Planificación urbana y la des-planificación ambiental del territorio en Costa Rica

Uno de los mayores problemas ambientales que afecta a Costa Rica y a otros muchos países es la ausencia de una correcta y efectiva planificación estratégica, incluyendo como parte de esta, el ordenamiento y la planificación territorial.

Hemos señalado en nuestros escritos previos (ver: www.allan-astorga.com) que esta es la herramienta fundamental para combatir el Cambio Climático y el deterioro de la Ecosfera terrestre. Además, es vital para la sobrevivencia humana y para garantizar el progreso de su economía con una verdadera sustentabilidad ambiental.

Planificación urbana: este tema, por su parte, es un asunto completamente diferente. Aunque originalmente se planteó de una forma disímil, se convirtió en una forma humanamente egoísta y avariciosa de ordenar y planificar el territorio con fines depredadores por parte de la actividad inmobiliaria y constructiva. Es decir, un desarrollo sin sustentabilidad ambiental real.

En Costa Rica se hace planificación urbana desde hace más de medio siglo. Los resultados están a la vista.

Situación del país: en la Gran Área Metropolitana (GAM) se han urbanizado y se siguen urbanizando las laderas de las montañas del sur y de norte del Valle Central. Esto, a pesar de que se trata de zonas de graves riesgos geológicos (terremotos, laderas inestables, fallas geológicas activas) y susceptibles a graves efectos del Cambio Climático (deslizamientos, inundaciones y flujos sedimentarios).

Cuando se advirtió eso, hace más de 10 años, con los estudios del PRUGAM (Plan regional urbano de la GAM), la presión de los sectores inmobiliarios y de construcción llevó a que el INVU no aprobara el PRUGAM a pesar de que había obtenido la aprobación ambiental por parte de la SETENA.

Se generó así un gran daño a la población de la GAM. Todo para que los intereses del sector inmobiliario y de la construcción se mantuvieran con sus objetivos de siempre.

La misma situación ocurre en todo el país. Incluyendo las llamadas ciudades intermedias como San Isidro de Pérez Zeledón, Ciudad Quesada, Turrialba, Limón, Guápiles, Gran Puntarenas y Liberia. Y también en los centros urbanos más pequeños la situación es muy similar.

Solo en la GAM, para el año 2008, identificamos más de 1.000 zonas críticas de construcciones en condiciones de alto y muy alto riesgo. Lugares como La Trinidad de Moravia, la urbanización Valladolid en Desamparados y la misma Quebrada Lajas de Escazú, donde un deslizamiento y el desarrollo de un flujo provocó la muerte de 24 personas incluyendo a cuatro niños.

Algo que pudo haberse evitado si los intereses económicos no fueran la única prioridad de la planificación urbana.

Condición de riesgo: la situación de peligro ante desastres de las construcciones en la GAM se ha agravado aún más en la última década. Ya para el 2008 nuestros estudios señalaban que cerca del 25 – 30 % de todas las edificaciones se encontraban en esas condiciones de alto y muy alto riesgo. Algo que ha subido en al menos un 10 % más en últimos 14 años.

Las construcciones se han seguido desarrollando en sitios no aptos. Con la enorme gravedad de hacer que las personas adquieran costosas y eternas (y heredables) hipotecas para adquirir una casa cuya seguridad es muy dudosa y que, en el caso de un evento de desastre que la afecte, haciéndola inhabitable, tendrán que seguir pagando a los bancos.

Bancos que ya le han cancelado a los inmobiliarios y los constructores quienes no se considerarán, salvo en raras excepciones, responsables de los daños y las consecuencias de esos desastres. Una clara muestra de los verdaderos intereses de esos sectores.


Interés económico predominante: intereses que ahora, nuevamente, van a hacer retroceder al país más de 25 años, restaurando por completo la planificación urbana de alto interés económico y enterrando el avance que había dado el país en materia de ordenamiento ambiental del territorio.
A tal grado de extremo cinismo ha llegado la posición de quienes defienden esos retrógrados intereses económicos de los sectores inmobiliarios y de construcción que lograron engañar a los magistrados de la Sala Constitucional. Les dijeron la mentira de que no había planes reguladores debido a la existencia de la metodología para introducir de la variable ambiental en los planes reguladores, vigente desde el 2006.

Algo absolutamente falso, pues mientras que la SETENA otorgó más de 45 viabilidades ambientales desde el 2006 a sendos planes de ordenamiento territorial, el INVU solo logró aprobar 7 planes reguladores, cuatro de ellos generados por el PRUGAM para los cantones de Paraíso, Oreamuno, El Guarco y Cartago. La evidencia es contundente.

Desde que se publicó el Decreto Ejecutivo 32967 – MINAE y, especialmente, desde que se otorgó la viabilidad ambiental al PRUGAM, hemos dado una desigual lucha contra esos intereses económicos por mantener en vigencia el Ordenamiento Ambiental y la Planificación Territorial. Sin embargo, ahora parece que los sectores inmobiliarios y de construcción han ganado.

