es necesariamente cierto.

Por consideración a todas estas personas que han adquirido lotes y construcciones en todas estas zonas, se hace necesario explicar el riesgo que se adquiere por irse a vivir al pie de monte del Valle Central. Un asunto técnico que requiere una explicación llana que esperamos también sea de provecho para los ingenieros civiles y arquitectos que son los profesionales responsables de las construcciones en estas zonas de ladera.

Abanicos aluviales: se trata de cuerpos sedimentarios que se desarrollan en el pie de monte como producto de la acumulación de los materiales geológicos que se erosionan en la parte alta de la montaña y se acumulan en los sitios de cambio de pendiente. Tienen superficies de varios kilómetros cuadrados y se caracterizan porque presentan una pendiente menos pronunciada que las laderas rocosas de las montañas que los bordean.

Precisamente esa característica de relativa menor pendiente y el hecho de que presenten vistas importantes al valle, hace que los terrenos de los abanicos aluviales sean atractivos para el desarrollo inmobiliario y de construcciones.

En países tropicales como Costa Rica, tenemos dos tipos de abanicos aluviales. Los primeros, de tipo “torrencial” son lo que se observan al sur del Valle Central, como en Aserrí, Desamparados y Alajuelita. Están controlados por el desarrollo de lluvias intensas en la parte alta de la cuenca hidrográfica que producen crecidas de los ríos y arrastre de materiales rocosos que se acumulan en los cauces de los ríos de los abanicos aluviales y sus zonas aledañas. Cuando el nivel relativo del mar está en ascenso, como ocurre en la actualidad, estos abanicos se desarrollan más rápidamente dado que los sedimentos que provienen de la montaña se acumulan sobre el abanico existente.

El segundo tipo de abanico, se refiere a los abanicos de origen volcánico, como el que se encuentra bajo la Ciudad de Cartago y que se desarrolla principalmente, cuando el volcán Irazú está activo. El evento del flujo del río Reventado en 1964 es un ejemplo de la construcción de este abanico. Aunque estos flujos también se pueden producir como producto de la erosión del estratovolcán, ya sea por lluvias intensas, un terremoto o una combinación de los dos fenómenos.

Dada la abundancia de zonas de montaña que tiene el país y la cantidad de lluvias que se dan, existen muchos abanicos aluviales. En muchos casos, hay ciudades completas construidas sobre estos abanicos, y no solo en el Valle Central, sino también afuera de la GAM, como en el caso de Turrialba, San Isidro de Pérez Zeledón y Ciudad Quesada, entre otras.

Riesgo de las construcciones: los abanicos aluviales están caracterizados por la presencia de muchos cauces de ríos que bajan desde las montañas. Con la presencia de lluvias intensas, estos ríos son muy susceptibles a la inundación fluvial, al desarrollo de procesos muy erosivos y al paso de grandes torrentes con flujos de sedimentos que descienden hacia las partes bajas de los abanicos. Incluso esos cauces fluviales pueden tener cambios muy significativos en caso de que la cantidad de agua de lluvia sea muy alta.

La naturaleza siempre nos advierte del peligro. En el caso de los abanicos aluviales la presencia de grandes rocas de varias toneladas dispersas en el área del abanico y cerca de los cauces de los ríos, son un aviso de la energía que puede alcanzar un evento de erosión en un abanico.

Siendo así, todo el terreno de un abanico es una zona muy susceptible a la erosión y a la movilización de los materiales. Situación que se puede dar durante periodos de lluvias intensas como recientemente hemos visto que sucedió al sur del Valle Central, pero también por sismos fuertes o la combinación de los dos eventos (terremoto con suelos muy saturados).

El hecho de que se construya una casa cumpliendo el código sísmico sobre un abanico aluvial no significa que la casa sea completamente segura y resiliente. Aunque la construcción sea sismo resistente, sigue siendo susceptible a ser dañada por una fuerte inundación o en su defecto, un proceso de erosión importante, como un deslizamiento.

Por esta razón, las construcciones desarrolladas sobre los abanicos aluviales se encuentran en condición de riesgo y son susceptibles a ser dañadas por eventos de desastre.

