sustentabilidad

Acciones concretas para salvar la Tierra

En el marco de la Conferencia de las Partes número 26 (COP26), dentro del contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que está programada para llevarse a cabo en Glasgow (Reino Unido) del 1 al 12 de noviembre del 2021, hacemos un aporte desde Costa Rica, un país líder y ejemplo en el mundo, respecto a la recuperación de bosques, suelos y ecosistemas. Una herramienta clave en la lucha contra la Crisis Climática.

Perspectiva: en medio de tantos problemas humanos, de todo tipo, muchos de nosotros nos olvidamos de las cosas más esenciales para nuestra vida, como el aire, el agua, los alimentos, la energía y, en general, de todos los recursos que necesitamos para vivir. Asumimos que, como siempre han estado allí, siempre seguirán existiendo y, por tanto, nuestros problemas rutinarios resultan más importantes que todo eso. Pasa en todo el mundo. Solo algunos, de vez en cuando, levantamos la voz para recordar que la realidad no es necesariamente como creemos y que, esa “seguridad” que creemos sentir requiere ser ganada con un gran esfuerzo.

Algunos han señalado, desde hace tiempo, que con este tema de la afectación que la humanidad ha infringido a la Naturaleza de nuestro planeta Tierra y su falta de conciencia sobre la magnitud de ese daño, nos encontramos como esa persona que se encuentra cayendo por un profundo precipicio y que, mientras cae, sin idea de lo que sucede, disfruta la brisa que le acaricia el rostro. A pesar de todo, esta imagen no parece alejarse mucho de nuestra realidad.

No es solo Cambio Climático: la situación de la Ecosfera planetaria sigue en franco deterioro. Como hemos señalado previamente (ver: allan-astorga.com) el problema de la Naturaleza, no solo tiene que ver con la Crisis Climática. Este es el más vistoso y el que resume mejor la responsabilidad de la humanidad en el daño que ha provocado. Pero, desafortunadamente, no es el único. La degradación de los suelos fértiles en todo el planeta no es solo efecto del Cambio Climático. Tampoco lo es la rápida y exponencial extinción de las especies de todo tipo que se ha acelerado enormemente durante las últimas cuatro décadas.

La pérdida de los bosques tropicales por degradación a causa de la deforestación tampoco es un efecto indirecto del cambio climático. La contaminación y sobreexplotación de los mares tampoco lo es. Como tampoco lo es, la degradación de los acuíferos de agua dulce continentales y que va a llevar a muchos países del mundo a tener severas crisis por escasez de agua.
Todos estos daños a la Naturaleza empezaron a tener significancia a partir de la industrialización de la economía cerca del año 1.800 con el inicio del denominado Antropoceno.

La Naturaleza y la vida que contiene, existen en nuestro planeta desde hace más de cuatro mil millones de años. Ha soportado muchas debacles, incluso varias grandes extinciones masivas, siendo la más potente de todas la del Pérmico que ocurrió hace 250 millones de años, a la que se le ha llamado la Gran Mortandad. Las últimas noticias científicas nos dicen que la actual extinción de especies, si sigue al ritmo que va, se convertirá en algo similar a esa catastrófica extinción del Pérmico, la peor de la historia de la vida en nuestro planeta. Como se verá, se trata de un asunto muy serio y no es del futuro, sino que ya está sucediendo y todos nosotros formamos parte de esa triste realidad.

Esfuerzos infructuosos: Durante los últimos 40 años, desde que se empezó a tener conciencia de los graves daños que le estábamos infringiendo a la Naturaleza se han hecho muchos esfuerzos para revertir esta situación.

Muchas reuniones, muchas discusiones, muchos acuerdos, muchas buenas intenciones, muchas políticas y lineamientos de acción; empero, la situación no ha mejorado, lejos de eso, la Naturaleza sigue perdiendo la vida y los recursos para sostenerla. Algo que resulta muy grave dado que esa vida y esos recursos son los que sostienen a la humanidad.

