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Límites planetarios y progreso humano

Recientemente, en Netflix se ha puesto a disposición del público un documental muy importante: “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta”. El documental resume los principales resultados obtenidos por el profesor sueco Johan Rockström, director adjunto del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, así como de un extenso grupo de colaboradores. Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. De allí que, tratando de mantener los datos aportados de la manera más pura, procuramos hacer una síntesis de los resultados y un análisis de los mismos desde nuestra perspectiva. Esto, con un objetivo meramente educativo, divulgativo y formativo.

Holoceno: se trata de un periodo geológico que se inició hace aproximadamente 10 mil años antes del presente. Es un periodo interglaciar que se inició desde el final de la última gran glaciación que tardó aproximadamente 8 mil años. Tiene una característica especial, pues fue un periodo establece, con variaciones de temperatura de más – menos un grado Celsius. Esto permitió el desarrollo de la agricultura en todo el planeta y con ello, el desarrollo de las diferentes civilizaciones. Durante todo este tiempo la humanidad floreció y se desarrolló, siempre con una población cuyo efecto ambiental neto en la Ecosfera terrestre fue de baja significancia. Hay concordancia científica de que el Holoceno finaliza cerca del año 1.800 DC, cuando comienza el Antropoceno.

Antropoceno: se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.

Los estudios de Rockström y sus colaboradores han identificado nueve límites planetarios que permiten medir el grado de afectación que ha producido la humanidad en la Naturaleza hasta llevarla a un estado crítico. Como parte de esos indicadores de impacto, se han establecido tres zonas: segura (verde), de peligro (naranja) y de riesgo (roja). El estudio trató de fundamentar la cuantificación de los límites críticos (inferior y superior) en esos indicadores, aunque en algunos no fue posible todavía.

Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Desde el año 1.800 se ha incrementado, en promedio, 1,2° Celsius, de allí que se hable de un calentamiento global y de un cambio climático que se pone de manifiesto de muchas formas que ya casi todos conocemos: huracanes, tormentas, más lluvias, inundaciones y deslaves o, en su defecto, sequías extremas y grandes incendios. Los casquetes polares de agua dulce, particularmente de Groenlandia y la Antártica son claves para la estabilidad de la temperatura. Sin embargo, el aumento de temperatura está llevando, desde hace varias décadas a la fusión de sus hielos. Algo que, también, produce un ascenso relativo del nivel del mar. Se ha establecido un limite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. En mayo del 2021 alcanzamos la cifra de 417 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático. Algo que debería preocuparnos desde ahora.

Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Los efectos del cambio climático han hecho que la estación seca en la Amazonia se incremente 6 días por década. Si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.

Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. No es sencillo poner un límite debido a la cantidad de especies involucradas y sus características. No obstante, está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.

Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura.

Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares se ha incrementado notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.

Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.

Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.

Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.

Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártica y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.

Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.

Tendencia: las evidencias del desequilibrio de la Ecosfera terrestre se evidencian cada vez con mayor frecuencia: desastres climáticos, catastróficos incendios forestales, extensas sequías, extinción de especies, reducción de ecosistemas, blanqueo de corales y muerte de arrecifes coralinos, entre otros.

El mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.

La tendencia que se tiene requiere de un cambio rápido. Tanto es así, que el Profesor Rockström la compara con una situación grave de seguridad mundial, similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Señala que si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.

Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.

En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado (ver: www.allan-astorga.com), referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente. Cada día cuenta.

Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación.

Desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. Los estudios realizados por más de 20 años nos muestran que este es el correcto camino debido a que permite desarrollar progreso humano sustentable, basado cada vez más en una economía circular y sostenible, junto con la reducción de los límites planetarios, la restauración del sistema en zonas seguras y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Solo tenemos una oportunidad y debemos aprovecharla lo antes posible.

La disminución de emisiones no es suficiente para enfrentar el cambio climático y la crisis de la Ecosfera terrestre

En el marco de la COP 26 sobre Cambio Climático nuevamente se hace necesario levantar la voz sobre el rumbo equivocado que tiene la discusión global sobre el tema. Aunque la evidencia científica nos muestra una realidad clara y seria, en general, seguimos en la línea de considerar la lucha contra el Cambio Climático como una gestión que requiere tiempo (hasta finales del siglo) y que se fundamenta en una compleja y larga negociación para lograr metas de reducción de emisiones para las otras décadas. Estamos muy equivocados, si creemos que esa es la tarea principal.

Y como hemos señalado ya, no se trata de que desistamos de negociar para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente, CO2, con metas cada vez más exigentes y en menores plazos; empero, no podemos apostar solo por eso.