Situación en el Valle Central de Costa Rica: para todos los que vivimos en la Gran Área Metropolitana (GAM) es evidente la cantidad de construcciones que se han desarrollado tanto en las laderas del sur como del norte del Valle Central. Cada vez son más. Con lo cual cada vez se hace más numerosa la cantidad de construcciones que se encuentran en alto y muy alto riesgo a los desastres.

Durante la noche, el paisaje nocturno del pie de monte del sur del Valle Central deja ver la forma de los abanicos aluviales puesta de manifiesto por las luces de las casas y que muestran con claridad la forma de abanico, en lugares como al sur de Desamparados, Alajuelita, Escazú y Santa Ana.

La condición de riesgo de estas construcciones se incrementa por el hecho de que tanto al norte como al sur del Valle Central se presentan extensas fallas geológicas activas capaces de producir fuertes eventos sísmicos locales.

Acciones a desarrollar: la cantidad de construcciones en situación de muy alto riesgo es abundante. Son tantas que los planes de reubicación no podrían ser desarrollados para cubrir la totalidad de las residencias involucradas. De allí que otras medidas son necesarias.

Como hemos indicado, se hace indispensable que las ciudades y los cantones citados cuenten con planes de ordenamiento territorial con la variable ambiental integrada y que, como parte de estos instrumentos, se genere una zonificación de uso del suelo que evite que nuevas construcciones se localicen en zonas de muy alto riesgo.

Para las construcciones existentes, es muy importante realizar toda una gestión de aumento de la resiliencia humana, por medio de educación para convivir con el riesgo y desarrollo de planes de emergencia locales; así como de resiliencia de infraestructura, con reforzamiento estructural cuando sea posible, así como la adquisición de seguros paramétricos contra desastres.

Es indispensable tomar estas y otros medidas, como la Ley de Resiliencia contra desastres que hemos propuesto y explicado previamente (http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2021/7/28/ley-de-resiliencia-contra-desastres), en el menor plazo posible. Ignorar la información técnica que sustenta el análisis de riesgo y no tomar medidas prontas, solo llevará a que las condiciones de riesgo se incrementen y que la población expuesta sea cada vez mayor, con las graves consecuencias que ello podría tener. Tienen la palabra nuestras autoridades.

Fuente de la imagen: https://geolodiaavila.com/2020/03/21/el-abanico-aluvial-de-candeleda-la-huella-de-una-montana-vaciada/

a.astorga.g@gmail.com

Planificación urbana y la des-planificación ambiental del territorio en Costa Rica

Uno de los mayores problemas ambientales que afecta a Costa Rica y a otros muchos países es la ausencia de una correcta y efectiva planificación estratégica, incluyendo como parte de esta, el ordenamiento y la planificación territorial.

Hemos señalado en nuestros escritos previos (ver: www.allan-astorga.com) que esta es la herramienta fundamental para combatir el Cambio Climático y el deterioro de la Ecosfera terrestre. Además, es vital para la sobrevivencia humana y para garantizar el progreso de su economía con una verdadera sustentabilidad ambiental.

Planificación urbana: este tema, por su parte, es un asunto completamente diferente. Aunque originalmente se planteó de una forma disímil, se convirtió en una forma humanamente egoísta y avariciosa de ordenar y planificar el territorio con fines depredadores por parte de la actividad inmobiliaria y constructiva. Es decir, un desarrollo sin sustentabilidad ambiental real.

En Costa Rica se hace planificación urbana desde hace más de medio siglo. Los resultados están a la vista.

Situación del país: en la Gran Área Metropolitana (GAM) se han urbanizado y se siguen urbanizando las laderas de las montañas del sur y de norte del Valle Central. Esto, a pesar de que se trata de zonas de graves riesgos geológicos (terremotos, laderas inestables, fallas geológicas activas) y susceptibles a graves efectos del Cambio Climático (deslizamientos, inundaciones y flujos sedimentarios).

Cuando se advirtió eso, hace más de 10 años, con los estudios del PRUGAM (Plan regional urbano de la GAM), la presión de los sectores inmobiliarios y de construcción llevó a que el INVU no aprobara el PRUGAM a pesar de que había obtenido la aprobación ambiental por parte de la SETENA.