Aunque casi todos los esfuerzos realizados y en ejecución, para luchar contra el Cambio Climático, tienen buenos objetivos, los resultados concretos han sido infructuosos. Esa es nuestra realidad. La vida en el planeta se está extinguiendo frente a nuestros ojos y sigue en detrimento a un ritmo cada vez más acelerado.

La infructuosidad no se debe necesariamente a planes o políticas incorrectas, ni siquiera a las consecuencias de la economía que, inercialmente, sigue siendo altamente depredadora y, por tanto, el mayor motor del deterioro de la Naturaleza.
Como hemos indicado antes, el mayor fallo de las acciones tomadas tiene que ver con el hecho fundamental que pretenden acciones globales que no logran permear de forma efectiva con la escala local. Ni siquiera a escala de los países se logran alcanzar los objetivos. Un claro ejemplo de ello tiene que ver con el lento avance que se ha dado en los objetivos 2030 del Desarrollo Sostenible de la ONU.

De la retórica a la acción: hemos indicado antes que los daños producidos a la Naturaleza por la humanidad han ocurrido a la largo de más de dos siglos, con una población cada vez más creciente y de forma acumulativa y a escala local. Ha sido un proceso de deterioro puntual y lento, pero sistemático y creciente. Considerando esto, la respuesta lógica para poder empezar a tener incidencia efectiva en la lucha contra la Crisis Climática y el deterioro de la Ecosfera terrestre tiene que seguir el camino inverso. La Naturaleza nos muestra muchos ejemplos sobre ello.

Por eso, es indispensable empoderar a los miles de gobiernos locales de todo el planeta para que, mientras se mantenga el impulso al desarrollo y el progreso de las actividades humanas, también inicien la implementación de acciones concretas para recuperar la Naturaleza y promover una verdadera sustentabilidad ambiental.

Lo que marca la diferencia para que esta estrategia sea posible es la información ambiental inteligente sobre el territorio y su planificación estratégica de corto, mediano y largo plazo. La eficiente gestión ambiental del territorio, así como la del riesgo a desastres, son dos elementos clave para lograr el objetivo de ralentizar el Cambio Climático y el deterioro de la Ecosfera terrestre. No es un camino fácil, pues requiere del esfuerzo de todos y en todos los lugares, es decir, de acción puntal, pero multiplicativa y simultánea a escala global.

La información ambiental inteligente se basa en una serie de datos multivariable de escala detallada que permite que, tanto a nivel individual como colectivo en el marco de un gobierno local o de un terreno en particular, se puedan desarrollar acciones concretas de recuperación, restauración, uso sustentable y aprovechamiento eficiente de los recursos de la Naturaleza. Solo así será posible luchar de forma efectiva contra el Cambio Climático, ayudando a la Naturaleza y manteniendo o instaurando el progreso humano verdaderamente sustentable. Claro está que esta labor debe ir acompañada de todos los esfuerzos realizados para descarbonizar la economía y disminuir y controlar la contaminación a escala global.

Aunque una vez instaurado el proceso, es altamente probable que el mismo se sostenga así mismo, para iniciarlo se requiere de inversión económica. Como hemos señalado antes, es una tarea estratégica que tiene un costo económico pues significa la recuperación estratégica de al menos 250 millones de hectáreas de bosques y suelos en las regiones tropicales del mundo, incluyendo su biodiversidad como paso clave para frenar la extinción masiva de especies. Esto, junto con la recuperación de los océanos, es vital para la humanidad y su cambio de rol respecto a la Naturaleza del planeta Tierra.

Es indispensable, entonces, que exista un financiamiento de por lo menos 10 años, para la restauración de bosques, suelos y ecosistemas tropicales. Sin ese financiamiento no sería posible cumplir con el objetivo, que cumpliría una doble tarea, en la medida de que generaría una gran cantidad de empleo en los países tropicales que, por lo general, son países en vías de desarrollo y que son las áreas desde donde se produce una fuerte migración hacia los países ricos. Los estudios realizados bajo la coordinación del autor, en materia de planificación territorial y de recuperación de bosques, suelos y ecosistemas, durante los últimos años estiman que la inversión anual necesaria sería de cerca de US $ 750 mil millones. Un monto alto, pero que no es imposible de obtener, en particular por los importantes efectos que tiene a escala planetaria.

