Día mundial del ambiente

Nuestro planeta está cada vez más enfermo y nosotros podemos ayudar a salvarlo

Abril 22, 2023 4:43 am

El 22 de abril del 2023 corresponde con el Dia Mundial de la Tierra.  Es una fecha que debe invitarnos a reflexionar sobre el impacto del ser humano en la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Ese impacto de la humanidad en el planeta es local, ubico y global, además de acumulativo por más de 200 años. De allí que se haya convertido en un serio daño que ha llevado al deterioro de la Ecosfera terrestre y nos lleva a afirmar, sin lugar de dudas, que nuestro planeta Tierra está enfermo y en serio proceso de deterioro.

Por esa razón, tomar al día de la Tierra para repasar la situación y para tomar conciencia sobre lo que debemos hacer para ayudar a nuestro planeta, es una responsabilidad importante.

La Vida de nuestro planeta Tierra: se refiere a la compleja serie de interacciones que se dan entre los organismos que habitamos en la Ecosfera terrestre y su equilibrio. La Ecosfera terrestre corresponde con la interacción dinámica entre la biosfera, la atmósfera y la parte superior de la corteza terrestre. Es una delgada capa de vida y los elementos que sustentan esa vida, cuya parte principal tiene un promedio de 200 metros de grosor.

En los continentes la Ecosfera terrestre se observa cuando miramos el paisaje. Es muy variable según la latitud geográfica y el contexto de ocupación humana. Puede ser una zona montañosa de bosque muy denso, como por ejemplo cuando observamos las selvas densas del Parque Nacional Braulio Carrillo en Costa Rica. Puede ser una zona de potrero en una llanura, o una zona urbana o de desarrollo de actividad agrícola. En otras latitudes puede corresponder con zonas de desiertos, tundras o zonas cubiertas por nieve.

A este respecto debemos destacar que la vida en el planeta Tierra es una joya del Universo. Es única no solo en nuestro sistema solar sino mucho más allá en esta región de la galaxia donde nos encontramos. Esa es la conclusión a que se llega después de décadas de investigación sobre la vida en el Universo cercano (y no tan cercano) realizada por la NASA. Así conforme la NASA avanza en sus investigaciones, cada vez nos queda más claro el enorme valor que tiene la vida en la Ecosfera terrestre.

Y la vida en la Tierra no es cualquier cosa. Es el resultado de su evolución desde su aparición, hace 3.500 millones de años como mínimo. Tiene una compleja y casi milagrosa historia de evolución. Ha sido afectada por al menos seis grandes extinciones masivas de especies que en ocasiones han hecho desaparecer hasta el 90 % de las especies del planeta para luego recuperarse, por medio de nuevas especies, a lo largo de cientos de miles o varios millones de años.

El estado de salud de nuestro planeta Tierra: Los límites planetarios como los signos vitales de un ser vivo, nos indican la situación de salud de la vida de la Ecosfera Terrestre. Representan el resultado de un extenso estudio coordinado por el Profesor Johan Rockström del Instituto Potsdam en Alemania para la Investigación del Impacto Climático, con la participación de un extenso grupo de colaboradores.

Los datos científicos presentados son de una enorme relevancia para todos los seres humanos y, en general, para la vida y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Se han identificado nueve límites planetarios.

El Antropoceno, se denomina a este periodo, el tiempo de poco más de dos siglos en que la humanidad ha generado efectos muy significativos en la Ecosfera terrestre, caracterizada en muchos casos por el desarrollo de un efecto exponencial: crecimiento de población humana y su consumo, quema de combustibles fósiles y aumento de CO2 en la atmósfera, extinción de especies y degradación de biomas, ecosistemas y suelos, entre otros recursos.

Temperatura: este factor es muy importante, tanto para la atmósfera como para los océanos. Está directamente vinculado a la Crisis Climática. Se ha establecido un límite inferior de 350 partes por millón (ppm) de CO2 para entrar en la zona de peligro. Ese límite lo alcanzamos en el año 1988. Ya estamos en 422 ppm. El límite para la zona de riesgo es de 450 ppm que, muy probablemente, se alcanzaría alrededor del 2030. A partir de ese límite, podríamos entrar en un punto de no retorno, respecto a los principales efectos del Cambio Climático.