Se generó así un gran daño a la población de la GAM. Todo para que los intereses del sector inmobiliario y de la construcción se mantuvieran con sus objetivos de siempre.

La misma situación ocurre en todo el país. Incluyendo las llamadas ciudades intermedias como San Isidro de Pérez Zeledón, Ciudad Quesada, Turrialba, Limón, Guápiles, Gran Puntarenas y Liberia. Y también en los centros urbanos más pequeños la situación es muy similar.

Solo en la GAM, para el año 2008, identificamos más de 1.000 zonas críticas de construcciones en condiciones de alto y muy alto riesgo. Lugares como La Trinidad de Moravia, la urbanización Valladolid en Desamparados y la misma Quebrada Lajas de Escazú, donde un deslizamiento y el desarrollo de un flujo provocó la muerte de 24 personas incluyendo a cuatro niños.

Algo que pudo haberse evitado si los intereses económicos no fueran la única prioridad de la planificación urbana.

Condición de riesgo: la situación de peligro ante desastres de las construcciones en la GAM se ha agravado aún más en la última década. Ya para el 2008 nuestros estudios señalaban que cerca del 25 – 30 % de todas las edificaciones se encontraban en esas condiciones de alto y muy alto riesgo. Algo que ha subido en al menos un 10 % más en últimos 14 años.

Las construcciones se han seguido desarrollando en sitios no aptos. Con la enorme gravedad de hacer que las personas adquieran costosas y eternas (y heredables) hipotecas para adquirir una casa cuya seguridad es muy dudosa y que, en el caso de un evento de desastre que la afecte, haciéndola inhabitable, tendrán que seguir pagando a los bancos.

Bancos que ya le han cancelado a los inmobiliarios y los constructores quienes no se considerarán, salvo en raras excepciones, responsables de los daños y las consecuencias de esos desastres. Una clara muestra de los verdaderos intereses de esos sectores.


Interés económico predominante: intereses que ahora, nuevamente, van a hacer retroceder al país más de 25 años, restaurando por completo la planificación urbana de alto interés económico y enterrando el avance que había dado el país en materia de ordenamiento ambiental del territorio.
A tal grado de extremo cinismo ha llegado la posición de quienes defienden esos retrógrados intereses económicos de los sectores inmobiliarios y de construcción que lograron engañar a los magistrados de la Sala Constitucional. Les dijeron la mentira de que no había planes reguladores debido a la existencia de la metodología para introducir de la variable ambiental en los planes reguladores, vigente desde el 2006.

Algo absolutamente falso, pues mientras que la SETENA otorgó más de 45 viabilidades ambientales desde el 2006 a sendos planes de ordenamiento territorial, el INVU solo logró aprobar 7 planes reguladores, cuatro de ellos generados por el PRUGAM para los cantones de Paraíso, Oreamuno, El Guarco y Cartago. La evidencia es contundente.

Desde que se publicó el Decreto Ejecutivo 32967 – MINAE y, especialmente, desde que se otorgó la viabilidad ambiental al PRUGAM, hemos dado una desigual lucha contra esos intereses económicos por mantener en vigencia el Ordenamiento Ambiental y la Planificación Territorial. Sin embargo, ahora parece que los sectores inmobiliarios y de construcción han ganado.

Un nuevo decreto ejecutivo será publicado para instaurar una metodología que sustituya la de los índices de Fragilidad Ambiental (IFA). Y aunque, en dicha metodología, se hable del tema ambiental y del Cambio Climático, la verdad es que se está restaurando, nuevamente, la simple planificación urbana para satisfacer los intereses de los inmobiliarios y los constructores. A este respecto llama mucho la atención el papel que ha jugado el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH) y no así, del Ministerio de Ambiente y Energía. Algo que nos debería llamar la atención de por dónde va el interés con esta metodología sustitutiva.

Tutela constitucional de protección del ambiente: la metodología sustitutiva es tan permisiva que, si los cráteres de los volcanes no fueran parques nacionales, posiblemente serían urbanizados.