Un nuevo decreto ejecutivo será publicado para instaurar una metodología que sustituya la de los índices de Fragilidad Ambiental (IFA). Y aunque, en dicha metodología, se hable del tema ambiental y del Cambio Climático, la verdad es que se está restaurando, nuevamente, la simple planificación urbana para satisfacer los intereses de los inmobiliarios y los constructores. A este respecto llama mucho la atención el papel que ha jugado el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH) y no así, del Ministerio de Ambiente y Energía. Algo que nos debería llamar la atención de por dónde va el interés con esta metodología sustitutiva.

Tutela constitucional de protección del ambiente: la metodología sustitutiva es tan permisiva que, si los cráteres de los volcanes no fueran parques nacionales, posiblemente serían urbanizados.

La situación señalada deja en un lugar muy incómodo a los gobiernos locales y sus comunidades, sobre todo aquellos que tienen mayor conciencia por la protección del ambiente y los recursos naturales. Ahora, como sustituto de los reglamentos urbanos del INVU y que siguen la línea del “desarrollo urbano” a mansalva, tendrán planes reguladores al gusto de los intereses de los sectores inmobiliarios y de la construcción. Es decir, prácticamente se quedan sin alternativa, salvo que, por autonomía municipal, fijen sus propios lineamientos según lo permite la Ley de Planificación Urbana.

Los planes reguladores serán prácticamente impuestos, según una metodología de integración de la variable ambiental que, a todas luces, desprotege el ambiente y favorece un desarrollo urbano basado en la especulación inmobiliaria y el desarrollo indiscriminado de construcciones donde “exista más plusvalía” y, no necesariamente, menor fragilidad ambiental.

Sobre este asunto, el autor escribió, en noviembre del 2021, a todas las municipalidades del país para llamar la atención sobre lo que estaba sucediendo y explicando la gravedad que implica el cambiar la metodología de integración de la variable ambiental en los planes reguladores. Al respecto, es de gran importancia que los ciudadanos y sus gobiernos locales reflexionen sobre el futuro de su cantón o distrito y equiparen el derecho de la naturaleza al de las comunidades. No hacerlo representa sacrificar el futuro de su hogar común.

Decepcionante paradoja: llama poderosamente la atención que una administración de gobierno que se ha ufanado de ser protectora del ambiente venga ahora, precisamente, al final de su gestión ha lograr una acción tan decepcionante y desafortunada. Algo por lo cual será recordada para siempre, incluso por las generaciones futuras.

Y resulta paradójica en la medida de que, como hemos señalado insistentemente, la forma de salvar y ayudar a la vida de la Ecosfera terrestre y a luchar, de forma seria, contra el Cambio Climático, es el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio. Sin este proceso, debidamente bien realizado, no se va a lograr ralentizar o revertir el desastre que se aproxima.

Oportunidad de modernización total: pese a eso, y en medio del desastre, se abre una oportunidad de cambiar ese grosero error y cambiar todo el sistema imperante, para, no solo, reestablecer el Ordenamiento y la Planificación Ambiental del Territorio de forma correcta, sino, también, para agilizar e impulsar el desarrollo socioeconómico sustentable de nuestro país. Se trata de un tema de gran visión y de inteligencia, características que, desafortunadamente, las autoridades que pronto se van, parecen tener una seria limitación.


Human Issues and the Rights of Life of the Terrestrial Ecosphere

In the midst of the current NATO-Russia conflict and the military situation in Ukraine, and as if that were not enough, after two long years of the global SARS-COV 2 Pandemic, it is important that we place these serious human problems within a broader perspective, that is linked to the rights of life of the terrestrial Ecosphere. Something very necessary to become aware of the path we take as humanity and as a relevant species in the balance and subsistence of life on our planet.

Life of the Terrestrial Ecosphere: it is the totality of the biodiversity that exists, mainly, in a thin layer of planet Earth that extends from the lowest level of the ground to the highest part of the canopy of trees or vegetation that rises above the surface of the earth, as well as the highest part (approximately 200 meters) of all the oceans. It has a maximum thickness of 200 meters, but on average it is 50 meters. Compared to the thickness of the planet, it is an extremely thin layer, almost imperceptible.

We prefer to use the concept of Ecosphere than that of biosphere, to the extent that the first meaning includes the interactions of the layer that contains life with other layers of the Earth, such as the upper part of the Earth's crust that includes elements such as the mantles groundwater, geothermal energy, sources of volcanic activity and, above all, tectonic elements that include active geological faults and sources of seismicity. In addition, the interaction of the biosphere with the atmosphere and climate and weather conditions are also included.

The life of the terrestrial Ecosphere encompasses all its biodiversity, that is, the entire enormous and multiverse set of species of vegetation, birds, fungi, insects, arachnids, unicellular organisms, microorganisms, mammals, amphibians, reptiles, etc. However, it is not only about the organisms that exist today, but also all the species that have existed in the history of life on Earth and that covers an enormous time period of about 4 billion years.

