Recientemente, en Netflix se ha puesto a disposición del público un documental muy importante: “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta”. El documental resume los principales resultados obtenidos por el profesor sueco Johan Rockström, director adjunto del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, así como de un extenso grupo de colaboradores. Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. De allí que, tratando de mantener los datos aportados de la manera más pura, procuramos hacer una síntesis de los resultados y un análisis de los mismos desde nuestra perspectiva. Esto, con un objetivo meramente educativo, divulgativo y formativo.
Holoceno: se trata de un periodo geológico que se inició hace aproximadamente 10 mil años antes del presente. Es un periodo interglaciar que se inició desde el final de la última gran glaciación que tardó aproximadamente 8 mil años. Tiene una característica especial, pues fue un periodo establece, con variaciones de temperatura de más – menos un grado Celsius. Esto permitió el desarrollo de la agricultura en todo el planeta y con ello, el desarrollo de las diferentes civilizaciones. Durante todo este tiempo la humanidad floreció y se desarrolló, siempre con una población cuyo efecto ambiental neto en la Ecosfera terrestre fue de baja significancia. Hay concordancia científica de que el Holoceno finaliza cerca del año 1.800 DC, cuando comienza el Antropoceno.
Antropoceno: se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.
Los estudios de Rockström y sus colaboradores han identificado nueve límites planetarios que permiten medir el grado de afectación que ha producido la humanidad en la Naturaleza hasta llevarla a un estado crítico. Como parte de esos indicadores de impacto, se han establecido tres zonas: segura (verde), de peligro (naranja) y de riesgo (roja). El estudio trató de fundamentar la cuantificación de los límites críticos (inferior y superior) en esos indicadores, aunque en algunos no fue posible todavía.
Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Desde el año 1.800 se ha incrementado, en promedio, 1,2° Celsius, de allí que se hable de un calentamiento global y de un cambio climático que se pone de manifiesto de muchas formas que ya casi todos conocemos: huracanes, tormentas, más lluvias, inundaciones y deslaves o, en su defecto, sequías extremas y grandes incendios. Los casquetes polares de agua dulce, particularmente de Groenlandia y la Antártica son claves para la estabilidad de la temperatura. Sin embargo, el aumento de temperatura está llevando, desde hace varias décadas a la fusión de sus hielos. Algo que, también, produce un ascenso relativo del nivel del mar. Se ha establecido un limite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. En mayo del 2021 alcanzamos la cifra de 417 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático. Algo que debería preocuparnos desde ahora.
Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Los efectos del cambio climático han hecho que la estación seca en la Amazonia se incremente 6 días por década. Si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.
Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. No es sencillo poner un límite debido a la cantidad de especies involucradas y sus características. No obstante, está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.
Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura.
Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares se ha incrementado notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.
Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.
Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.
Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.
Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártica y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.
Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.
Tendencia: las evidencias del desequilibrio de la Ecosfera terrestre se evidencian cada vez con mayor frecuencia: desastres climáticos, catastróficos incendios forestales, extensas sequías, extinción de especies, reducción de ecosistemas, blanqueo de corales y muerte de arrecifes coralinos, entre otros.
El mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.
La tendencia que se tiene requiere de un cambio rápido. Tanto es así, que el Profesor Rockström la compara con una situación grave de seguridad mundial, similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Señala que si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.
Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.
En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado (ver: www.allan-astorga.com), referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente. Cada día cuenta.
Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación.
Desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. Los estudios realizados por más de 20 años nos muestran que este es el correcto camino debido a que permite desarrollar progreso humano sustentable, basado cada vez más en una economía circular y sostenible, junto con la reducción de los límites planetarios, la restauración del sistema en zonas seguras y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Solo tenemos una oportunidad y debemos aprovecharla lo antes posible.