Contra el tiempo: el tiempo es nuestro principal enemigo. Los puntos de no retorno, no solo en materia de Cambio Climático, sino en otros temas igual de importantes como la rápida degradación de los océanos, de los suelos y de los ecosistemas tropicales y boreales, nos indican que el tiempo se nos acaba. El año 2030 parece resultar, a partir de diversos estudios, un umbral clave. Es como nuestro límite crítico. Necesitamos empezar a implementar acciones concretas lo antes posible.

Algunos escépticos consideran que no es posible lograr ralentizar los efectos del Cambio Climático y, en general, el deterioro de la vida en la Ecosfera terrestre debido a la economía depredadora, el alto consumo de los países ricos y del rápido crecimiento de la población humana. Sin embargo, es posible si, se sigue una estrategia diferente, la de gestionar a escala detallada y con criterio ambiental el territorio y sus recursos naturales. Se trata de corregir algo que no hicimos desde el principio por considerar, erróneamente, que los recursos eran casi infinitos e inagotables. Sin embargo, ahora tenemos la tecnología, el conocimiento y los medios para hacerlo.

Nuestro planeta Tierra y su Naturaleza, es mayoritariamente bondadoso y pletórico de riquezas. Pese a eso, ahora necesita nuestra ayuda. Los seres humanos que somos quienes hemos provocado su deterioro, somos los únicos que podemos revertir la situación. Todavía se puede hacer algo y es nuestro deber asumir nuestra responsabilidad individual y colectiva para trabajar en ese objetivo. Es nuestra principal misión espacial y todos, absolutamente todos, jugamos un papel importante en ella.

Sacrificio ambiental que beneficia a unos cuantos

Por cómo han evolucionado las cosas podríamos empezar diciendo que la diferencia sustancial entre “Sostenibilidad” y “Sustentabilidad” estriba en que el primer concepto ha sido muy desgastado y hasta, prácticamente, prostituido. 

Ahora casi todo es “sostenible”: resulta que un hotel de “cinco estrellas” que taló un bosque para construirse, como ahora recicla la basura, usa iluminación led y ahorra agua, es, según reza su publicidad, “sostenible”. Igual con algunas industrias que tienen sistemas operativos muy contaminantes, pero que, como recogen parte de los envases de plástico que ellas mismas producen y ayudan a limpiar playas y ríos, entonces también son “sostenibles”. Sin hablar de un Ministro de Ambiente de Costa Rica que se refería -al parecer muy convencido- a minería química "sostenible" en la zona norte de nuestro país.

La Sustentabilidad Ambiental trata de superar ese mal uso del concepto y establece una meta diferente, lo que llamaríamos la correcta y equilibrada gestión ambiental de una organización, pudiendo ser esta desde una persona hasta toda una compleja corporación.  

El Principio de Sustentabilidad Ambiental señala: “las actividades humanas, de cualquier tipo, deben ser ambientalmente sustentables en el tiempo, de una forma efectiva, de manera que se garantice el equilibrio ecológico sin efecto ambiental significativo, es decir, sin que el equilibrio natural sea alterado por encima de su capacidad de asimilación de carga ambiental adicional”.

A diferencia del concepto de “Sostenibilidad”, la Sustentabilidad no es un maquillaje para dar la impresión de que se “trabaja” en pro del ambiente.  Por eso, cuando se hace un trabajo consciente y responsable por la Naturaleza, la vida y el ambiente en general, se está en el camino de la Sustentabilidad Ambiental. Y aunque en primera instancia algunos no estén de acuerdo, eso es el camino hacia el verdadero Progreso Humano y, como veremos, produce trabajo y beneficio para todos.