Biomas: se trata de las grandes biozonas en que se divide la Ecosfera terrestre dado que tienen un clima común, así como flora y fauna. Uno de los biomas más importantes, son los bosques tropicales como el de la Amazonia. Allí, si la estación seca llegara a alcanzar una duración 4 meses, se cambiaría el bioma de bosque tropical por el de la sabana, lo cual sería un desastre para América del Sur. Ya se ha perdido el 20 % de los bosques tropicales de la Amazonía. En el mundo, se ha perdido el 40 % de todos los bosques. Se considera el límite inferior como el 25 %, por lo que ya estamos en la zona de peligro y acercándonos a la zona de riesgo.

Biodiversidad: un millón de los ocho millones de especies conocidas se encuentran en peligro de extinción. Nos encontramos dentro de un periodo de Gran Extinción Masiva de especies. La séptima. En los últimos 50 años acabamos con el 68 % de las poblaciones mundiales de especies silvestres. Los insectos, incluyendo las abejas y otros polinizadores están disminuyendo notablemente, con el agravante de que cerca del 60 % de los productos agrícolas que consumimos requieren de esos polinizadores. Está claro que ya nos encontramos en la zona de peligro.

Agua: el acceso al agua dulce y potable se considera un indicador muy importante. Los estudios muestran que, en la actualidad, cada ser humano consume al día 3 mil litros de agua, 2.500 de los cuales se usan para la producción de alimentos por medio de la agricultura. El estudio valoró todas las cuencas hidrográficas y el abastecimiento de las poblaciones humanas. Se considera que, aunque ya hay lugares del mundo con problemas de acceso al agua, todavía nos encontramos en una zona segura, pero en proceso de deterioro, en particular por el descenso de los reservorios y la contaminación de las aguas, principalmente las subterráneas.

Nutrientes: se vincula al uso de fertilizantes en los suelos y a su acarreo hacia los océanos. Se refleja principalmente por el incremento de nitrógeno y fósforo en los océanos, muchos de los cuales presentan “zonas muertas” con ausencia de organismos, debido la eutroficación (falta de oxígeno). Durante las últimas décadas, con el incremento de la población humana y la presión hacia la producción de alimentos, la contaminación de los mares ha crecido notablemente, habiendo pasado ya, el límite inferior, por lo que nos encontramos en una zona de peligro.

Acidificación de los océanos: en las últimas décadas los océanos del mundo se han hecho 26 % más ácidos. Esto, debido a la contaminación producida desde los continentes. Se trata de un asunto grave, pues muchos de los organismos marinos, desde el plancton hasta los corales, pasando por las conchas de bivalvos, gasterópodos y otras muchas especies tienen exoesqueletos carbonatados que son muy susceptibles a las aguas oceánicas ácidas. En el pasado, la acidificación de los océanos produjo grandes extinciones masivas de especies. Pese a eso, se considera que todavía nos encontramos en una zona segura, aunque el blanqueamiento de las grandes barreras coralinas del mundo nos parece indicar que estamos cerca de entrar en la zona de peligro.

Otros contaminantes: se trata de una serie de nuevas entidades producidas por los seres humanos que producen una fuerte contaminación de los océanos y también de los cuerpos de agua continentales, incluyendo el suelo y los acuíferos. Se incluyen los plásticos, los contaminantes persistentes y los metales pesados, entre otros. Los ríos que salen de las zonas urbanas, principalmente de América Latina, África y Asía, son los principales transportadores de estos contaminantes hacia los océanos. También la gran cantidad de barcos que transitan los mares del planeta, usan éstos como si fueran basureros. Los límites no están cuantificados, por lo que no está claro si estamos todavía en la zona segura o de peligro.

