Para todos casi todos, es claro que el manejo de la Pandemia por Sars – Cov2 en nuestro país se ha traducido en una grave crisis socioeconómica, de educación y salud metal. En unos meses, en medio de la alarma de salud, los gastos del Estado se incrementaron significativamente para atender la emergencia, mientras que el desempleo alcanzó cifras récord, así como el trabajo en la informalidad que ya, de por sí, era inadecuadamente alto antes de la crisis.
Como señalamos en uno de mis últimos artículos de opinión (ver:www.allan-astorga.com) la población laboral del país se dividió básicamente en dos grandes grupos: a) los sin salario, ni pensión, ni ingresos fijos, es decir los “Trabajadores Sin Ingreso Fijo”, que llamaremos los “TraSIF”; y los b) los con salarios del Estado, o de empresas privadas que han logrado salir adelante en medio de la crisis y, claro está, los pensionados, es decir las “Personas Con Ingreso Fijo” a los que llamaremos los “PerCIF”.
TraSIF: es claro que las personas de este grupo se incrementaron de forma muy acelerada durante la crisis, en particular el sector turismo que es la principal industria verde del país y su primera fuente de ingresos. En este momento los TraSIF representan un porcentaje muy alto de la población laboral del país y, básicamente, somos, pues formo parte de ese grupo desde que renuncié a la UCR en agosto de 2019; quienes hemos tenido que soportar el mayor embate de la crisis. La afectación por las crisis nos ha obligado a “sobrevivir” sin dejar de ayudar a otros en situaciones de mayor sobrevivencia. Aunque se han dictado algunas medidas para ayudar a paliar la crisis, este sector, definitivamente ha sido el más golpeado y el que mas ha sufrido las consecuencias. Paradójicamente, como hemos dicho, son los que menos (o ninguna) representación tienen al momento de tomar decisiones sobre la atención de la crisis, incluso al momento de crear un “dialogo nacional”, no son tomados en cuenta, pues no están representados por organizaciones, más, sin embargo, no significa que no existan.
PerCIF: por su parte, son un grupo bastante privilegiado, dado que a pesar de la crisis continuó recibiendo sus ingresos fijos mensuales, representados por salarios y pensiones. Como señalamos hay PerCIF del sector público que no solo vienen del gobierno central, sino de alrededor de las 390 instituciones públicas que tiene el país como parte del gobierno centralizado y dejando al lado los gobiernos locales. Conozco muy bien lo que es ser un PerCIF, pues trabajé varias décadas, en el ICE, RECOPE, SETENA y la UCR, por lo que sé muy bien lo que significa ser un trabajador privilegiado que recibe un ingreso mensual fijo que se incrementa anualmente por una serie de beneficios adicionales que se obtienen.
Crisis económica: prefiero llamarle así que “fiscal”, porque este último adjetivo da la impresión de que es un problema económico del Estado, respecto a sus ingresos y sus gastos, cuando en realidad es de la gran mayoría de toda su población y en particular de los TraSIF que están, apenas, sobreviviendo ante esta lamentable situación que no termina.
Cuando nos preguntamos, como se ha estado manejando esta crisis de la Pandemia y económica y quiénes son los que han tomado decisiones estratégicas y quiénes están pagando “los platos rotos” de esas decisiones, nos damos cuenta que la diferencia arriba señalada se vuelve más palpable. Resulta que todas las decisiones han sido tomadas por los PerCIF y quienes pagan las consecuencias son los TraSIF. Incluso ahora que se plantean soluciones a la crisis fiscal, resulta que la gran mayoría de las soluciones que se plantean es que sean los TraSIF lo que terminen pagando, de alguna forma, gran parte de los costos económicos que se requieren para aminorar la crisis económica actual y futura.
Y aquí viene el punto, pues la pregunta es lógica: ¿y que sacrificio están dispuestos a hacer los PerCIF para solventar la crisis económica más grande que hayamos enfrentado como país? La lógica dicta que este debería ser la premisa fundamental para empezar a construir una verdadera y sólida solución a los problemas de nuestro país.