Decimos que “algunos no estarían de acuerdo”, porque son aquellos que creen que quienes defendemos los principios de la Sustentabilidad son lo que obstaculizan el “desarrollo”, impiden o atrasan los proyectos de inversión que, a su vez, son los que producen empleo y dinamizan la economía, porque, dizque “ayudan a positivamente” en la “lucha contra la pobreza”.

Notemos que, para muchos, "desarrollo" son ganancias millonarias de unos pocos a cambio de salarios modestos y por debajo del límite legal. El caso de la piña de exportación de Costa Rica sería un ejemplo de ello, donde los beneficios económicos de los empresarios supera los efectos en el ambiente de estas grandes plantaciones.

Con esa interpretación se justifica casi cualquier cosa, incluyendo el hecho de que ese “proyecto de desarrollo” no esté planteado de una forma verdaderamente sustentable. Es decir, que se trata de un proyecto, que, por su inadecuado diseño, mala gestión y carencia de una correcta planificación, va a producir daños al ambiente, o sea, que no es sustentable. Todo lo contrario, producirá un “Sacrificio Ambiental”, empero como es “una inversión que se necesita”, nos dicen los políticos, hay que apoyarlo y dejar que se ejecute.

Esta es una historia que se repite con mucha frecuencia, año tras año, década tras década y así el “desarrollo” del país se sustenta en un cada vez mayor “Sacrificio Ambiental” de la naturaleza, la vida, sus recursos naturales y el ambiente en general.  Y nos preguntamos: ¿y la pobreza se venció con todo ese sacrificio ambiental, valió la pena? ¿Acaso las zonas en las que se produce piña las comunidades se benefician de un Índice de Desarrollo Humano mayor al de otras regiones? Todo lo contrario.

La pobreza está estancada desde hace décadas y más bien, si se cuenta en la cantidad de personas en pobreza, se ha incrementado. En el caso de Costa Rica, los informes del Estado de la Nación lo repiten desde hace muchos años. Y algo más, la desigualdad se ha incrementado en todo ese tiempo, es decir, que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.  En resumen, el Sacrificio Ambiental que se ha llevado a cabo solo ha beneficiado a unos cuantos: un sector muy privilegiado que, cuando habla del ambiente, dice que su actividad económica es muy “sostenible”.

¿Y cómo la sustentabilidad produce progreso y de verdad es una solución de la pobreza? La respuesta es simple, pero objetiva: porque produce trabajo, mucho trabajo. 

Planificación y control. Para lograr la sustentabilidad de un proyecto de inversión se requiere planificación, estudios técnicos multidisciplinarios y diseños concordantes con los mismos. Y, una vez en ejecución, además del personal necesario para el mismo, un proceso de control eficiente que garantice la aplicación de medidas que garantice su sostenibilidad. 

Hacerlo bien requiere de un serio trabajo, por lo que necesita mucho trabajo para diferentes labores: desde peones hasta profesionales de diversos campos. Sí, los mismos profesionales que hoy salen de las universidades y que chocan con la triste realidad de que hay poco trabajo o el poco que hay no tiene relación con la disciplina que estudiaron.

Se podría pensar que ya eso existe, pues se realiza cuando un proyecto dado cumple con el trámite de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA). La respuesta es parcialmente cierta, dado que, en muchos casos, la EIA es desvirtuada en su objetivo fundamental, y se ha convertido en un proceso que no logra la sustentabilidad, todo lo contrario, se convierte en una herramienta para el sacrificio ambiental. Con, además, un detalle de importancia: quien financia el EIA es el mismo proyectista, por lo que el riesgo de que los estudios presentados sean sesgados es alto, y la capacidad de evaluarlos correctamente por parte de la SETENA, limitada.

Así, podemos afirmar que, la EIA, lejos de estar garantizando la Sustentabilidad Ambiental de un proyecto, más bien resulta en una especie de “maquillaje” de una inadecuada gestión. Caemos nuevamente en el orden del prostituido y desgastado uso del término “Sostenible”.