The life of the terrestrial Ecosphere, despite being so fragile, has enormous resilience. It has endured at least six major massive extensions. Some of them have eliminated up to 90% of life on Earth. However, life on the planet has resurfaced and although some species disappeared forever, new species emerged and populated the planet.

The problem that we humans must understand about extinctions is that the recovery of life on the planet takes hundreds of thousands or millions of years. A very, very long time that the human species could not survive. In short, in a new mass extinction the human species could not survive. A very serious statement, to the extent that scientific studies indicate that we are already within a great mass extinction that began just over 200 years ago.

Rights of the terrestrial ecosphere life: the life of the terrestrial Ecosphere does not exist thanks to humans, it is quite the opposite, the human species is a product of the evolution of the life of the terrestrial Ecosphere. This being the case and given the enormous complexity of that life and the real fact that life in the known Universe is not common, ( despite the efforts of decades, it has not yet been possible to find it even as fossil life), it is clear that the life and biodiversity that the terrestrial Ecosphere harbors has an important and inescapable right to exist.

It goes without saying that the survival of the human species directly depends on that existence, since it is that life, both in the soil and in the seas and forests, that feeds us and without it we could not exist as humanity. Moreover, the balance of this life is one that our state of health depends on. Diseased and contaminated ecosystems can be sources of serious pests capable of damaging the health of the entire human species, such as the SARS COV 2 Pandemic itself and others that have existed in the past.

Deterioration of the life of the terrestrial Ecosphere: in previous writings (www.allan-astorga.com) we have presented extensive arguments to show the serious situation of deterioration that the life of the terrestrial Ecosphere has suffered. Since the beginning of the industrial age approximately 210 years ago, a growing predatory process of nature began. This has led to a very critical situation, due to the cumulative and ubiquitous effect of human activities throughout the world.

The vast majority of the balance indicators of the terrestrial Ecosphere are in a state of danger and some of them are in the risk zone or very close to it. The matter is not only about the increase in the temperature of the atmosphere due to Climate Change, but about: deterioration and loss of soils, accelerated loss of biodiversity in forests and seas, contamination of waters and aquifers, overexploitation of the oceans, among others.

The situation is so serious and dangerous for the future life of the terrestrial Ecosphere and of humanity itself, that it is comparable to the extinction level of meteorite impact like the one that eliminated the dinosaurs and other species 65 million years ago. The main difference with that situation is that in the few years that remain we do have the possibility of acting and doing things that allow us to slow down the effects and even reverse the worst consequences. The grave matter at hand being that we have less and less time. Recent data tells us that we have less than a decade to do anything effective.

Paradox of the costs of saving the planet vs. the military costs: In our previous writings we pointed out that the control of the emissions that are produced by burning fossil fuels (decarbonization of the world economy), is not enough to fight against only one of the indicators of crisis and imbalance of the terrestrial Ecosphere. It is important, but a much more effective complementary action is involved.

Our studies in ordering and planning of the territory and potential storage of carbon dioxide (CO2) that can be captured from the atmosphere by trees and tropical soils, lead us to infer that it is required, in addition to protecting existing forest areas, to develop 250 million hectares of new tropical forests in the next 10 years. This is vital, not only to have an effective impact on the reduction of CO2 in the atmosphere (about 50% of the emissions produced since the year 1800), but also to stabilize the mass extinction of species and the biodiversity of the Ecosphere.

This strategic action has an annual cost of 750 billion dollars, which is approximately a third of what is spent on military affairs in the world. This according to the page: https://www.sipri.org/research/armament-and-disarmament/arms-and-military-expenditure/military-expenditure. Something that is truly paradoxical, because with the recent situation in Eastern Europe, Germany decided to invest 2% of GDP in strengthening its army, which represents an annual investment of 113 billion dollars.

It is vital to change priorities: as we can see, saving the life of the terrestrial Ecosphere is possible and viable. Although its cost seems relatively high, from a global perspective it is possible to do it. It would only suffice to reduce current military spending to what it was in the year 2000 and invest the difference in saving life on planet Earth. This, as a way to exemplify, since the resources could come from various sources.

In addition, as we have pointed out before, the investment to be made in tropical countries (almost all of them from the third world) to regenerate forests, soils and ecosystems, would generate close to 250 million new jobs, in a new "profession": the regenerators of the nature. Jobs that would greatly alleviate the migration problems that occur from many of these countries to the first world countries in the northern hemisphere.

The problem we have is one of time, because since the deterioration of the Earth's Ecosphere is accelerating every day, it is essential to take corrective actions as soon as possible. It is not just about planning, discussing, or negotiating. It is required to implement and execute as soon as possible, in each tropical municipality in the world. Only in this way can we begin to reverse the enormous damage that we have caused, as humanity, during the last 210 years to our planet.