La situación señalada deja en un lugar muy incómodo a los gobiernos locales y sus comunidades, sobre todo aquellos que tienen mayor conciencia por la protección del ambiente y los recursos naturales. Ahora, como sustituto de los reglamentos urbanos del INVU y que siguen la línea del “desarrollo urbano” a mansalva, tendrán planes reguladores al gusto de los intereses de los sectores inmobiliarios y de la construcción. Es decir, prácticamente se quedan sin alternativa, salvo que, por autonomía municipal, fijen sus propios lineamientos según lo permite la Ley de Planificación Urbana.

Los planes reguladores serán prácticamente impuestos, según una metodología de integración de la variable ambiental que, a todas luces, desprotege el ambiente y favorece un desarrollo urbano basado en la especulación inmobiliaria y el desarrollo indiscriminado de construcciones donde “exista más plusvalía” y, no necesariamente, menor fragilidad ambiental.

Sobre este asunto, el autor escribió, en noviembre del 2021, a todas las municipalidades del país para llamar la atención sobre lo que estaba sucediendo y explicando la gravedad que implica el cambiar la metodología de integración de la variable ambiental en los planes reguladores. Al respecto, es de gran importancia que los ciudadanos y sus gobiernos locales reflexionen sobre el futuro de su cantón o distrito y equiparen el derecho de la naturaleza al de las comunidades. No hacerlo representa sacrificar el futuro de su hogar común.

Decepcionante paradoja: llama poderosamente la atención que una administración de gobierno que se ha ufanado de ser protectora del ambiente venga ahora, precisamente, al final de su gestión ha lograr una acción tan decepcionante y desafortunada. Algo por lo cual será recordada para siempre, incluso por las generaciones futuras.

Y resulta paradójica en la medida de que, como hemos señalado insistentemente, la forma de salvar y ayudar a la vida de la Ecosfera terrestre y a luchar, de forma seria, contra el Cambio Climático, es el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio. Sin este proceso, debidamente bien realizado, no se va a lograr ralentizar o revertir el desastre que se aproxima.

Oportunidad de modernización total: pese a eso, y en medio del desastre, se abre una oportunidad de cambiar ese grosero error y cambiar todo el sistema imperante, para, no solo, reestablecer el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio de forma correcta, sino, también, para agilizar e impulsar el desarrollo socioeconómico sustentable de nuestro país. Se trata de un tema de gran visión y de inteligencia, características que, desafortunadamente, las autoridades que pronto se van, parecen tener una seria limitación.


Opinión: Perspectivas de desastres en Centroamérica y urgencia de medidas efectivas

Para este año 2021 se anuncia un nuevo periodo de tormentas tropicales y huracanes menos intenso que el 2020, pero sobre la media conocida. Se anuncia que hasta 12 fenómenos tropicales podrán afectar la región centroamericana. Una región que quedó fuertemente afectada por un intenso periodo de lluvias del año 2020 y en particular por los huracanas Eta e Iota y el “efecto en cascada” de los desastres que terminan afectando todo el sistema socioeconómico y ambiental.

El Cambio Climático no se manifiesta solamente con lluvias, sino, también, con sequías e incendios forestales, particularmente en el Corredor Seco Centroamericano que se extiende desde Chiapas en México hasta Guanacaste en Costa Rica y en Azuero en Panamá. La ONU ha anunciado que existe peligro de hambruna en las zonas rurales del norte de Centroamérica para los próximos meses. Hambruna desatada por los grandes daños de los huracanes Eta e Iota y por la sequía que se ha pronosticado.

Los efectos del cambio climático no solo representan lluvias y sequías, sino también la catalización de algunos GeoRiesgos como las inundaciones y avalanchas, así como los deslizamientos que provocan grandes daños a cosechas, caminos, casas y todo tipo de infraestructura (vial y de líneas vitales: electricidad, agua, alcantarillado). Infraestructura cuya acelerada periodicidad de afectación supera en mucho la capacidad de reponerla, por lo que al final todo se traduce en un retroceso socioeconómico, con un aumento de la pobreza y, consecuentemente, un incremento de la inmigración hacia Norteamérica.