Aerosoles: son partículas, muy pequeñas, sólidas o líquidas suspendidas en un gas como el aire. Pueden ser de origen natural, como las cenizas volcánicas o el polvo del desierto o de tipo antrópico, como el producido por las quemas de vegetación y, principalmente, la quema de combustibles fósiles que aporta el 75 % de los aerosoles que contaminan la atmósfera. Producen un efecto de oscurecimiento y por tanto de enfriamiento de la atmósfera, pudiendo “tapar” hasta el 40 % del calentamiento global, lo cual, lejos de ser positivo, resulta altamente negativo pues evita conocer la situación real. Esta contaminación que afecta principalmente las grandes urbes del planeta es la responsable directa de la muerte de 7,5 millones de personas por año. De allí que, aunque no está cuantificado, para algunos científicos significa que estamos en una zona de peligro.

Ozono: se trata de una capa de la atmósfera superior que funciona como un filtro natural de los rayos ultravioletas que produce el sol. En los años 80 se abrió un agujero que se expandió mucho y alcanzó grandes zonas de la Antártida y del hemisferio sur. Es un muy buen ejemplo de cómo de si es posible revertir los límites con un esfuerzo colectivo de la humanidad. Se pasó de una zona de riesgo a una zona segura.

Estos son los nueve indicadores ambientales clave del planeta. Es posible que existan algunos adicionales, como por ejemplo la degradación de los suelos (desertificación) y la sobreexplotación pesquera de los océanos; no obstante, esos indicadores dan una mucho más clara imagen de la situación de desequilibrio de la Ecosfera terrestre que solamente considerar el tema del Cambio Climático como se hace frecuente y erróneamente.

Tendencia: el mayor problema que hay con los indicadores de equilibrio de la Ecosfera terrestre identificados por el Dr. Rockström y su equipo de colaboradores es que, exceptuando el caso del Ozono, muestran una tendencia de movimiento hacia las zonas de peligro o a las zonas de riesgo. Nos estamos acercando a los límites de no retorno. Esto, acentuado durante al menos los últimos 40 años, desde 1980, aproximadamente.

La situación es grave respecto a la seguridad de la población mundial. Es similar a la situación de la potencial caída de un gran meteorito (de nivel de extinción) en la Tierra. Se señala que, si esa fuera la causa de la crisis, se encenderían todas las alarmas y la humanidad se avocaría a poner todos sus esfuerzos por eliminar ese peligro. Sin embargo, en el caso del desequilibrio ecosférico la situación no se toma así, porque las consecuencias no se ven “tan pronto” y por eso, no se consideran “tan graves”; aunque si es verdaderamente grave y urgente.

Soluciones: coincidimos plenamente con Rockström cuando señala que el principio de solución a este grave problema en que se encuentra nuestra especie humana es un tema prioritario para ser discutido por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. Se requiere de decisiones estratégicas que lleven a acciones de carácter vinculante y de alcance global. Decisiones rápidas, eficientes y efectivas.

El objetivo es muy claro, es el de ralentizar el movimiento hacia las zonas de riesgo y empezar a retroceder el avance del deterioro de los diferentes indicadores hacia las zonas seguras. Como se puede ver, no se trata solo del tema de la Crisis Climática sino también todos los otros límites planetarios que se encuentran alterados.

En primer lugar, se requiere una reducción del contenido de CO2 en la atmósfera. Por un lado, con una reducción exponencial de las emisiones por quemado de combustibles fósiles. Por otro, por medio de la captura de CO2 basado en el desarrollo de nuevos bosques, tal y como hemos planteado, referente al desarrollo de 250 millones de hectáreas de nuevos bosques y suelos tropicales (en esta década) que, además, permitirán recuperar, al menos en parte, la biodiversidad. Esta es una tarea fundamental y vital que requiere ser implementada de manera urgente.