Metas de descarbonización: desde que se aprobó el Acuerdo de París en el 2015 lo señalamos. Las metas de descarbonización de la economía del planeta tienen plazos muy largos, de muchas décadas, hasta el final del siglo XXI. Algo que, como ex geólogo petrolero llama mucho la atención, pues parecen “coincidir” con los plazos para que las reservas mundiales de hidrocarburos (petróleo y gas natural) se agoten.

Es claro que descarbonizar una economía que tiene como base principal de su matriz energética la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) no es para nada fácil. Sobre todo, porque esa economía sigue siendo altamente competitiva, totalmente impregnada de estrategias comerciales entre los diferentes bloques y, además, altamente depredadora del ambiente y los recursos naturales.

Las negociaciones pueden seguir haciéndose y los compromisos parciales se van a seguir logrando. Las redes sociales y los medios de prensa nos comunicarán de vez en cuando, con cierta grandilocuencia, que cierto país rico asumió un gran compromiso de reducción de emisiones. Nos alegremos de la noticia y nos sentiremos satisfechos. Más, sin embargo, debemos reconocer que, respecto al tamaño del problema que enfrentamos, esas noticias son solo paliativos dentro de una tendencia negativa por la que vamos pasando sin notar que el tiempo del que disponemos es cada vez más corto.

Verdadero problema: y es que no es cierto, para nada, que tengamos todo el resto del siglo para lograr objetivos reales en la lucha contra el Cambio Climático. Eso es cierto, en la medida en que, con el tema del Cambio Climático, solo estamos viendo parte del problema y no la totalidad de este.
El verdadero problema es la crisis de vida que tiene la Ecosfera terrestre y del cual, el Cambio Climático es solo uno de los grandes problemas y, por “asuntos humanos”, el más conspicuo y, por tanto, al que se le da más divulgación.

En escritos previos hemos señalado los otros graves problemas que afectan la Ecosfera terrestre y que combinados nos llevan a concluir que se trata de una Crisis que requiere ser atendida de forma urgente.

Urge salvar los océanos: en primer lugar, se encuentran los océanos del mundo. La vida marina está en peligro.

La sobreexplotación pesquera, la contaminación con plásticos y microplásticos y con otras sustancias tiene a los océanos del mundo en una seria crisis de vida. Los océanos representan la fuente de alimento para más de la mitad de la población mundial y los estudios realizados por la ONU señalan que para dentro de pocas décadas ya no serán capaces de ser fuente de alimentos. Urge frenar la sobrepesca y la contaminación del mar.

Como si fuera poco, los océanos juegan un papel muy importancia en la captación del CO₂ que se emiten por la quema de combustibles fósiles. Sin la reducción que aportan los océanos, nuestra crisis climática sería muy crítica, incluso en estos momentos. Sin embargo, ese papel de los océanos como sumideros del CO₂ parece estar cambiando, precisamente por su degradación. La afectación de las grandes barreras de coral parece ser un indicador de este deterioro del océano como filtro y equilibrio de la contaminación atmosférica. Así, no considerar la variable de los océanos en la ecuación de la lucha contra el Cambio Climático, podría ser un grave error que ya estamos cometiendo.

Como vemos, a la lucha contra el Cambio Climático, se hace indispensable empezar a realizar acciones concretas para recuperar la calidad ambiental de los océanos. Ignorar esto y concentrarnos únicamente en reducir emisiones, como si no hubiera conexión entre los océanos y la atmósfera, no podría costar muy caro.
Dentro de este contexto, el aumento de las áreas protegidas marinas representa un esfuerzo positivo, más, sin embargo, hacerlo, no debe servir de mampara para que se siga dando sobrepesca y daños a las especies, como al tiburón.

Extinción masiva de especies: otro de los grandes problemas que caracteriza la Crisis de la vida de la Ecosfera terrestre tiene que ver con la acelerada extinción de especies. La vida se extingue con rapidez. Durante los últimos 40 años hemos perdido casi el 60 % de toda la biodiversidad. Con el agravante de que ese proceso se acelera cada día más. Nos estamos quedando solos, pues estamos aniquilando el resto de las especies. Aunque para algunos, con una visión egoístamente antropogénica, puede que esa circunstancia no sea importante. Pero, en realidad, si lo es. Los estudios científicos nos muestran que, con ecosistemas sanos, biodiversos y equilibrados, tendremos una mejor salud ambiental y por tanto menor posibilidad del desarrollo de pandemias originadas por ecosistemas en desequilibrio y degradados. Es claro que, en este tema lo hemos descuidado creyendo que la recuperación de los ecosistemas se logra como un subproducto de la lucha contra el Cambio Climático. En eso, también estamos muy equivocados.