Los derechos de la vida de la Ecosfera terrestre y los problemas humanos

En medio del actual conflicto OTAN – Rusia y la situación militar en Ucrania, y como si no fuera poco, después de dos largos años de Pandemia mundial por el SARS – COV 2, resulta importante que ubiquemos estos graves problemas humanos dentro de una perspectiva más amplia y que se vincula a los derechos de la vida de la Ecosfera terrestre. Algo muy necesario para tomar conciencia del camino que llevamos como humanidad y como especie relevante en el equilibrio y subsistencia de la vida en nuestro planeta.

Vida de la Ecosfera terrestre: es la totalidad de la biodiversidad que existe, principalmente, en una delgada capa del planeta Tierra que se extiende desde el nivel más inferior del suelo hasta la parte más alta del dosel de los árboles o vegetación que se levanta sobre la superficie del terreno, así como la parte más superior (aproximadamente 200 metros) de todos los océanos. Tiene un grosor máximo de 200 metros, pero en promedio es de 50 metros. Comparado con el grosor del planeta es una capa sumamente delgada, casi imperceptible.

Preferimos usar el concepto de Ecosfera que el de biosfera, en la medida que la primera acepción comprende las interacciones de la capa que contiene la vida con otras capas de la Tierra, como la parte superior de la corteza terrestre que incluye elementos tales como los mantos de aguas subterráneas, la energía geotérmica, las fuentes de actividad volcánica y, sobretodo, los elementos de tectónica que incluyen las fallas geológicas activas y las fuentes de sismicidad. Además, también se incluye la interacción de la biosfera con la atmósfera y las condiciones de clima y tiempo atmosférico.

La vida de la Ecosfera terrestre abarca toda su biodiversidad, es decir, todo el enorme y multiverso conjunto de especies de vegetación, aves, hongos, insectos, arácnidos, organismos unicelulares, microrganismos, mamíferos, anfibios, reptiles, etc. Empero, no solo se trata de los organismos que existen en la actualidad, sino, también, todas las especies que han existido en la historia de la vida en la Tierra y que abarca un periodo enorme de tiempo de cerca de 4 mil millones de años.

La vida de la Ecosfera terrestre, a pesar de ser tan frágil, tiene una enorme resiliencia. Ha soportado al menos seis grandes extensiones masivas. Algunas de ellas han eliminado hasta el 90 % de la vida de la Tierra. Sin embargo, la vida del planeta ha resurgido y aunque algunas especies desaparecieron para siempre, nuevas especies surgieron y poblaron el planeta.

El problema que tenemos que entender los humanos sobre las extinciones, es que la recuperación de la vida en el planeta lleva de cientos de miles o millones de años. Un tiempo muy pero muy extenso que la especie humana no podría sobrevivir. En resumen, de una nueva extinción masiva la especie humana, no podría sobrevivir. Afirmación muy grave, en la medida de que los estudios científicos nos indican que ya estamos dentro de una gran extinción masiva que se inició hace poco más de 200 años.

Derechos de la vida ecosférica terrestre: la vida de la Ecosfera terrestre no existe gracias a los humanos, es todo lo contrario, la especie humana es producto de la evolución de la vida de la Ecosfera terrestre. Siendo así, y dada la enorme complejidad de esa vida y del hecho real de que la vida en el Universo conocido no es común, tanto así que, pese a los esfuerzos de décadas, todavía no ha sido posible de encontrarla ni siquiera como vida fósil, es claro que la vida y la biodiversidad que implica la Ecosfera terrestre tiene un importante e ineludible derecho a existir.

No sobra decir que de esa existencia depende directamente la sobrevivencia de la especie humana, pues es esa vida, tanto en los suelos como en los mares y los bosques, la que nos alimenta y sin ella no podríamos existir como humanidad. También, del hecho concreto de que esa vida se encuentre en equilibrio es que depende nuestro estado de salud. Esto, por cuanto, ecosistemas enfermos y contaminados pueden ser fuentes de graves plagas capaces de dañar la salud de toda la especie humana, como la misma Pandemia por el SARS COV 2 y otras que han existido en el pasado.

Deterioro de la vida de la Ecosfera terrestre: en escritos anteriores (www.allan-astorga.com) hemos presentado extensos argumentos para mostrar la grave situación de deterioro que tiene la vida de la Ecosfera terrestre. Desde el inicio de la era industrial hace aproximadamente 210 años, se inició un proceso depredador creciente de la naturaleza. Esto, la ha llevado a una situación muy crítica, debido al efecto acumulativo y ubicuo de las actividades humanas en todo el mundo.

La gran mayoría de los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre se encuentran en estado de peligro y algunos de ellos en la zona de riesgo o muy cerca de ello. El asunto no se trata, como hemos dicho, solo del aumento de la temperatura de la atmósfera por el Cambio Climático, sino por otras muchas cosas más: deterioro y perdida de los suelos, pérdida acelerada de la biodiversidad en bosques y mares, contaminación de las aguas y los acuíferos, sobreexplotación de los océanos, entre otros.