Centroamérica, desde hace varios años fue calificada como una de las regiones del mundo más vulnerable a los efectos del Cambio Climático. Esto a pesar de que su contribución con emisiones de gases de efecto invernadero no supera ni el 0,5 % del total emitido por las actividades humanas. Y, por si fuera poco, la región presenta una condición geológica muy activa como consecuencia de que su origen se vincula directamente a un fuerte choque de placas tectónicas.

Como buen libro de texto geológico abierto y natural, la región centroamericana presenta todo el espectro de GeoRiesgos que se conocen: terremotos, volcanismo, fallas geológicas activas, deslizamientos, inundaciones y avalanchas, hundimientos y subsidencia, tsunamis en zonas costeras, entre otros. Ante esto, es evidente que urge tomar medidas efectivas, de corto, mediano y largo plazo. Medidas encaminadas a aplicar una correcta y efectiva gestión preventiva del riesgo y direccionada a reestablecer e incrementar la Resiliencia humana y de la infraestructura.

Acciones efectivas: en el marco del Sistema de Integración de Centroamérica y República Dominica (SICA), se siguen haciendo grandes esfuerzos por mejorar la información sobre amenazas y desastres en la región. A este respecto el apoyo de la NASA, en el contexto de la Declaración Conjunta SICA – NASA firmado en abril de 2019 ha servido con un efectivo catalizador para avanzar.

No obstante, todavía hay una enorme tarea por hacer. Uno de los mayores problemas que enfrentamos en la región es la ausencia de información detallada (escala 1:25.000 o menor). Información ambiental como cartografiado geológico, geomorfológico, neotectónico, hidrogeológico y de amenazas naturales y antrópicas, entre otras. Como hemos indicado en varias ocasiones en el caso de los georiesgos, los efectos del cambio climático e incluso de las amenazas antrópicas, casi todas (el 90 % al menos, son localizables en mapas de escala detallada). Esta información es vital para los casi 1.500 municipios que tiene la región del SICA, a fin de poder realizar una efectiva gestión preventiva del riesgo y en desarrollar estrategias locales de aumento de la resiliencia.

Sin una correcta localización de la fuente de amenaza, no es posible realizar una efectiva gestión del riesgo, con el establecimiento de medidas tecnológicas de aumento de la resiliencia de la infraestructura y la educación de las personas en temas clave, como el desarrollo de un adecuado plan de emergencia local. Este aspecto es determinante para salvar vidas ante eventos de desastre.

Condiciones de riesgo de zonas urbanas: Centroamérica, durante muchos años, ha liderado las tasas mundiales de migración del campo a la ciudad. Esto ha provocado que gran parte de la población de la región se encuentre concentrada en siete grandes áreas metropolitanas: Guatemala, San Salvador, San Pedro Sula, Tegucigalpa, Managua, San José y Panamá.

Varias de esas áreas metropolitanas se presentan en zonas geológicamente activas y de muy alta susceptibilidad a terremotos y actividad volcánica o, en su defecto, a efectos de inundaciones y zonas vulnerables a deslizamientos e, incluso, tsunamis como el caso de Ciudad Panamá.

En el caso de terremotos urbanos, los estudios probabilísticos de amenaza sísmica señalan que podría darse un evento de este tipo, durante esta década, en Ciudad Guatemala, San Salvador, Managua y la Gran Área Metropolitana de Costa Rica. Algo que resultaría sumamente serio dado que en todas estas ciudades se presenta un porcentaje alto de la población (entre el 30 – 60 %) en condiciones de laderas inestables y, por tanto, altamente susceptibles a deslizamientos detonados por terremotos.

A modo de ejemplo, solo en el área metropolitana de Costa Rica, los estudios ambientales coordinados por el autor indican que existen más de mil zonas urbanizadas (con áreas mayores a 1 hectárea) localizadas en sitios de alto y muy alto riesgo. Esto implica más del 30 % de la población del Valle Central de Costa Rica.

Por su parte, los estudios coordinados por el autor para la zona norte de Centroamérica indican que los porcentajes de población en alto y muy alto riesgo son mucho mayores (Tegucigalpa: 50 %, San Pedro Sula: 55 %, San Salvador: 40 % y Guatemala: 60 %), existiendo un claro vínculo entre las zonas urbanizadas más pobres con las más hacinadas y mas vulnerables.

