¿Por qué la recuperación de los ecosistemas tropicales es vital en la lucha contra el Cambio Climático?

Marzo 26, 2023 4:38 am

En esta séptima entrega de los documentos de SALVETERRA desarrollamos un tema de gran relevancia: la importancia de la recuperación de los ecosistemas tropicales como elemento vital y fundamental en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

Ecosistemas tropicales:
la zona tropical de nuestro planeta se localiza entre los 15°-25° grados norte y sur del ecuador. Por las temperaturas cálidas y las lluvias, presenta las mejores condiciones para el desarrollo de diversos ecosistemas tropicales ricos en biodiversidad. Por si solos, estos ecosistemas contienen más biodiversidad que todos los otros ecosistemas del planeta juntos. Es claro entonces su enorme importancia para la recuperación y protección de la vida del planeta Tierra.

Pero esa relevancia no solo se vincula a la biodiversidad. Hay otros servicios ecosistémicos de gran importancia. Uno de ellos tiene que ver con la enorme capacidad de almacenar dióxido de carbono y la producción de oxígeno por fotosíntesis. Los árboles y las plantas, en general, acumulan carbono de forma temporal, pero al morir, ese carbono puede pasar al suelo donde conforma un importante sumidero que almacena el dióxido de carbono de forma permanente. Una hectárea de suelo tropical puede almacenar, en pocos años, hasta 400 toneladas de carbono.

La gran ventaja de estas zonas es que por la característica climática que tiene, la regeneración de los suelos y ecosistemas es muy acelerado. Se puede pasar de un charral a un bosque secundario en recuperación en plazos cortos (5 años en promedio).

Así, los ecosistemas tropicales son como una gigantesca fábrica de vida y biodiversidad que, además, funcionan como un sumidero de carbono cuyo desarrollo permitiría ralentizar los efectos del Cambio Climático, mientras se frena la masiva extinción de especies que afecta a nuestro planeta.

Situación actual: a lo largo del Antropoceno (desde al año 1.800 DC) y, en particular, durante las últimas cuatro décadas, los ecosistemas tropicales han desaparecido por cambios de uso del suelo, deforestación e incendios forestales (intencionales y naturales). Su área ha disminuido a la mitad y lo que queda, se está degradando rápidamente, con una significativa pérdida de biodiversidad y de su capacidad para almacenar dióxido de carbono. De paso, los suelos ricos en materia orgánica se degradan y erosionan, liberando el CO2 a la atmósfera, así como otros gases de efecto invernadero.

Gran parte de este deterioro ambiental tiene explicación por la ausencia de ordenamiento y planificación territorial, es decir, por una totalmente inadecuada gestión del territorio. A esto se suma el aumento de la población y, sobretodo, el incremento del consumo que produce una enorme presión sobre los recursos naturales de los países tropicales.

Y no nos referimos a la presión que produce los requerimientos de autoconsumo de esos países tropicales que, por lo general, son países pobres con una población muy alta (que vive con presupuestos de muy pocos dólares por día) y en crecimiento (salvo algunas pocas excepciones como Costa Rica), sino más bien a la presión que ejerce el consumo de los países ricos que requieren de productos agrícolas y ganaderos para satisfacer sus voraces necesidades que da su situación de confort.

Piña, banano, sorgo, frutas tropicales, café y otros cultivos, así como carne de res de primera calidad, son algunas de las actividades agrícolas y agropecuarias cuyo desarrollo productivo exige el uso de grandes extensiones de territorio que, debido a la falta de planificación territorial, sacrifican ecosistemas tropicales para implantarse en los territorios de los países pobres tropicales.

Así, conforme aumenta la degradación de los ecosistemas y los suelos de los países tropicales, aumenta también la pobreza. Hay una relación proporcional. También la desertificación se asocia a estos problemas, como la contaminación y degradación de los suelos, el aire y las fuentes de agua y los acuíferos de aguas subterráneas.

Conforme se degrada el ambiente de los países tropicales, se incrementan los problemas sociales y con ello, una cadena de impactos sociales de los cuales la migración hacia los países ricos (principalmente del hemisferio norte) se incrementa.

Es claro que, para cambiar esta grave tendencia de deterioro ambiental y social, se requieren aplicar acciones concretas cuya base piramidal lo constituye la efectiva y eficiente gestión del territorio de los países tropicales.

El cambio que se necesita: un cambio estratégico y fundamental del cual ya hemos escrito previamente, es la valoración y pago real, ambiental y con visión planetaria que debe tener un espacio geográfico que presenta un ecosistema natural.

No nos referimos al valor económico por hectárea o metros cuadrados que define la economía convencional a un terreno de este tipo. Por lo general, entre otros muchos factores de absoluta visión antropocéntrica y de uso inmobiliario (como los accesos y los servicios), estos terrenos son castigados y valorados como si estuvieran dañados por contener un ecosistema natural.
Incluso, cuando los mismos son objeto del pago de un servicio ambiental, el monto que se paga por hectárea es muy bajo (cerca de $ 70 – $ 75 dólares por hectárea por año en el caso de Costa Rica).