Otra solución comprende la disposición de la humanidad de cambiar nuestra alimentación hacia alimentos más naturales, preferentemente aquellos cuya producción sea regenerativa y, además, que no generen contaminación. Los suelos de producción regenerativa capturan hasta 30 veces más CO2 que los suelos convencionales. La agricultura y ganadería regenerativas, además de producir alimentos de mejor calidad ambiental, permiten capturar gases de efecto invernadero, particularmente en las zonas tropicales.

Enfoque local: desde nuestro punto de vista, seguimos señalando que, debido a que el desequilibrio a la Ecosfera terrestre se ha generado de forma puntual, acumulativa y ubicua; la meta de equilibrarla nuevamente debe partir de acciones locales, multiplicativas y globales basada en ordenamiento y planificación estratégica del territorio. En este sentido, la participación activa de los gobiernos locales del mundo y de sus comunidades es vital y sustancial. Sin esta acción local proactiva no será posible alcanzar el objetivo. En este sentido, todos y cada uno de nosotros puede jugar un papel muy importante como ciudadanos activos de un municipio.

Las políticas de orden global son importantes, como por ejemplo el trabajo que se ha realizado y se realiza en el tema de la descarbonización de la economía. También en el desarrollo de mayor cantidad de áreas de conservación en los océanos. Todo eso es importante, pero no es suficiente. Los daños que se han producido en la Ecosfera terrestre han sido puntuales y locales, pero ubicuos y acumulativos por más de 200 años. Por eso, sino no actuamos también de forma local, sería imposible corregir la grave situación actual.

Por último, resulta terriblemente paradójico que, teniendo a nuestro planeta en un estado de salud tan malo, los seres humanos estemos sin poner atención a esos problemas y peor aún, que estemos haciendo enormes inversiones en gastos militares y guerras. Es algo absolutamente incomprensible y vergonzoso. Es como si nuestro planeta fuera un barco dañado con el agua entrando y hundiéndose, y los habitantes del mismo, en vez de ponerse a repararlo y evitar que se hunda, nos pusiéramos a pelar unos con otros y gastáramos el tiempo y los recursos en algo sin sentido. Con el agravante de que, no podemos saltar del barco e irnos a otro sitio.  Pese a eso, lo que luchamos por mejorar nuestro planeta seguiremos adelante.

 

La grave situación del ambiente nos debe llevar a cambiar las prioridades

La conmemoración del Dia Mundial del Ambiente 2021 en estos aciagos tiempos de pandemia mundial debe llevarnos a la reflexión. Ignorar la situación del ambiente planetario no nos llevará a encontrar las soluciones. El conocimiento detallado de ese “estado de situación” debemos verlo como un reto para afrontar los problemas y para cambiar las prioridades de los problemas humanos hacia los problemas más globales que implican salvar la vida de la Ecosfera terrestre.

Una estrategia bien planteada puede, incluso, llevarnos a transformar la economía y a encontrar soluciones a los grandes problemas humanos, como la salud, la sustentabilidad, el progreso real y el empleo.

Situación: durante los últimos 40 años la población de la humanidad casi que se duplicó de 4,5 a 7,8 miles de millones de personas. Esta situación y, particularmente, el grado de consumo de los países ricos, genera una fuerte y creciente presión hacia la Ecosfera terrestre y su equilibrio.

Datos de enero del 2020 señalan que la “producción de alimentos a nivel mundial solo alcanza para alimentar el 44 % de la población”. El resto de alimentos se produce a costa de los límites planetarios según un análisis del sistema agrícola global, realizado por científicos del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), en Alemania. Según el estudio, se asigna demasiada tierra para cultivos y ganado, se fertiliza demasiado y se consume mucha agua en irrigación.

En materia de explotación de los océanos, según la FAO, desde 1950 hasta el 2020 la captura de especies marinas se quintuplicó, pasando de 20 millones de toneladas a cerca de 100 millones de toneladas por año. La pesca biológica no sostenible se ha incrementado en las últimas décadas y muestra una tendencia preocupante al punto de que se considera que los océanos están sobreexplotados y cerca de su límite crítico. También preocupa la acuicultura ambientalmente no sustentable, que es la más abundante. Se suma la contaminación por químicos, micro plásticos y las afectaciones por efectos de cambio climático. Los arrecifes de coral están en proceso de extinción en casi todo el planeta.