Estos resultados dejan ver que la estrategia de traslado de población no resulta útil, salvo casos de peligro inminente. No resulta lógico cuando la población en riesgo es tan alta. De allí la importancia de establecer el desarrollo de medidas tecnológicas de resiliencia, tanto para la infraestructura existente como la nueva; incluyendo un efectivo, barato y masivo sistema de seguro contra desastres.

Costos de los desastres: los desastres vinculados a los efectos del Cambio Climático tienen una frecuencia anual en Centroamérica, pero con el agravante de que la extensión de los daños y su costo se incrementa rápidamente cada año. Cada vez son más costosos y ya compiten con el porcentaje de crecimiento de la economía de los países. Algo que en la práctica estanca el desarrollo.

Pero hay otros desastres que pueden ser devastadores, como un gran terremoto o una fuerte actividad volcánica en una zona urbana. Las economías de los países de Centroamérica no están preparadas para un evento de esa naturaleza que, desafortunadamente, si puede suceder.

Por esa razón, urge acelerar el proceso de toma de acciones concretas de corto, mediano y largo plazo, entre las que se debe incluir el contar con una detallada información cartográfica de gestión preventiva del riesgo que permita cuantificar mejor la situación y establecer acciones de resiliencia. Esto no solo en un ámbito regional, sino también local, para las grandes áreas metropolitanas y también las ciudades intermedias y, gradualmente, para todos los municipios de la región.

La educación ambiental debe cumplir la filosofía de comprender y gestionar el riesgo. A ello se debe sumar el desarrollo de efectivos seguros contra desastres, seguros paramétricos y un fuerte reaseguro regional contra desastres para minimizar la gran vulnerabilidad que tiene nuestra región centroamericana. Todo esto es posible y por ello urge seguir avanzando en esa dirección. Solo así podremos tener una verdadera resiliencia humana y de infraestructura contra desastres.

Conviviendo con el riesgo

Cada año la historia de las pérdidas de vidas y de bienes materiales así como obras de infraestructura vial se repite. Los eventos casi siempre son los mismos: se dan lluvias intensas y, como consecuencia de ello, se dan inundaciones y deslizamientos que provocan muchos daños, no solo en la GAM, sino también a lo largo de todo el país.

 

La causa original de esa situación encuentra la explicación en el hecho de que nuestro país es un territorio geológicamente muy activo, es decir, se presenta mucho relieve y formaciones geológicas inestables que, combinados con el hecho de que nos encontramos en una zona tropical, sujeta a muchos eventos hidrometeorológicos, da como resultado los desastres que cada año se repiten en todo el país.

 

Está demostrado, científicamente, que la mayoría de esos eventos naturales, aunque no se pueden evitar, en su gran mayoría si se pueden indicar como zonas de alta y muy alta amenaza en mapas de escala detallada. De forma tal que es posible evitar que las construcciones se desarrollen en esas zonas ya identificadas. Esto es una tarea de la Gestión Preventiva del Riesgo, tal y como lo establece nuestra Legislación.

 

En Costa Rica, desde el 2006, se cuenta con una metodología de zonificación ambiental (Decreto 32967 – MINAE) que, entre otras cosas, permite identificar las zonas de alta y muy alta amenaza. Esta metodología (los IFA) se ha aplicado en una importante cantidad de cantones del país, entre ellos los 31 cantones de la GAM.

 

En el caso de la GAM se generó cartografía a escala 1:10.000, una escala apropiada para la elaboración de planes reguladores de los 31 cantones de la GAM.  La misma puede ser consultada en la página electrónica: www.mivah.go.cr como los “productos del PRUGAM”.

 

Pero la información de los IFA de la GAM y de otras regiones del país, no solo permiten reconocer esas zonas de alta y muy alta amenaza (a inundaciones, deslizamientos, fallas geológicas, etc.), sino también han permitido identificar donde se presentan construcciones dentro de esas zonas, es decir, construcciones en condición de Alto y Muy Alto Riesgo.