La ralentización de la extinción de la biodiversidad de la Ecosfera terrestre solo podrá ser lograda, revirtiendo la degradación y destrucción de los ecosistemas. Para eso, además de proteger y salvaguardar los bosques tropicales ya existentes, necesitamos ampliarlos, en al menos, 250 millones de hectáreas. Ello, no solo para salvar la biodiversidad de la Ecosfera terrestre, sino también para ralentizar de forma efectiva, los efectos del Cambio Climático, por medio de la captura de carbono en madera y suelos.

Otros serios problemas: también hemos mencionado antes, como problemas adicionales de la degradación de la Ecosfera terrestre, la rápida degradación de los suelos de cultivo y la pérdida de acuíferos de agua dulce, ya sea por sequías asociadas al cambio climático o por contaminación. En los próximos años se va a seguir agravando el tema de la producción de alimentos agrícolas o la producción agropecuaria, tanto por deterioro de suelos, como por problemas de acceso al agua fresca. Además, la producción de carne para consumo sigue siendo una grave fuente de emisiones y una situación sumamente dramática e inhumana por los procesos que se siguen.

Aunque existen otros problemas adicionales, es claro comprender que atender únicamente el tema del Cambio Climático con una agenda de varias décadas es un gran error. Se requieren acciones concretas, directas y efectivas desde ahora. Y, como hemos señalado, se requieren implementar a una escala detallada, local, pero simultáneamente en todo el planeta. Tanto en continentes como océanos.

Principal error histórico: además del quemado de los hidrocarburos que, acumulativamente, han provocado el Cambio Climático, el otro gran error cometido, tiene que ver con los graves cambios que se han dado y, se siguen dando, en el uso del suelo. La sustitución de los bosques, selvas, humedales y paramos por zonas urbanas, cultivos y campos de explotación minera y petrolera, sin un correcto y efectivo ordenamiento y planificación territorial es la principal fuente del deterioro de la Ecosfera terrestre, junto con la sobreexplotación y contaminación de los océanos. Todo esto, intensificado durante los últimos 40 años, como producto de un exponencial crecimiento poblacional y, en particular del consumo, en los países más ricos.

Como hemos señalado, este severo daño producido todavía puede ser mitigado para que, en medio de la recuperación de grandes áreas de la Ecosfera terrestre, todavía podamos seguir sosteniendo las actividades productivas humanas y su progreso. Eso es posible, solamente si utilizamos un sistema inteligente y avanzado de Información Ambiental para el uso de la Ecosfera terrestre que realmente de sustentabilidad y recuperación ambiental. Es una tarea crucial y de urgencia primaria. Es algo que debimos empezar a hacer hace tiempo y cada día que pasa, significa un día más en que nos alejamos de empezar a realizar acciones concretas. Lujo que no deberíamos darnos.

Medidas: esas acciones concretas no va a ser posible lograrlas sin que los tomadores de decisiones de los países que conforman la ONU y, en particular, su Consejo de Seguridad, no convengan en su implementación. De nada sirven las alarmas mundiales si detrás de ellas no vienen las acciones concretas. Solo así, será posible iniciar el proceso de reversión de daños en la lucha por la recuperación del equilibrio ambiental de la Ecosfera terrestre.
Como vemos, seguir negociando cuotas de reducción de emisiones, no es para nada suficiente. Hasta cierto punto, más bien puede resultar contraproducente, pues impide que se reconozca el verdadero problema que es mucho más grande. Algo que resulta muy grave, pues la mayoría de la gente confía que en el marco de esas negociaciones y su lento progreso, está el avance de la lucha contra el Cambio Climático y de todos los otros problemas ambientales del planeta. Algo muy lejano de la realidad.

Es indispensable que todos cobremos conciencia del verdadero problema y presionemos a nuestras autoridades por asumir verdaderas acciones efectivas. Todos tenemos una tarea muy importante que hacer. Se trata de nuestra principal misión espacial: salvar la vida del planeta Tierra, incluyendo la vida humana.

Acciones concretas para salvar la Tierra

En el marco de la Conferencia de las Partes número 26 (COP26), dentro del contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que está programada para llevarse a cabo en Glasgow (Reino Unido) del 1 al 12 de noviembre del 2021, hacemos un aporte desde Costa Rica, un país líder y ejemplo en el mundo, respecto a la recuperación de bosques, suelos y ecosistemas. Una herramienta clave en la lucha contra la Crisis Climática.