La situación es tan grave y peligrosa para el futuro de la vida de la Ecosfera terrestre y de la humanidad misma, que es comparable con el anuncio de la caída de un meteorito de nivel de extinción como el que eliminó a los dinosaurios y otras especies hace 65 millones de años. La diferencia con esa situación es que en los pocos años que quedan si tenemos posibilidad de actuar y hacer cosas que permitan ralentizar los efectivos y hasta revertir las peores consecuencias. Lo grave es que cada vez tenemos menos tiempo. Los recientes datos nos indican que tenemos menos de una década para hacer algo realmente efectivo.

Paradoja de los costos de salvar el planeta vs los costos militares: En nuestros escritos previos señalamos que el control de las emisiones que se producen por quemado de combustibles fósiles (descarbonización de la economía mundial), no es suficiente para luchar contra solo uno de los indicadores de crisis y desequilibrio de la Ecosfera terrestre. Es importante, pero se ocupa una acción complementaria mucho más efectiva.

Nuestros estudios en ordenamiento y planificación del territorio y potencial de almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) que puede ser capturado de la atmósfera por árboles y suelos tropicales, nos llevan a colegir que se requiere, además de proteger las zonas de bosques ya existentes, desarrollar 250 millones de hectáreas de bosques tropicales nuevos en los próximos 10 años. Esto es vital, no solo para tener una incidencia efectiva en la disminución de CO2 en la atmósfera (cerca del 50 % de las emisiones producidas desde el año 1800), sino también, para estabilizar la extinción masiva de especies y la biodiversidad de la Ecosfera terrestre.

Esa acción estratégica tiene un costo anual de 750 mil millones de dólares, que es aproximadamente un tercio de lo que se gasta en asuntos militares en el mundo. Esto según la página: https://www.sipri.org/research/armament-and-disarmament/arms-and-military-expenditure/military-expenditure. Algo que resulta verdaderamente paradójico, pues con la reciente situación en Europa del Este, Alemania decidió invertir el 2 % del PIB en fortalecer su ejército, lo cual representa una inversión anual de 113 mil millones de dólares.

Es vital cambiar las prioridades: como podemos ver, salvar la vida de la Ecosfera terrestre es posible y viable. Aunque su costo pareciera relativamente alto, desde una perspectiva global es posible realizarlo. Tal solo bastaría reducir los gastos militares actuales a lo que se tenían en el año 2000 e invertir la diferencia en salvar la vida del planeta Tierra. Esto, a modo de ilustración, pues los recursos podrían provenir de fuentes diversas.

Además, como hemos señalado antes, la inversión a realizar en los países tropicales (casi todos del tercer mundo) por regenerar bosques, suelos y ecosistemas, generaría cerca de 250 millones de nuevos empleos, en una nueva “profesión”: los regeneradores de la naturaleza. Empleos que, aliviarían en mucho los problemas de migración que se dan desde muchos de estos países hacia los países del primer mundo en el hemisferio norte.

El problema que tenemos es de tiempo, pues dado que el deterioro de la Ecoesfera terrestre se acelera cada día, se hace indispensable tomar las acciones correctivas lo antes posible. No se trata solo de planear, discutir o negociar. Se requiere de implementar y ejecutar lo antes posible, en cada municipio tropical del mundo. Solo así podremos empezar a revertir el enorme daño que hemos generado, como humanidad, durante los últimos 210 años a nuestro planeta.

Desproteger el ambiente y la vida no es la correcta alternativa para agilizar el desarrollo del país

La evaluación de impacto ambiental (EIA) es un instrumento de gestión ambiental preventivo. Su objetivo fundamental es integrar la dimensión del medio ambiente en el diseño de un proyecto a fin de que este alcance una condición de equilibrio generando el mínimo impacto.

En Costa Rica, diversas entidades como la Sala Constitucional y la Procuraduría General de la República han señalado que la EIA es el principal instrumento que permite tutelar el derecho de todo ciudadano a disfrutar de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

Breve historia: la EIA se originó en los Estados Unidos de América desde finales de la década de los 60. Su función principal es la de servir como instrumento económico, pues la realización de una efectiva EIA evita que se den sobrecostos en los proyectos cuando surgen problemas técnicos (ambientales) no previstos en las fases de pre y factibilidad. No en vano se señala que es ocho veces más caro corregir que prevenir. De allí la gran utilidad y funcionalidad de la EIA.

Como producto de los Acuerdos de Río de 1992, la EIA fue adoptada por la mayoría de los países del mundo como una forma proactiva para que los proyectos de desarrollo se ejecutaran de forma armoniosa con el ambiente. En Costa Rica, aunque ya algunos proyectos realizaban EIA, como la minería, desde 1982, con la aprobación de la Ley Orgánica del Ambiente en 1995 la EIA se generalizó para todos los proyectos, obras o actividades.

Desde que salió el primer reglamento de EIA en enero de 1997 se empezaron a dar problemas con ciertos sectores productivos (principalmente el sector construcción e inmobiliario), pues se consideró que era un trámite (y gasto) nuevo para la inversión.