La salud de la Ecosfera terrestre es tan importante para evitar las zoonosis que son las fuentes de pandemias humanas, como lo es para la misma economía: el 55 % del PIB mundial depende de los servicios de los ecosistemas, según datos del Grupo Swiss Re Institute. Alimentos, seguridad del agua, calidad del aire, entre otros, son los principales factores que mantienen la salud de las comunidades y la estabilidad de las economías. Y las estamos comprometiendo cada día, dado que no las estamos gestionando eficientemente.

El Índice Planeta Vivo (IPV) indica que las poblaciones mundiales de especies de vertebrados han disminuido una media del 68% desde los años setenta. Las principales causas son la agricultura insostenible, la deforestación y el tráfico ilegal de especies. La pérdida de biodiversidad en ecosistemas de agua dulce es mucho mayor: el IPV ha disminuido un promedio del 84%. En Latinoamérica y Caribe la situación es especialmente alarmante, ya que se ha producido un descenso medio del 94% de las poblaciones analizadas. Según las estimaciones, las tasas de extinción actuales son aproximadamente mil veces más altas que antes de que aparecieran los humanos.

Las selvas tropicales están disminuyendo rápidamente en todo el mundo. La Amazonía es un claro ejemplo de ello. En 2019, el Amazonas perdió más de 1,7 millones de hectáreas de bosque primario, según datos producidos por el sistema de monitoreo de la Universidad de Maryland y publicados por Global Forest Watch. Más que la deforestación, el efecto más grave que ocurre en la selva, es la degradación del bosque, que se genera como producto de los eventos climáticos, como las sequías y también por la acción humana, como las quemas o la tala ilegal de madera, con lo cual se arrebata a las selvas sus funciones vitales. Considerando la tala y la degradación de los bosques, más del 50 % del Amazonas ya no cumple sus servicios ambientales al clima de la región.

El suelo es un recurso natural no renovable del que depende la vida en nuestro planeta. Representa una fuente de alimento, fibras textiles y madera; es la red más amplia de purificación e infiltración del agua superficial hacia los acuíferos y un hábitat en el que proliferan los microorganismos que mantienen en funcionamiento los ciclos biogénicos que permiten mantener la vida. Casi 2 tercios del suelo fértil de nuestro planeta se ha desertificado o está en proceso de desertificación. Las causas subyacentes de la degradación del suelo son los estilos de vida de alto consumo en las economías más desarrolladas, combinados con el aumento del consumo en las economías emergentes y en vías de desarrollo. Tras analizar 870 millones de hectáreas de ecosistemas en todo el mundo que se han convertido en tierras de cultivo, se concluyó que si se logran restaurar el 15% de estas tierras se evitaría el 60 % de las extinciones.

Los humedales son las áreas del planeta más afectadas por la degradación del suelo: el 87 por ciento se ha perdido en todo el mundo en los últimos 300 años. Desde el año 1900 se ha perdido el 54 por ciento.

Los bosques boreales (Taiga) también presentan un estado deterioro acelerado, por factores humanos (contaminación, incendios), con tasas similares a las de los bosques tropicales como la Amazonía.

Dentro de los suelos congelados (permafrost), que ocupan cerca de un cuarto de la superficie de la Tierra continental, se encuentran grandes cantidades de CO2 y metano que, debido al calentamiento global, se están derritiendo y devolviendo esos gases de efecto invernadero hacia la atmósfera, acelerando aún más el cambio climático.

Cambio de prioridades: como hemos mencionado previamente (www.allan-astorga.com), el cambio climático no es el único verdadero problema. El problema ambiental real es el daño que se le ha infringido a la vida de la Ecosfera terrestre y, a la cual estamos vinculados de forma vital e inexorablemente.