Perspectiva: en medio de tantos problemas humanos, de todo tipo, muchos de nosotros nos olvidamos de las cosas más esenciales para nuestra vida, como el aire, el agua, los alimentos, la energía y, en general, de todos los recursos que necesitamos para vivir. Asumimos que, como siempre han estado allí, siempre seguirán existiendo y, por tanto, nuestros problemas rutinarios resultan más importantes que todo eso. Pasa en todo el mundo. Solo algunos, de vez en cuando, levantamos la voz para recordar que la realidad no es necesariamente como creemos y que, esa “seguridad” que creemos sentir requiere ser ganada con un gran esfuerzo.

Algunos han señalado, desde hace tiempo, que con este tema de la afectación que la humanidad ha infringido a la Naturaleza de nuestro planeta Tierra y su falta de conciencia sobre la magnitud de ese daño, nos encontramos como esa persona que se encuentra cayendo por un profundo precipicio y que, mientras cae, sin idea de lo que sucede, disfruta la brisa que le acaricia el rostro. A pesar de todo, esta imagen no parece alejarse mucho de nuestra realidad.

No es solo Cambio Climático: la situación de la Ecosfera planetaria sigue en franco deterioro. Como hemos señalado previamente (ver: allan-astorga.com) el problema de la Naturaleza, no solo tiene que ver con la Crisis Climática. Este es el más vistoso y el que resume mejor la responsabilidad de la humanidad en el daño que ha provocado. Pero, desafortunadamente, no es el único. La degradación de los suelos fértiles en todo el planeta no es solo efecto del Cambio Climático. Tampoco lo es la rápida y exponencial extinción de las especies de todo tipo que se ha acelerado enormemente durante las últimas cuatro décadas.

La pérdida de los bosques tropicales por degradación a causa de la deforestación tampoco es un efecto indirecto del cambio climático. La contaminación y sobreexplotación de los mares tampoco lo es. Como tampoco lo es, la degradación de los acuíferos de agua dulce continentales y que va a llevar a muchos países del mundo a tener severas crisis por escasez de agua.
Todos estos daños a la Naturaleza empezaron a tener significancia a partir de la industrialización de la economía cerca del año 1.800 con el inicio del denominado Antropoceno.

La Naturaleza y la vida que contiene, existen en nuestro planeta desde hace más de cuatro mil millones de años. Ha soportado muchas debacles, incluso varias grandes extinciones masivas, siendo la más potente de todas la del Pérmico que ocurrió hace 250 millones de años, a la que se le ha llamado la Gran Mortandad. Las últimas noticias científicas nos dicen que la actual extinción de especies, si sigue al ritmo que va, se convertirá en algo similar a esa catastrófica extinción del Pérmico, la peor de la historia de la vida en nuestro planeta. Como se verá, se trata de un asunto muy serio y no es del futuro, sino que ya está sucediendo y todos nosotros formamos parte de esa triste realidad.

Esfuerzos infructuosos: Durante los últimos 40 años, desde que se empezó a tener conciencia de los graves daños que le estábamos infringiendo a la Naturaleza se han hecho muchos esfuerzos para revertir esta situación.

Muchas reuniones, muchas discusiones, muchos acuerdos, muchas buenas intenciones, muchas políticas y lineamientos de acción; empero, la situación no ha mejorado, lejos de eso, la Naturaleza sigue perdiendo la vida y los recursos para sostenerla. Algo que resulta muy grave dado que esa vida y esos recursos son los que sostienen a la humanidad.

Aunque casi todos los esfuerzos realizados y en ejecución, para luchar contra el Cambio Climático, tienen buenos objetivos, los resultados concretos han sido infructuosos. Esa es nuestra realidad. La vida en el planeta se está extinguiendo frente a nuestros ojos y sigue en detrimento a un ritmo cada vez más acelerado.

La infructuosidad no se debe necesariamente a planes o políticas incorrectas, ni siquiera a las consecuencias de la economía que, inercialmente, sigue siendo altamente depredadora y, por tanto, el mayor motor del deterioro de la Naturaleza.
Como hemos indicado antes, el mayor fallo de las acciones tomadas tiene que ver con el hecho fundamental que pretenden acciones globales que no logran permear de forma efectiva con la escala local. Ni siquiera a escala de los países se logran alcanzar los objetivos. Un claro ejemplo de ello tiene que ver con el lento avance que se ha dado en los objetivos 2030 del Desarrollo Sostenible de la ONU.