Esto, a pesar de que solo los proyectos de más de 10 mil metros cuadrados tenían que hacer trámite de EIA ante la SETENA.
En febrero 2002 la Sala Constitucional suspendió la aplicación de ese reglamento, pues interpretó que el artículo 17 de la Ley Orgánica del Ambiente no permitía el establecimiento de umbrales o límites que establecieran cuales proyectos debían hacer EIA y cuáles no.

Comisión Mixta: entre el 2002 y el 2007 se conformó una Comisión Mixta de amplia participación (instituciones, academia, cámaras del sector productivo, consultores, colegios profesionales, organizaciones ambientales, principalmente) que estableció el Reglamento General de EIA que rige en Costa Rica, así como el conjunto de instrumentos y procedimientos técnicos que norman el tema. En dicho reglamento se oficializó dicha Comisión Mixta como un ente asesor de la SETENA en la modernización y mejora de esos instrumentos técnicos de EIA.

Después del 2007 se dejó de convocar a la Comisión Mixta y el conflicto contra la EIA se reestableció. Ya para el 2010 los sectores productivos habían elaborado su propuesta de nuevo (sustituto) reglamento de EIA en la que se volvían a establecer umbrales. El planteamiento siempre ha sido que la mayoría de los proyectos, particularmente del sector de construcción e inmobiliario, no tengan que cumplir con el trámite de EIA. La principal justificación es el tiempo que tarda el proceso, pero la solución que se plantea es que los proyectos sean eximidos del trámite de EIA y, prácticamente se puedan localizar en cualquier lugar independientemente de la condición de fragilidad ambiental del terreno.

RECSA:
 Durante casi 10 años, la versión de reglamento sustituto de EIA, del sector productivo, llamado RECSA, se mantuvo como propuesta dizque, para modernizar y agilizar el trámite de EIA ante la SETENA.

En el 2018 la administración Solís lo dejó firmado y listo para ser publicado. Empero, cuando se revisó la propuesta de forma pública surgieron muchas dudas y observaciones. La actual administración le pidió, entonces, al mismo sector productivo que le “mejorara”. Así surgen el RECSA y el MECSA.

A finales del 2020 la Comisión Mixta revisó la propuesta final del RECSA y su manual (MECSA) y concluyó que ambos instrumentos no eran viables como herramienta para sustituir el Reglamento general de EIA del 2004 y los instrumentos de su manual técnico de EIA aún vigentes. Algunos consideraron que con eso había finalizado el conflicto, en particular por el hecho de que el trámite de proyectos ante la SETENA se había puesto al día en el cumplimiento de plazos.

Incomprensible nueva propuesta: no obstante, la historia no había terminado, durante el año 2021 y sin la participación de la Comisión Mixta ni de la Comisión Plenaria de la SETENA, un “anónimo y pequeño” equipo técnico de esa Secretaría elaboró una nueva propuesta de Reglamento general de EIA para sustituir el del 2004.

La revisión por parte del autor de esa propuesta lleva a la conclusión de que se trata de una herramienta aún más incompleta e inconsistente que el mismo RECSA. No por casualidad, los sectores productivos lo apoyan tan entusiastamente.

El autor realizó en el mes de octubre del 2021 un documento de 10 páginas con observaciones sobre la propuesta de ese reglamento en revisión. Ahora, nuevamente hay una versión de propuesta de reglamento de EIA en revisión. Se aclara que la propuesta no cambió mucho respecto a la versión del mes de octubre y, por tanto, las observaciones previamente realizadas siguen válidas.
Son muchas las inconsistencias que se detectan, empero hay algunas que resultan esenciales para comprender la gravedad que puede representar la oficialización de esa propuesta de reglamento de EIA.

Grave planteamiento: en contraposición a lo establecido por la Sala Constitucional desde el 2002 se establecen nuevamente los umbrales, dejando una muy larga lista de proyectos, obras o actividades eximidos del trámite de EIA. Esto se realiza sin ninguna justificación técnica sólida.

Por otro lado, para la gran mayoría de proyectos, se establece un formulario de clasificación (SIA) que tiene dos grandes errores de fondo.

Uno de ellos es que trata de valorar la condición de significancia del impacto del proyecto, sin considerar las características de ambientales del terreno donde se va a localizar. Debido a que el país no cuenta con ordenamiento y planificación ambiental del territorio (salvo algunas excepciones), esa información debe ser obtenida para cada proyecto. Se trata de las características geológicas, hidrogeológicas, de susceptibilidad a las amenazas naturales, aspectos arqueológicos, geotécnicos, hidrológicos, de riesgo antrópico y biológicos (cuando apliquen). Esta información es vital para mejorar el diseño del proyecto, de lo contrario el mismo puede resultar inconsistente y podría producir daños al ambiente y a la vida.

Dichos estudios son realizados en la actualidad por empresas consultoras ambientales o profesionales independientes. Con el nuevo reglamento, como se explica a continuación, la casi totalidad de los proyectos ya no requerirá de este tipo de estudios técnicos. Prácticamente ya no se ocuparán consultores ambientales en EIA, salvo para llenar el formulario de SIA.