Y, queda otra pregunta: ¿garantizar la sustentabilidad ambiental de un proyecto es caro? La respuesta es que no difiere mucho de la inversión que ya se hace para la EIA del mismo proyecto. La diferencia es que el trabajo se hace bien desde el principio, y pensando en que el proyecto logre armonizarse de forma efectiva con el ambiente y no, como se hace en la gran mayoría de los casos, pensando en “justificar” el proyecto y su diseño, aunque este se imponga al ambiente, provocando un sacrificio del mismo.

¿Qué se ocupa para implementarlo en nuestro país? Un cambio de actitud de parte de las autoridades y un compromiso, serio, respecto al cumplimiento de la legislación ambiental que ya está vigente. Hemos señalado, previamente, cómo la institucionalidad se ha convertido en un cómplice de quienes dañan el ambiente, precisamente, por no usar las herramientas técnicas, legales y administrativas de que disponen.

El principal elemento del cambio es una correcta actitud de las autoridades, de gobierno central y de las municipalidades. Abrir los espacios para desarrollar una correcta, transparente y participativa planificación territorial y estratégica, así como un efectivo y eficiente proceso de control ambiental. 

De los empresarios privados y de los ciudadanos en general lo que se ocupa es una apertura de conciencia respecto a la importancia de impulsar la sustentabilidad ambiental, y no solo el desgastado y casi inútil concepto de “sostenible”, que solo es un maquillaje para el sacrificio ambiental que afecta desde hace mucho a nuestro país.

 

Impulsar la sustentabilidad ambiental es una tarea de todos y es el camino correcto para promover, de verdad, el progreso humano y de nuestro país.

Modelo de desarrollo y sustentabilidad ambiental

Los muchos diagnósticos realizados, en particular, por el Estado de la Nación, nos afirman que durante los últimos 30 años la economía del país ha crecido, pero el porcentaje de pobreza se ha estancado, lo que significa, que ahora hay más pobres. El “progreso” económico no ha permeado, los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han mantenido o se han hecho más pobres. El coeficiente Gini que mide la desigualdad se ha disparado en Costa Rica en los últimos 8 años.

Mientras tanto, de forma recurrente, nos siguen insistiendo que para salir de la pobreza hay que crear más empleo. Se nos afirma que para crear más empleo, hay que firmar más tratados y dejar que los inversionistas vengan a hacer negocio en el país.

También nos dicen que para que la inversión se haga más rápido, hay que quitar obstáculos a la misma. Hay que eliminar o simplificar trámites. Dentro esos trámites se incluye el tema ambiental.

Sacrificio Ambiental: como parte del tema ambiental, está la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), que se ha convertido en un mero trámite. Esta figura usada en los países desarrollados, aquí en Costa Rica ha perdido su objetivo fundamental. Se ha convertido en una herramienta de Sacrificio Ambiental del país, dizque para “vencer la pobreza”, que sigue estancada o crece.

Ese sacrificio ambiental es acumulativo y, conforme seguimos haciendo eso, nuestra naturaleza es y sigue siendo dañada.  La salud de los costarricenses también.  La calidad de vida se va desmejorando notablemente.  

Pero no solo se trata de la inversión extranjera, sino también de los empresarios nacionales que se quejan de que hay “muchos obstáculos” y abogan por que se les eliminen y simplifiquen, incluyendo como parte de los mismos, los requisitos en materia ambiental.

 

Mientras tanto, también, desde hace cerca de 30 años (¿casualidad?), dejamos de hacer planificación de mediano y largo plazo. Nos damos el lujo de archivar en el 2010 el resultado de estudios técnicos que nos costaron  cerca de $ 20 millones invertidos en el PRUGAM, y que podemos volver a leer una y otra vez ante el caos vial,  urbanístico, la escasez de agua y muchos otros efectos negativos que afectan la vida de la mitad de la población que habita la GAM. Así, quedamos y seguimos sujetos al vaivén de los ciclos políticos (o poliqueros) en los que se definen los planes de gobiernos, que son las promesas de campaña maquillados según la realidad encontrada por la nueva administración de gobierno.