Cuestionamientos lógicos: y claro está, empieza a caer una lluvia de preguntas muy serias: ¿se requieren tantas instituciones con tanto personal?, ¿se requieren tantos empleados públicos?, ¿se requieren tanto privilegios?, ¿se requiere tanta burocracia?, un estudio de la Universidad de Oxford señala que el 50 % de los empleos realizados por humanos será sustituido (en la década 2020 – 2030) por un sistema de automatizado y, dado que la Pandemia ha acelerado esa tendencia: ¿por qué en nuestro país no estamos hablando de eso como parte a la solución de la crisis fiscal? En resumen: ¿porqué, en medio de un gran mal como el que nos agobia, no empezamos a hablar de grandes soluciones, como una significativa reducción del Estado y sus instituciones?
Existen muchos datos e indicadores que podrían reforzar esto, si se pudiera conversar de forma transparente y abierta, sin temor a represalias de los TraSIF, incluyendo las organizaciones que los representan. Pero cuando los gastos en educación señalan que aparentemente, el Estado gasta más en un estudiante de escuela o colegio público en promedio anual que lo que gasta una familia en un estudiante en escuela o colegio privado, queda claro que estamos ante una situación de umbral crítico que señala que es momento de generar grandes y profundos remedios.
Se requiere tanto personal en RECOPE o con un sistema automatizado se podría reducir a solo un 10 por ciento del total. Requiere tanto personal el ICE para dar servicio de electricidad y telefonía o con un sistema automatizado se puede adelgazar notablemente. Y así como podemos seguir dando muchos ejemplos, grandes y pequeños: la misma CCSS requiere tano personal administrativo, el INS, o en el gobierno central: el MEP, el SINAC, la Dirección de Aguas, la SETENA y muchos, muchos ejemplos más. Lo que sabemos es que, en materia de procesos de trámites y permisos, un sistema de automatización de datos con “machine learning” podría reducir a la mitad o menos el personal necesario.
Tratar de superar la crisis económica acelerada por la Pandemia en 10 meses y que volvamos a la “normalidad” con solo el sacrificio de los TraSIF y dejando a los PerCIF intactos y con sus privilegios, no es justo, correcto y sobretodo, es imposible, dado que no hay sustentabilidad real en eso. Se requiere una profunda reforma que lleve a una muy drástica reducción del gasto para solventar la enorme crisis en que nos sumergieron los PerCIF con sus muchas desacertadas e inconsultas decisiones.
Para mí, como ex Catedrático de la UCR ha sido decepcionante y aleccionador el ver como entidades que deberían ser objetivas y altamente críticas como la Academia incluyendo entidades como el Estado de la Nación, asumen posiciones complacientes, incluso usando datos de la ciencia, para dar el respaldo a esas desacertadas decisiones. Es una de las únicas cosas positivas que ha dejado esta extraña crisis pandémica, que se ha podido diferenciar, por sus intereses “la brizna del trigo”.
Camino a seguir: el viejo refrán de nuestros abuelos de que “a grandes males, grandes remedios” se hace, hoy más que nunca necesario. No asumir esa responsabilidad histórica podría acarrear muy serias consecuencias sociales para el país.
La solución aquí planteada, como un eje estratégico para empezar a salir de la crisis, complementado con un verdadero impulso al desarrollo socioeconómico acelerado y sostenible del país, son indispensables. Al respecto, le hemos hecho numerosas propuestas al gobierno (HAGA CLIC AQUÍ). Y no me refiero a soluciones ilusas y fatuas como explotar o “empeñar” el oro de Crucitas, o la riqueza minera metálica de existencia NO probada del resto del país, o la existencia no probada de una dizque riqueza petrolera. Nos referimos a un impulso al desarrollo económico del país, basado en una debida y correcta planificación estratégica de sus recursos y de su manejo sustentable: bosques, biodiversidad, suelos, agua subterránea, mares, entre otras.
Debemos y tenemos que ser creativos para desarrollar empleos que si se necesiten para impulsar el desarrollo sustentable y acelerado de nuestro país. Este es el momento de generar el cambio, pues todavía se pueden reducir al máximo los efectos colaterales.
Dejarse llevar por el ritmo electoral y cálculos político – electoreros no sería correcto y lo único que hará será alargar y agravar la crisis para el país y para quien asuma el poder en poco menos de dos años. No tiene sentido esperar, pues los grandes remedios ante los grandes males, nunca deben esperar.