El agua subterránea contenida en los acuíferos del país es un verdadero tesoro natural que tiene Costa Rica, pero como no se ve a simple vista se presta para que muchos inventen todo tipo de historias y se cometan errores en su manejo y protección.
Para citar un caso, el tamaño de la superficie de la subcuenca del río Birris es de 50 kilómetros cuadrados. Sobre ella se producen hortalizas, leche, energía hidroeléctrica, viven cerca de 20 mil personas y tiene un paisaje volcánico tropical de altura que encantaría a cualquier turista.
Además, posee al menos dos acuíferos volcánicos y en ella se infiltran poco más de 38 millones de metros cúbicos de agua llovida por año.
Por si eso fuera poco posee más de 120 manantiales, que generan alrededor de 31 mil millones de litros de agua por año. Cantidad que supera incluso el número de botellas de agua de 1 litro que se consumen en los Estados Unidos de América, durante un año.
Sin embargo, esta abundancia de agua se enturbia con el manejo que se ha venido dando de ella. Una reciente investigación de postgrado en la Universidad de Costa Rica demostró que hay gran contaminación y deterioro ambiental de la subcuenca del río Birris por el uso del suelo, principalmente en lo agrícola y agropecuario, con el uso de agroquímicos y plaguicidas y donde el tema de las aguas subterráneas no se ha tomado en cuenta. Inclusive, casi la totalidad de los manantiales mencionados se encuentran dentro de las zonas de sobreuso o de desequilibrio ambiental
Esto, definitivamente, prende una luz de alerta.
En otras palabras, no tiene fundamento el argumento de que en el futuro nos vamos a quedar sin agua porque se la van a embotellar y llevar. Agua hay, y en abundancia, lo que se requiere son recursos y tecnología para manejarla y administrarla debidamente. Que todos colaboremos en su conservación.
Es muy importante recalcar que las acciones a tomar son de índole técnico. Ante todo se requiere de una moderna Ley de Recursos Hídricos, que realmente considere el correcto manejo, aprovechamiento racional y protección de las aguas subterráneas como uno de los ejes primordiales a atender. Caso contrario, como podría suceder con la aprobación del Proyecto de Ley dictaminado por la Comisión de Ambiente de la Asamblea Legislativa en abril del 2005, estaríamos perdiendo una importante oportunidad para mejorar. Nuestros diputados tienen la palabra.