El otro error de fondo es que el puntaje establecido como límite para no pedir instrumentos de EIA más detallados, tiene un valor subjetivo que haría que el casi 100 % de los proyectos obtengan un SIA bajo y, por tanto, queden eximidos de presentar otros estudios técnicos de EIA. Los únicos que tendrían que hacerlo, son aquellos que son exigidos por leyes específicas y que son los menos, como el caso de la minería.

Si el RECSA propuesto por al sector productivo se consideró que desprotegía el ambiente y era regresivo respecto a la normativa ambiental vigente en materia de EIA, la nueva propuesta de reglamento de EIA elaborada por la SETENA, lo es aún más.

La mayor justificación que se esgrime para impulsar esa propuesta de nuevo reglamento de EIA es que hay que agilizar el proceso de trámite ante la SETENA. No obstante, eso no se puede hacer sacrificando el ambiente y, sobretodo, poniendo en riesgo la vida de las personas, debido que el factor de la susceptibilidad del terreno a las amenazas naturales prácticamente dejaría de ser analizado como parte de la EIA.

Inconsistencia del MINAE: hemos señalado que la EIA es necesaria para tutelar el derecho a un ambiente sano y equilibrado. Estamos de acuerdo de que se debe realizar en un plazo razonable y corto, pero no sacrificar como instrumento de gestión ambiental preventiva como se pretende hacer con la nueva propuesta de reglamento de EIA.

Se trata de un tema muy grave de desprotección del ambiente que lejos de ayudar a resolver los problemas ambientales que ya tiene el país, lo va a agravar aún más. Algo que resulta incoherente respecto al desempeño de la jerarca del MINAE que ahora nos anuncian que dejará ese cargo para asumir un puesto en la ONU en un tema vinculado a la protección del ambiente. Algo que nos recuerda el viejo adagio popular de: “candil en la calle y oscuridad en la casa”.

Existen verdaderas y mucho más eficientes alternativas para agilizar la EIA e impulsar el desarrollo sustentable del país. Como hemos dicho, es posible reducir los plazos de trámite de EIA y otros trámites de años a semanas, pero con criterio científico y garantizando el cumplimiento de la legislación vigente y del artículo 50 constitucional (ver: www.allan-astorga.com).

Finalmente, no es comprensible el porqué la actual administración de gobierno desea dejar esta incoherente y absolutamente regresiva propuesta de reglamento de EIA, junto con el reglamento sustitutivo para introducir la variable ambiental en los planes reguladores (propulsado por el MIVAH), como una fatídica herencia al nuevo gobierno, sobretodo, si no se va a tratar de otro gobierno del PAC. Lo coherente sería que sea la nueva administración de gobierno la que tome decisiones en ese tema y así se evite generar confusión y problemas de judicialización de temas ambientales tan sensibles y estratégicos para nuestro país.

Efecto acumulativo y progreso humano sustentable

Para la mayoría de los seres humanos el llamado efecto acumulativo, es desconocido o, en su defecto, es ignorado por no resultar, en principio, de trascendencia para lo que es el transcurrir de nuestras vidas. Sin embargo, tiene una enorme importancia, no solo en la calidad de nuestras vidas, sino, también, en nuestro futuro, ya sea colectivo o individual. Tratamos aquí este trascendental tema ambiental y lo vinculamos a otro tema de igual importancia: el progreso humano verdaderamente sustentable, algo que, aunque para algunos no es posible, en realidad si se puede alcanzar.

Efecto acumulativo: un popular y conocido ejemplo del efecto acumulativo es el de la gotita de agua que cae sobre una roca. Una sola gota chocando contra una dura roca no logra hacer casi nada. Sin embargo, cuando le sumamos el tiempo, la gota chochando durante años contra la roca, forma una cavidad y puede llegar a romper la roca por completo.

Así, podemos decir que el efecto acumulativo es la acción de un agente a través del tiempo y que, por la suma de sus efectos, puede generar un cambio significativo en el medio donde actúa.
Y eso es precisamente lo que tiene a la Ecosfera terrestre afectada por los efectos acumulativos que ha provocado el ser humano en poco más de 210 años desde que inició la era industrial y sus efectos empezaron a ser más significativos.

Crecimiento acumulativo: en el año 1810, aproximadamente, la humanidad tenía una población cercana los mil millones de habitantes. El 95 % de esa población era muy pobre y el promedio de vida era bajo (de 30 a 40 años), sin embargo, los efectos ambientales de la humanidad en la Ecosfera terrestre eran poco significativos.

Sin embargo, con el inicio y desarrollo de la industrialización la situación cambió rápidamente. Con el quemado de los combustibles fósiles se empezó a incrementar de forma artificial (humana) el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera y así empezó a incrementarse la temperatura de ésta. Se inicia así, de forma acumulativa, el calentamiento global y el Cambio Climático y sus efectos.