De la retórica a la acción: hemos indicado antes que los daños producidos a la Naturaleza por la humanidad han ocurrido a la largo de más de dos siglos, con una población cada vez más creciente y de forma acumulativa y a escala local. Ha sido un proceso de deterioro puntual y lento, pero sistemático y creciente. Considerando esto, la respuesta lógica para poder empezar a tener incidencia efectiva en la lucha contra la Crisis Climática y el deterioro de la Ecosfera terrestre tiene que seguir el camino inverso. La Naturaleza nos muestra muchos ejemplos sobre ello.

Por eso, es indispensable empoderar a los miles de gobiernos locales de todo el planeta para que, mientras se mantenga el impulso al desarrollo y el progreso de las actividades humanas, también inicien la implementación de acciones concretas para recuperar la Naturaleza y promover una verdadera sustentabilidad ambiental.

Lo que marca la diferencia para que esta estrategia sea posible es la información ambiental inteligente sobre el territorio y su planificación estratégica de corto, mediano y largo plazo. La eficiente gestión ambiental del territorio, así como la del riesgo a desastres, son dos elementos clave para lograr el objetivo de ralentizar el Cambio Climático y el deterioro de la Ecosfera terrestre. No es un camino fácil, pues requiere del esfuerzo de todos y en todos los lugares, es decir, de acción puntal, pero multiplicativa y simultánea a escala global.

La información ambiental inteligente se basa en una serie de datos multivariable de escala detallada que permite que, tanto a nivel individual como colectivo en el marco de un gobierno local o de un terreno en particular, se puedan desarrollar acciones concretas de recuperación, restauración, uso sustentable y aprovechamiento eficiente de los recursos de la Naturaleza. Solo así será posible luchar de forma efectiva contra el Cambio Climático, ayudando a la Naturaleza y manteniendo o instaurando el progreso humano verdaderamente sustentable. Claro está que esta labor debe ir acompañada de todos los esfuerzos realizados para descarbonizar la economía y disminuir y controlar la contaminación a escala global.

Aunque una vez instaurado el proceso, es altamente probable que el mismo se sostenga así mismo, para iniciarlo se requiere de inversión económica. Como hemos señalado antes, es una tarea estratégica que tiene un costo económico pues significa la recuperación estratégica de al menos 250 millones de hectáreas de bosques y suelos en las regiones tropicales del mundo, incluyendo su biodiversidad como paso clave para frenar la extinción masiva de especies. Esto, junto con la recuperación de los océanos, es vital para la humanidad y su cambio de rol respecto a la Naturaleza del planeta Tierra.

Es indispensable, entonces, que exista un financiamiento de por lo menos 10 años, para la restauración de bosques, suelos y ecosistemas tropicales. Sin ese financiamiento no sería posible cumplir con el objetivo, que cumpliría una doble tarea, en la medida de que generaría una gran cantidad de empleo en los países tropicales que, por lo general, son países en vías de desarrollo y que son las áreas desde donde se produce una fuerte migración hacia los países ricos. Los estudios realizados bajo la coordinación del autor, en materia de planificación territorial y de recuperación de bosques, suelos y ecosistemas, durante los últimos años estiman que la inversión anual necesaria sería de cerca de US $ 750 mil millones. Un monto alto, pero que no es imposible de obtener, en particular por los importantes efectos que tiene a escala planetaria.

Contra el tiempo: el tiempo es nuestro principal enemigo. Los puntos de no retorno, no solo en materia de Cambio Climático, sino en otros temas igual de importantes como la rápida degradación de los océanos, de los suelos y de los ecosistemas tropicales y boreales, nos indican que el tiempo se nos acaba. El año 2030 parece resultar, a partir de diversos estudios, un umbral clave. Es como nuestro límite crítico. Necesitamos empezar a implementar acciones concretas lo antes posible.

Algunos escépticos consideran que no es posible lograr ralentizar los efectos del Cambio Climático y, en general, el deterioro de la vida en la Ecosfera terrestre debido a la economía depredadora, el alto consumo de los países ricos y del rápido crecimiento de la población humana. Sin embargo, es posible si, se sigue una estrategia diferente, la de gestionar a escala detallada y con criterio ambiental el territorio y sus recursos naturales. Se trata de corregir algo que no hicimos desde el principio por considerar, erróneamente, que los recursos eran casi infinitos e inagotables. Sin embargo, ahora tenemos la tecnología, el conocimiento y los medios para hacerlo.

Nuestro planeta Tierra y su Naturaleza, es mayoritariamente bondadoso y pletórico de riquezas. Pese a eso, ahora necesita nuestra ayuda. Los seres humanos que somos quienes hemos provocado su deterioro, somos los únicos que podemos revertir la situación. Todavía se puede hacer algo y es nuestro deber asumir nuestra responsabilidad individual y colectiva para trabajar en ese objetivo. Es nuestra principal misión espacial y todos, absolutamente todos, jugamos un papel importante en ella.