Sin planificación hay desorden, y con el desorden, el sacrificio ambiental es mayor. Así, estamos en un círculo perverso de “lucha contra la pobreza = sacrificio ambiental” que se traduce, de paso,  en mayor enriquecimiento de los sectores privilegiados.

Mientras tanto, nuestra Naturaleza y Recursos Naturales siguen perdiéndose y deteriorándose de forma muchas veces irreversible. La contaminación aumenta y nuestros índices ambientales, continentales y marinos, siguen retrocediendo.

¿País ecológico?: el colmo es que nuestro país se vende y se ha vendido al mundo como una “país verde”, “ecológico”, “esencial”, natural, “sin ingredientes artificiales”.

Los turistas que visitan el país, vienen, en su gran mayoría, a buscar eso. Y todavía lo encuentran, principalmente en nuestras casi olvidadas y debilitadas áreas silvestres protegidas, pero mezclados con imágenes de nuestra realidad cotidiana: ríosy playas contaminados con basura, coliformes fecales y químicos, contaminación del aire en las ciudades, arteroescloresis vial y caótica, suelos contaminados con agroquímicos, acuíferos sobreexplotados y/o contaminados, y deterioro del paisaje por un desarrollo urbano descontrolado, entre otros muchos males ambientales que nos aquejan.

El turismo se ha posicionado como la principal fuente de ingreso, por encima de la exportación de piña, banano, café y de los productos industriales.  La Naturaleza nos envía un mensaje que todavía no logramos comprender.

La pregunta es: ¿hasta cuándo soportará ese modelo insostenible de desarrollo que tenemos?

Los primeros que deberían luchar porque ese modelo de deterioro ambiental del país cambie es el sector turístico del país. Empero, parece que para ellos, como a otros muchos, son los “pequeños detalles” los que importan, como: ahorrar el agua y la energía, sembrar algunos árboles, el reciclado de los desechos y el tratamiento de las aguas, entre otros, que aunque son acciones importantes, no son suficientes, dado que el verdadero problema es otro.

El deterioro del ambiente y la naturaleza en nuestro país no solo se logra con esas loables acciones.

Soluciones: detener el deterioro de la naturaleza y del ambiente, por el sacrificio ambiental al que nos empuja nuestro depredador modelo de desarrollo, es vital.  No solo para fortalecer y hacer crecer nuestra principal fuente de ingresos, sino por la salud de la población y para evitar que la pobreza siga creciendo con todos los problemas sociales que lleva consigo. 

Para lograr el verdadero desarrollo no necesitamos sacrificar el ambiente. Todo lo contrario de lo que hemos hecho durante los últimos 30 años y que todavía estamos haciendo, con cada vez más celeridad, como si nuestra naturaleza, el ambiente y los recursos naturales, fueran inagotables.

En síntesis, nuestro modelo de desarrollo  es defectuoso y se sustenta sobre una premisa absolutamente falsa, que parte de la presunción de que nuestra naturaleza es capaz de soportar todo el sacrificio que le impongamos en pos de un crecimiento económico que, para colmo, no se traduce en verdadera y efectiva mejora económica para los sectores más necesitados.

En este contexto, es indispensable e impostergable, hacer un cambio sustancial en nuestras premisas de desarrollo.  Urge tomar nuevas decisiones estratégicas, que no necesariamente significan una nueva Constitución, ya que lo que se requiere es darle Sustentabilidad al desarrollo socioeconómico del país, anteponiendo la protección y salvaguarda de los dos recursos más valiosos que tiene nuestro país: la naturaleza y sus recursos naturales y su gente, su pueblo.

Ya en el pasado, el país tomó muy importantes decisiones estratégicas, como el impulso a la educación pública, la seguridad social y la abolición del ejército, entre otros. Es hora de que, sobre la base de un serio y efectivo proceso de diálogo nacional, tomemos nuevas decisiones estratégicas que impulsen un verdadero y efectivo desarrollo sustentable para nuestra nación. Es indispensable que lo hagamos lo antes posible, por amor a la vida y a nuestros niños y jóvenes, y también por aquellos que todavía no han nacido. 