De forma paralela al desarrollo industrial y a la disminución de la pobreza, se desarrolló la tecnología, la ciencia y el comercio. Además de que empezó a subir el promedio de vida de los seres humanos, su población se empezó a incrementar de forma exponencial. En dos siglos se paso de mil a casi ocho mil millones.

El ser humano se extendió, gradualmente, por toda la Ecosfera terrestre. Aró y labró cada vez más la tierra, deforestó bosques, puso minas, usó cada vez más agua, inventó y desarrolló de forma exponencial los agroquímicos para la producción de alimentos, aumentó su capacidad de extracción de los recursos marinos, principalmente la pesca cada vez más creciente. Las ciudades crecieron al rápido ritmo del crecimiento de la población.

Todo esto, dentro de un marco de efecto imperceptible, gradual, aparentemente lento, pero absolutamente acumulativo. Cada efecto negativo sumándose a los anteriores. Ello, en medio de unas premisas culturales absolutamente equivocadas, como que los recursos de la naturaleza eran inagotables y prácticamente infinitos. Muy pocos seres humanos pudieron percibir que eso no era correcto. Pocos fueron los que dieron la alerta y menos fueron escuchados.

La misma economía se desarrolló sobre esas premisas de recursos inagotables y con su crecimiento, aumentó la presión hacia la Ecosfera terrestre. Se convirtió en una acción depredadora, dado que no se adaptó a planificar estratégicamente el uso de los recursos de una forma sustentable. Hasta hace pocos años es que se ha empezado a tratar de buscar un cambio, pero es muy lento y todavía prevalece la idea de que los recursos de nuestro planeta pueden sostener el crecimiento humano sin considerar sus limitaciones.

Deterioro creciente: durante los últimos cuarenta años la velocidad del deterioro de la Ecosfera terrestre se ha acelerado. Es una característica natural y lógica del efecto acumulativo, pues conforme se incremente el número de agentes de impacto, la suma de sus acciones se incrementa y, por tanto, los resultados de la misma se aceleran.

En artículos previos hemos señalado todas las consecuencias que ha producido el crecimiento exponencial de la población humana y de su economía durante el Antropoceno y, particularmente, durante las últimas cuatro décadas (ver: www.allan-astorga.com). Los indicadores de salud de la Ecosfera terrestre ya se encuentran en la zona de riesgo y siguen avanzando hacia las zonas de peligro.

Un importante grupo de científicos que apoyan a la ONU han señalado que en lo referente al tema del Cambio Climático nos encontramos cerca del punto de inflexión (o no de no retorno) y que no se encuentra en el 2050, sino mucho más cerca, alrededor del 2030. Algo que acaba de ser confirmado por los estudios de la NASA.

Con los otros límites planetarios la situación es bastante similar. Estamos inmersos dentro de la más grande extinción masiva de especies. Cada vez hay menos insectos y aves. Todos lo notamos, aunque no lo vemos con la perspectiva que realmente tiene. La biodiversidad disminuye rápidamente. Nuestros bosques tropicales y boreales y los suelos se están degradando rápidamente. Los océanos están agotados y sobreexplotados. El agua es cada vez más escaza y pronto se convertirá en una fuente de conflicto entre las poblaciones humanas.

El efecto acumulativo de las actividades humanas es claro y nos ha llevado a una enorme crisis de la Ecosfera terrestre y a estar muy cerca de los límites de la resiliencia de la naturaleza. Crisis que, por un efecto exponencial, no logramos notar lo suficiente para que tomemos conciencia de su gravedad.

Por un asunto inercial, de más de dos siglos, seguimos creyendo que lo que está pasando no es tan grave. El aire se respira bien, el agua está limpia, los alimentos están disponibles y el cielo y las montañas están azules. Estamos convencidos de que eso siempre ha sido así y que así seguirá por siempre. Más, sin embargo, no es así, conforme nos acerquemos a las zonas de peligro de los límites planetarios, las cosas van a cambiar y el proceso de deterioro seguirá la tendencia del efecto exponencial. Algo que está muy cerca (pocos años de distancia) y que una vez que se alcance, tendría consecuencias muy negativas.

Progreso humano: como hemos señalado en nuestros escritos previos, todavía hay una oportunidad de cambio. Todavía hay una cada vez más estrecha ventana de posibilidad de tomar acciones concretas para ralentizar los efectos y revertir la situación. Hemos planteado ya las soluciones.

Hemos señalado que el cambio que se requiere también tiene la enorme importancia de no solo revertir el deterioro, sino también, darle sustentabilidad a la existencia humana y de su progreso. Todo esto es posible si corregimos el error que se cometió y se sigue cometiendo desde el inicio de la era industrial: no considerar el ordenamiento ambiental ni la planificación territorial estratégica del uso de la Ecosfera terrestre. La descarbonización, el reciclado, el ahorro de recursos, son importantes, pero no suficientes.

Estamos a tiempo de implementar acciones correctivas, locales, pero ubicuas y de alcance global. Estamos en la obligación de hacerlo, no solo por nosotros y nuestros hijos, niños y jóvenes, sino, también, por las generaciones futuras.