The amalgam that must unite Central America and Dominican Republic

On the celebration of the Bicentennial of the Independence of Central America, amid these dire times of the global pandemic by Sars Cov 2 and the economic crisis derived from it and added to this, the planetary Climate Crisis, it is essential to reiterate the new strategies for the sustainable development of the SICA region (Central America and the Dominican Republic).

Serious situation: the recent report of the State of the Region, as well as the harsh reality of the streets of Central American cities confirm it, there is increased poverty and even hunger in our region. The thousands of migrants moving north clearly reiterate this.

As we have already pointed out, our region has a very high social vulnerability and, in addition, a very high susceptibility to natural hazards caused by various types of geo-risks (earthquakes, volcanic eruptions, landslides, among others) and to the effects of the Climate Crisis. that are revealed day by day with droughts, forest fires, floods, and landslides.

Disasters occur cyclically and with increasing frequency. Their cumulative effect makes them have a great impact on the slowdown in the development of countries, which translates into greater poverty, unemployment, and migration, among many other effects.

It is a downward spiral that has accelerated very abruptly because of the many months of the Pandemic and the increasingly frequent disasters.

On the other hand, the differences between the different government authorities in the region, unfortunately, are not working as a catalyst for the regional union and the development of joint efforts to overcome the crisis that affects us.

On the contrary, these differences seem to grow more and more, to the point that there are already voices that speak about the ineffectiveness of the integration system. Something that, today less than ever, should be questioned. Today, above all things, a united Central America is required above any difference in political vision.

Potential: it is understandable that, in the midst of the deepest health, economic, educational and social crisis that the region has had during the last 200 years, voices are raised that chant “every man for himself”, as an alternative to promoting development Regional Central America and Dominican Republic. However, far from representing a solution, it would increase the already serious problems that affect us.

As we have previously indicated on this subject (www.allan-astorga.com),there is a real and concrete possibility of moving the region forward. Despite the differences that may exist between our countries and that some try to underline as a segregationist argument, there are much more elements that we have in common. Starting with the fact that (except for Panama and Belize) we shared the same "birth" as independent countries 200 years ago.

We have a common history and many common social and economic problems. Our roots are very similar and our development potential, to get ahead, is also very similar. The SICA region has a population of close to 60 million inhabitants. Its continental territory is 540 thousand square kilometers, and its marine territory is about one million km2.

It is a territory that is one and a half times larger than Japan and twice that of New Zealand, two regions geologically comparable to Central America. However, as we have indicated before, our region presents an enormous natural wealth that has not yet been fully explored. And it is not a question of deposits of hydrocarbons or precious metals such as gold and silver, or copper.

These are riches whose efficient and sustainable use is the key to changing the reality of the SICA region and promoting its sustainable development in the short, medium, and long term to transform it into the first developed region in Latin America.

Central America, in addition to being located in a strategic geographic position for world trade, has abundant groundwater resources housed in deep aquifers. Today idle or underutilized soils of very high fertility. A very important geothermal potential from very low to very high enthalpy. Its forests are home to about 10% of the planet's biodiversity. It has a huge geodiversity and a relevant archaeological and cultural history. In addition, it has an extensive heritage sea where it has great fishing resources, always managed sustainably.

The fundamental key to the process does not lie in getting the different central governments of the region to one day be able to agree on the development guidelines that will drive Central America. We have already 200 years of trying to do that, with very limited success. A complementary and alternative path is required.

Necessary amalgamation: the concrete and real path is to simultaneously promote the sustainable development of the almost 1,500 municipalities and local governments that make up the SICA region. That is the true amalgam that would unite the region towards development.

Regarding the objectives towards which to push all these municipalities, regardless of where they are located and whatever their history, they already exist they are the UN 2030 sustainable development objectives.

What must be contributed to these municipalities and local governments to direct them towards the fulfillment of these objectives is intelligent environmental information that allows them to change the course or, failing that, accelerate the process of sustainable progress in their territories and communities.

The solution to the problems of the municipalities of the region is not overcome with humanitarian aid, food and other supplies that are provided during crisis situations. Although useful for the moment, these aids are only palliative that do not solve the root problems. We occupy other things.

It is essential that municipalities have detailed intelligent environmental information on their territories, on their environmental zoning, on their geological potential, on their susceptibility to natural hazards, on their biological, agrological and resource potential in general.