 

Un ejemplo concreto de esto lo representa la cartografía de IFA Amenazas Naturales que se realizó para el cantón de Escazú. Es fácilmente comprobable el hecho de que el área afectada por una avalancha en Quebrada Lajas de Escazú, donde murieron 23 personas en noviembre del 2010, ya se había identificado e informado a la Municipalidad desde el año 2006. Desde ese año se le había indicado a la Municipalidad la importancia de que los pobladores de esa zona de muy alto riesgo fueran informados de su situación y que contaran con un plan de emergencia en caso de un evento. Desafortunadamente, nunca se hizo nada.

 

Los datos de los estudios del PRUGAM, realizados en el 2008, indicaban que ya para ese año cerca del 20% de la población de la GAM (aproximadamente 500.000 personas o 100.000 familias) vivían en construcciones localizadas en sitios de alto y muy alto riesgo. Casi 10 años después, y sin que se haya hecho mucho al respecto, es muy probable que esa porcentaje se haya elevado, con nuevas construcciones en esa condición.

 

Como se puede ver, es un tema muy delicado, en particular si se toma en cuenta que, además de las inundaciones y deslizamientos producidos durante periodos lluviosos, se puede sumar la posibilidad de la existencia de un terremoto que afecte el Valle Central. Algo que podría resultar muy dañino, para todas esas construcciones que se localizan en zonas de alto y muy alto riesgo.

 

Líneas de acción. La solución para esta seria situación en que se encuentra el país parte de dos líneas básicas.

 

La primera sería que las municipalidades de la GAM (y de otros cantones que tengan información de IFA Amenazas Naturales a escala apropiada: menor de 1:25.000) utilicen dichos datos para evitar que se desarrollen nuevas construcciones en sitios de alta y muy alta amenaza o que, en su defecto, las construcciones en cuestión contemplen diseños apropiados para disminuir su condición de riesgo, siempre que sea posible.

 

Es importante recalcar que esta tarea es indispensable, dado que, como ya se dijo, la cantidad de construcciones de alto y muy alto riesgo se sigue incrementando año con año, así como los daños que se producen. Al respecto, las municipalidades deben tomar una clara conciencia de actuar, no postergando el asunto a que se deben tomar acciones hasta que se cuente con planes reguladores aprobados. Lo más importante es considerar la información de zonificación ambiental existente y utilizarla como base para establecer Ordenanzas Municipales de Gestión del Riesgo, tal y como lo establece la Ley Planificación Urbana.

 

La segunda acción concreta tiene que ver con las construcciones que ya se encuentran en condiciones de alto y muy alto riesgo. Aquí también las municipalidades y las comisiones locales de emergencia juegan un papel importante en la tarea de establecer planes de prevención, de alerta temprana y de emergencia.  Pero esto no es suficiente. Dichas acciones deben acompañarse con un seguro de bajo costo, para desastres naturales.  De esta forma, los habitantes de estas zonas de alto y muy alto riesgo, en caso de ser afectados por un evento natural que les provoque daños a sus propiedades, podrían disponer de recursos para poder recuperarse, al menos en parte de su pérdida.

 

Considerando la cantidad de personas de solo la GAM, que se encuentran en condición de Alto y Muy Alto Riesgo a las amenazas naturales, existiría factibilidad para la creación de un seguro de este tipo, de manera que las personas afectadas puedan tener una base de inicio más sustentable que la que actualmente existe.

 

Finalmente, se impone una moratoria para nuevas construcciones en las partes altas de varias cuencas de ríos del Valle Central: la gran cantidad de agua que causa destrozos actualmente se debe a la impermeabilización de los suelos cuenca arriba de años atrás. 

 

Como se puede ver, aunque no podamos cambiar la condición de susceptibilidad que tiene nuestro país a las amenazas naturales, si podemos actuar con acciones muy concretas de Prevención del Riesgo, que permitan salvar vidas y mitigar los daños que cada año se siguen dando con una tendencia creciente. Ello sin hablar del costo económico que suponen estos daños recurrentes y la atención a los más vulnerables, cada vez más numerosos, por parte de un Estado con recursos cada vez más limitados.