Sin control ambiental no hay sustentabilidad

El control ambiental de las actividades humanas (proyecto, obras o actividades) es esencial para poder garantizar la sustentabilidad del desarrollo. Sin este fundamental componente, todo lo que se hace de previo, son “buenas intenciones” y mucho papeleo y gasto de tiempo. Pero lo que realmente es importante es que las medidas ambientales correctas se apliquen a tiempo y de forma eficiente. Lo demás no es relevante si esta parte clave no se hace.  Desafortunadamente en nuestro país, supuestamente líder en materia ambiental en el continente, eso es lo más común, lo cual hace que nuestro “desarrollo” carezca, en la gran mayoría de los casos, de una correcta sustentabilidad. Algo muy grave que requiere ser corregido a la mayor brevedad.

EIA: en nuestro país, la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), según la Procuraduría General de la República y Sala Constitucional, es el principal instrumento de gestión ambiental del Estado para tutelar el artículo 50 constitucional, es decir, el derecho que todos los ciudadanos tenemos a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Un instrumento que tutela un derecho fundamental no puede ser objeto de aprobaciones expeditas, daños significativos cuyos costos luego el mismo Estado no tiene siempre cómo exigir a título de compensación. 

La EIA se compone de tres partes: a) la evaluación ambiental inicial que permite determinar qué actividades deben cumplir el trámite de EIA y cuáles no, así como determinar cuáles, por su naturaleza, ocupan un análisis más detallado, b) los estudios de impacto ambiental (o instrumentos equivalentes) y c) el control y seguimiento ambiental que se aplica cuando la actividad, obra o proyecto, están en ejecución (construcción u operación).

Las dos primeras fases de la EIA se dan de previo a la aprobación u otorgamiento de la viabilidad ambiental, la segunda, después. Como se podrá ver, a pesar de que esas dos primeras fases son importantes, dado que de lo contrario no se podría tomar la decisión de aprobar o no, la fase más importante es la tercera, la del control y seguimiento: si esta fase no se ejecuta o se ejecuta mal, se pierde todo lo realizado y es como si la EIA no se hubiera efectuado, como si no existiera.

Eso, precisamente eso, es lo que ocurre en nuestro país, con muchos proyectos que no son debidamente fiscalizados, algo que debería llevarnos a tomar acciones prontas y concretas.

Instrumentos: en nuestro país, para las actividades, obras y proyectos que realizan la EIA, se establecieron una serie de instrumentos de control ambiental, en el marco de la aplicación de dos principios fundamentales: el de proporcionalidad (escalonado según el impacto a producir) y el de responsabilidad ambiental (de autocontrol de la gestión ambiental). Esos instrumentos incluyen: la garantía ambiental, el nombramiento de un responsable (llamado también regente) ambiental, la bitácora ambiental (registro de actividades), los informes ambientales periódicos (reporte de cumplimiento), así como otros menos conocidos como: las inspecciones y auditorías ambientales de cumplimiento, la calificación ambiental y las Comisiones de Monitoreo Ambiental, principalmente.

Mucho se ha discutido sobre el papel de los responsables o regentes ambientales, pues se dice que al ser pagados por el desarrollador, se pierde transparencia en su gestión. Algo que depende de la ética de cada profesional  y que está abierto a debate. Lo que si es cierto es que es un instrumento útil desde el punto de vista de la “autorregulación” ambiental, que debe realizarse por parte de la actividad, obra o proyecto y que, por tanto, no debería sustituir de modo alguno la labor de fiscalización que debería realizar un ente como la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA), o la misma Municipalidad, en el marco de lo establecido en la Constitución y el Código Municipal.

Aparte de recibir los informes ambientales sobre el cumplimiento en la aplicación de medidas, la SETENA tiene otros instrumentos adicionales para realizar una correcta fiscalización ambiental. Por si misma, o con la ayuda de otros instituciones estatales, puede realizar, según la dimensión del proyecto, inspecciones o auditorías ambientales de cumplimiento. Incluso, puede realizar un sistema de calificación de la gestión ambiental, que permite determinar si una actividad, obra o proyecto en ejecución está en condición roja (incumplimiento), amarilla (cumplimiento parcial)  o verde  (cumplimiento efectivo) de desempeño ambiental. 