It is essential to carry out preventive risk management to increase resilience and, above all, it is vital to do sustainable land use planning and planning. Only in this way will it be possible to turn the region into a source of investment for economic development projects and megaprojects in very diverse activities: industry, tourism, commerce, regenerative agroecology, sustainable agri-food fishing, geothermal energy, and high technology production.

Vision: our environmental studies in the SICA region show us with total clarity that, it is possible to promote sustainable human progress, while protecting nature, biodiversity, and the most sensitive ecosystems of the Terrestrial Ecosphere.

Central America and the Dominican Republic are formed as a tropical area where this can be demonstrated in practice, with concrete facts in such a way that it serves as an example to the world and, in particular, to Latin America,to show that there is a real alternative for development sustainable development of our region and all its people.

The true solution to the increasingly growing immigration problems from Central America to North America can only be achieved by solving the deepest problems that our region has in key issues such as: employment, health, education, and housing. And to solve these problems, progress, development, and investment are required and for this, it is essential that local governments and municipalities have detailed information to organize and plan sustainable development in their territories.

The technological means available would make it possible to achieve this objective of generating intelligent environmental information for all municipalities, almost simultaneously, in a short period of time of a maximum of two years. The only necessity is to start as soon as possible. It is our main and most important task.

La amalgama que debe unir a Centroamérica y República Dominicana (región del SICA)

Con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica, en medio de estos aciagos tiempos de Pandemia mundial por Sars Cov 2 y la crisis económica derivada de esta y, sumado a ello, la Crisis Climática planetaria, se hace indispensable retomar el tema y reiterar las nuevas estrategias para el desarrollo sustentable de la región del SICA (Centroamérica y República Dominicana).

Grave coyuntura: el reciente informe del Estado de la Región, así como la cruda realidad de las calles de las ciudades centroamericanas lo confirman, hay pobreza incrementada y hasta hambre en nuestra región.  Los miles de migrantes que se desplazan hacia el norte lo reiteran claramente.  

Como hemos señalado ya, nuestra región tiene una muy alta vulnerabilidad social y, además, una muy alta susceptibilidad a las amenazas naturales originadas por diversos tipos de geo riesgos (terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos, entre otros) y a los efectos de la Crisis Climática que se ponen de manifiesto día a día con sequías, incendios forestales, inundaciones, deslaves y deslizamientos.

Los desastres ocurren de forma cíclica y cada vez con mayor frecuencia.  Su efecto acumulativo hace que tengan una gran incidencia en la ralentización del desarrollo de los países, que se traduce en mayor pobreza, desempleo y migración, entre otros muchos efectos. Los puentes, los caminos, las edificaciones que con tanto esfuerzo se han hecho, se pierden en pocas horas durante un evento de desastre.

Se trata de una espiral descendente que se ha acelerado como producto de los cada vez más frecuentes desastres. Se incrementa así la pobreza agradaba por los efectos de la Pandemia.

Por otro lado, las diferencias entre las diferentes autoridades gubernamentales de la región, desafortunadamente, no están funcionando como catalizador de la unión regional y el desarrollo de esfuerzos mancomunados para salir adelante de la crisis que nos afecta.

Todo lo contrario, esas diferencias parecen crecer cada vez más, al punto de que ya hay voces que hablan sobre la inefectividad del sistema de integración. Algo que, hoy menos que nunca debería ser cuestionado. Hoy, por sobre todas las cosas, se requiere de una Centroamérica unida por encima de cualquier diferencia de visión política.

Potencial: es comprensible que, en medio de la más profunda crisis sanitaria, económica, educativa y social que ha tenido la región durante los últimos 40 años (al menos), se levanten voces que plantean el “sálvese quien pueda”, como una alternativa al impulso del desarrollo regional de Centroamérica y República Dominicana. Más, sin embargo, esa alternativa, lejos de representar una solución, acrecentaría los ya graves problemas que nos afectan.

Como hemos señalado previamente sobre este tema (www.allan-astorga.com), si hay posibilidad real y concreta de sacar a la región adelante. A pesar de las diferencias que puedan existir entre nuestros países y que, algunos tratan de subrayar como argumento segregacionista, son mucho más los elementos que tenemos en común. Comenzando por el hecho de que (salvo para Panamá y Belice) compartimos un mismo “nacimiento” como países independientes hace 200 años.

Tenemos una historia común y también muchos problemas sociales y económicos comunes. Nuestras raíces son muy equivalentes y nuestro potencial de desarrollo, para salir adelante, también es muy similar. La región del SICA, como un todo, tiene una población cercana a los 60 millones de habitantes. Su territorio continental es de 520 mil kilómetros cuadrados y su territorio marino es de cerca de un millón de Km2.