No cobrar conciencia de ese problema multidimensional y global y creer que con tomar medidas como la descarbonización de la economía o ampliar la cantidad de áreas silvestres protegidas, es suficiente, estamos muy equivocados. A este respecto, parece que los “problemas humanos” en los que estamos sumergidos profundamente, no nos permiten ver la perspectiva real de las cosas y por eso, nuestras prioridades están muy confundidas. Incluso, un tema como el de la pandemia por el Sars Cov 2 parece tener una explicación ambiental clara, pues mientras la salud de la vida de la Ecosfera terrestre esté dañada, la salud de la misma humanidad también lo estará. En esto, no hay lugar a dudas.

Aunque las medidas que se están tomando para enfrentar el cambio climático, en general, son acertadas, no son para nada suficientes, cuando de atender la salud de la vida de la Ecosfera terrestre se trata. Se requieren medidas más intensas, sistemáticas y locales, pero de alcance global.

Medidas ambientales estratégicas: un tema fundamental para mejorar la salud de la Ecosfera terrestre parte por el hecho de revertir la situación ambiental de las regiones tropicales. Es vital lograr tres objetivos.

El primero es recuperar y rehabilitar bosques tropicales y sus ecosistemas a fin de salvar y recuperar la biodiversidad y revertir la ecuación lo referente a la captura de carbono. En este punto es vital que los países ricos y de mayor consumo de recursos, comprendan el valor ecosistémico real que tiene cada hectárea de bosque tropical conservado o recuperado. Solo así será posible que se de inversión en este objetivo estratégico y con ello, se abran muchos nuevos puestos de trabajo para la población humana de los países tropicales que se deben convertir en recuperadores de bosques y biodiversidad.

El segundo objetivo vital consiste en el impulso a la agricultura y ganadería regenerativa como una alternativa ambientalmente sustentable de la agricultura y ganadería convencionales. Por las condiciones de suelo de las regiones tropicales esta acción es vital en las mismas. Primero, debería desarrollarse en terrenos ociosos para que no compita con los sistemas productivos convencionales, sino que los complemente. Tampoco debe competir con la recuperación de bosques y ecosistemas. Desde el punto de vista de sustentabilidad, es la mejor alternativa para la mejora de suelos y la producción de alimentos vegetales y animales que, gradualmente, deben ir sustituyendo los alimentos que tienen un alto costo ambiental y que son consumidos, principalmente, por los países más ricos. Esta actividad también produce una gran cantidad de puestos de trabajo para los países.

El tercer objetivo y de igual importancia que los anteriores, comprende la recuperación y uso sustentable de los océanos, particularmente en las regionales costeras. Es vital recuperar la biodiversidad de los ecosistemas marinos, regular y controlar la pesca y reducir a cero la contaminación que se produce desde los continentes y por las mismas embarcaciones, principalmente por residuos sólidos y sustancias químicas. También es fundamental dar sustentabilidad ambiental a la acuacultura para que deje de ser una fuente de contaminación y de otros serios problemas ambientales.

Aunque hay más medidas que deben ser aplicadas, las mencionadas son estratégicas y vitales para la supervivencia de la vida de la Ecosfera terrestre y de la humanidad. En la práctica, la forma de alcanzar esos objetivos es por medio de un correcto y eficiente ordenamiento ambiental del territorio y por una avanzada planificación territorial que logre un equilibrio real en el uso del espacio geográfico. Ello, aunado a una efectiva gestión ambiental de las actividades humanas contaminantes. Como hemos dicho, es una tarea global, pero que debe realizarse a la escala de los municipios de todo el mundo. Al respecto, no hay fórmulas mágicas de solución.

Aunque el tiempo se agota y corre en nuestra contra, todavía existe la posibilidad de hacer mucho. Los cambios necesarios solo pueden ser logrados si realmente se realiza un cambio en las prioridades y nos enfocamos en atender los problemas ambientales, además de los problemas humanos. No ver la perspectiva y no actuar, o actuar tardíamente, tendría consecuencias muy negativas para todos.