Para proyectos de gran impacto y grandes dimensiones, inclusive, en el marco de lo establecido en la Ley Orgánica del Ambiente, se puede ordenar, vía resolución administrativa por parte de la SETENA, la realización de “auditorías ambientales externas”, hechas por un tercer ente debidamente acreditado, para que ejecute esa fiscalización ambiental de todo el proceso, incluyendo el actuar mismo de la SETENA. 

Voluntad: la implementación de todos estos instrumentos es un asunto de voluntad política y no de recursos económicos como señaló recientemente el Señor Ministro de Ambiente, Edgar Gutiérrez, en una entrevista radial con relación al proyecto de APM Terminals en Moín. Según el actual titular de Ambiente de Costa Rica, “aunque quisiera hacer más no se puede, pues más bien han bajado el presupuesto”, al referirse al tema de mejorar el control y seguimiento ambiental que realiza la SETENA. 

No obstante, eso no es del todo cierto, pues aunque la SETENA tiene una tarea clave en el proceso, en realidad no tiene que hacerlo todo, lo cual ha sido el mejor pretexto para que casi no haga nada.  Esto por cuanto la Ley Orgánica del Ambiente, en su artículo 18, señala claramente que “el costo de las evaluaciones de impacto ambiental corre a cuenta del interesado”.

Siendo así, como ya dijimos, dado que el control y seguimiento ambiental es parte de la EIA, entonces esta tarea y su costo deben ser asumidos por el desarrollador, según la aplicación del principio de proporcionalidad, es decir, que entre más grande e impactante el proyecto, más responsabilidad tiene de financiar el costo del control y seguimiento (interno y externo) que se ejecute al proyecto en ejecución. 

Acciones concretas: en consideración de lo señalado, hay una serie de acciones sencillas que podrían mejorar en mucho el proceso de control ambiental en nuestro país y que no tendrían mayores costos para el presupuesto nacional:

  1. Hacer que una copia de los informes ambientales (de regencia) sea entregado a las municipalidades  y los ciudadanos, para que estos puedan ejercer un papel de control más directo sobre lo que sucede en los proyectos. Si pretendemos además tener un gobierno digital, ¡ponerlos en línea sería una buena primera señal hacia la dirección correcta y de transparencia!
  2. Que la SETENA realice al menos una inspección ambiental de cumplimiento por quincena a un proyecto obra o actividad en ejecución, de forma sorpresiva, a fin de determinar el grado de cumplimiento ambiental y la califique según los tres niveles establecidos en el reglamento. La divulgación de los resultados permitiría a los representantes de otros proyectos en ejecución tomar en cuenta la situación y ejercer acciones preventivas.
  3. Que la SETENA establezca, junto con el Ente Costarricense de Acreditación, la lista de consultores externos acreditados (personas físicas y jurídicas), capaces de realizar auditorías ambientales externas a proyectos, obras o actividades de alto impacto que se encuentran en ejecución, según lo señalado en el artículo 18, ya citado, de la Ley Orgánica del Ambiente. Los reportes de esas auditorías externas deberían de igual forma ser públicos y sobre sus resultados se deberán tomar acciones administrativas y legales, cuando corresponda.

La sola implementación de estas tres acciones tendría un efecto multiplicador en una gran cantidad de proyectos en ejecución, y mejoraría mucho la disciplina del cumplimiento de la aplicación de medidas ambientales en los mismos. No se requiere cambio de leyes ni de reglamentos, simplemente cumplir lo que ya está establecido. 

Tienen la palabra nuestras actuales autoridades ambientales: las del Gobierno del pretendido “cambio” que suscribió un Pacto Ambiental con entidades de la sociedad civil durante la campaña electoral, y del que pareceriera no acordarse en lo más mínimo.