Se trata de un territorio que es una vez y media más grande que Japón y el doble de Nueva Zelanda, dos regiones comparables geológicamente con Centroamérica. No obstante, como hemos indicado antes, nuestra región presenta una enorme riqueza natural todavía no del todo debidamente explorada. Y no se trata de yacimientos de hidrocarburos o de metales preciosos como el oro y la plata, o el cobre.

Se trata de riquezas cuyo eficiente y sustentable aprovechamiento son la clave para cambiar la realidad de la región del SICA e impulsar su desarrollo sustentable de corto, mediano y largo plazo para transformarla en la primera región desarrollada de América Latina.

Centroamérica, además de ubicarse en una posición geográfica estratégica para el comercio mundial, cuenta con abundantes recursos de aguas subterráneas alojadas en acuíferos profundos. Suelos hoy ociosos o subutilizados de muy alta fertilidad. Un importantísimo potencial geotérmico de muy baja a muy alta entalpía. En sus bosques se alberga cerca del 10 % de la biodiversidad del planeta. Tiene una enorme geodiversidad y una relevante historia arqueológica y cultural. Además, tiene un extenso mar patrimonial donde que tiene grandes recursos pesqueros siempre que se los gestione sustentablemente.

La clave fundamental del proceso no se encuentra en lograr que los diferentes gobiernos centrales de la región logren, algún día, ponerse de acuerdo sobre los lineamientos de desarrollo que impulsen a Centroamérica y República Dominicana. Tenemos ya 200 años de tratar de hacer eso, con muy limitado éxito. Es claro que se requiere un camino complementario y alterno.

Amalgama necesaria: el camino concreto y real se encuentra en impulsar, de forma simultánea, el desarrollo sustentable de los casi 1.500 municipios y gobiernos locales que conforman la región del SICA. Ese si es la verdadera amalgama que uniría a la región hacia el desarrollo.

Respecto a los objetivos hacia donde impulsar a todos esos municipios, independientemente de donde se localicen y cual sea su historia, ya existen: se trata de los objetivos del desarrollo sostenible de la ONU 2030.

Lo que se debe aportar a esos municipios y gobiernos locales para dirigirlos hacia el cumplimiento de esos objetivos, es información ambiental inteligente que les permita cambiar el rumbo o, en su defecto, acelerar el proceso de progreso sustentable de sus territorios y sus comunidades.

La solución a los problemas de los municipios de la región, no se supera con ayudas humanitarias, alimentos y otros enseres que se aportan durante las situaciones de crisis. Aunque útiles para el momento, esas ayudas son solo paliativos que no solucionan los problemas de raíz. Ocupamos otras cosas.

Es indispensable que los municipios dispongan de una detallada información ambiental inteligente de sus territorios, sobre su zonificación ambiental, sobre su potencial geológico, sobre su susceptibilidad a las amenazas naturales, sobre su potencial biológico, agrológico y de recursos en general.

Es indispensable realizar gestión preventiva del riesgo para aumentar la resiliencia y, sobre todo, es vital hacer ordenamiento y planificación territorial sustentable. Solo así, será posible convertir a la región en una fuente de inversión de proyectos y megaproyectos de desarrollo económico en muy diversas actividades: industria, turismo, comercio, agroecología regenerativa, pesca agroalimentaria sustentable, geotermia y producción de alta tecnología.

Visión: nuestros estudios ambientales en la región del SICA nos muestran con total claridad que, si es posible impulsar el progreso humano sustentable, mientras se protege la naturaleza, la biodiversidad y los ecosistemas más sensibles de la Ecosfera Terrestre.

Centroamérica y República Dominicana se conforman como una zona tropical donde esto se puede demostrar en la práctica, con hechos concretos de forma tal que sirva de ejemplo al mundo y, en particular, a América Latina y el Caribe, de que si hay una verdadera alternativa para el desarrollo sustentable de nuestra región y toda su gente.

La verdadera solución a los cada vez más crecientes problemas de inmigración desde Centroamérica hacia Norteamérica, solo se podrá realizar, resolviendo los problemas más profundos que tiene nuestra región en temas clave como: empleo, salud, educación y vivienda. Y para solucionar esos problemas, se requiere de progreso, desarrollo e inversión y para ello, es indispensable que los gobiernos locales y los municipios dispongan de la información detallada para ordenar y planificar el desarrollo sustentable en sus territorios.

Los medios tecnológicos disponibles permitirían lograr ese objetivo de generar información ambiental inteligente para todos los municipios, casi de forma simultánea, en un periodo de tiempo breve de máximos dos años. Solo se requiere empezar lo antes posible. Es nuestra principal y más importante tarea.