Bajo este esquema económico, es claro que los propietarios privados de terrenos que tienen ecosistemas naturales, salvo algunas excepciones, siempre van a estar tentados por los desarrolladores inmobiliarios que proponen fraccionamientos forestales, o bien por quienes extraen madera ilegal y especies de flora y fauna para que ceda y permita “aprovechar” las riquezas de esos terrenos cuyo verdadero tesoro son los ecosistemas que los conforman.

Se trata de una tentación económica a las que relativamente pocos propietarios no ceden. Se presenta en todo tipo de terrenos y en todos los países tropicales generando un grave efecto ambiental acumulativo que contribuye de forma notable con el deterioro de la Ecosfera terrestre.

La solución entonces, es darle el verdadero valor que tienen esos terrenos para confrontar la Crisis Climática, salvar la vida del planeta y restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre. También se deben incluir aquellos terrenos ya impactados y que tienen potencial para la regeneración y restauración de ecosistemas, cuya identificación debe provenir de la zonificación ambiental derivada del ordenamiento y la planificación del territorio.

Así, como hemos señalado (ver: http://www.allan-astorga.com/allan-astorga/2023/1/12/cop-27-urge-cambiar-la-estrategia-en-la-lucha-contra-el-cambio-climtico?rq=cop) la doble estrategia de tratar de descarbonizar la economía, combinada con la recuperación, protección y regeneración de suelos y ecosistemas tropicales multiplicaría las posibilidades de tener éxito. Para lograr esto, es indispensable la creación de cuentas ecológicas que financien la recuperación de ecosistemas. Sin ese financiamiento que debería provenir, principalmente, de la explotación de los combustibles fósiles, lograr el objetivo ser hará mucho más lento o muy difícil.

Ventajas múltiples: invertir en la recuperación, protección y regeneración de ecosistemas es la más importante inversión que debe hacer la humanidad en estos momentos. Lejos de seguir gastando ingentes cantidades de recursos económicos en armamento, ejércitos y guerras, la prioridad debe ser completamente otra.

Las ventajas son enormes, desde ralentizar los efectos de la Crisis Climática, hasta frenar la extinción masiva de especies en la que ya nos encontramos. Pero también hay otras ventajas sociales, dado que la inversión en ecosistemas tropicales permitirá impulsar a los países tropicales pobres hacia el progreso y el desarrollo económico. La creación de empleo, el desarrollo económico promovido por el uso sostenible de los recursos y la correcta y eficiente gestión del territorio producirán enormes avances en estos países, haciendo que la migración disminuya o desaparezca por completo; además de la mejoría en la calidad de vida.

La coyuntura es ahora. No hay tiempo para más postergaciones. De allí la importancia en seguir insistiendo en el tema.

Este artículo fue elaborado por el especialista Allan Astorga, de la ONG Salvaterra

a.astorga.g@gmail.com

La importancia de los ecosistemas de humedal y la estrategia de su recuperación

Marzo 19, 2023 4:38 am


En esta sexta entrega de los documentos de SALVETERRA® analizaremos el tema de los ecosistemas de humedal, en particular su gran importancia ecológica y la estrategia a seguir para su recuperación. Un asunto clave en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

Al respecto, no solo es suficiente hacer un recuento de todos los beneficios ecológicos que nos dan los humedales. Tenemos que ser realistas para ubicarnos de forma objetiva. No para lamentarnos, sino para tomar acciones concretas y efectivas para su recuperación y fortalecimiento.

El agua es el elemento clave de los humedales: existen diversas variantes de humedales, tanto de agua dulce como salada. En ambientes continentales pueden variar desde cuerpos de agua, como ríos, lagunas, pantanos o suampos, hasta terrenos boscosos con suelos inundados o saturados en agua durante largos periodos de tiempo.

El agua puede provenir del mar, de los ríos, las lluvias o de los mantos de aguas subterráneas. Los humedales se distinguen también por las características particulares de sus suelos y por la presencia de plantas y animales adaptados a las condiciones de inundación o de alternancia de períodos de anegamiento y sequía. De esta manera, los humedales no son necesariamente transiciones entre los sistemas acuáticos y terrestres, sino que poseen características estructurales y funcionales propias, que los diferencian de unos y otros.

Pero es importante comprender que no todo terreno afectado por estancamiento de aguas superficiales, en particular si el mismo se debe al desarrollo de inadecuados drenajes, es un humedal. Este aspecto puede a llevar a que las autoridades cometan muchas injusticias.

Situación global: en la actualidad los humedales cubren, aproximadamente, 12,1 millones de kilómetros cuadrados. El informe de Ramsar denominado Perspectiva Mundial sobre los Humedales, del año 2018, señala que los humedales han disminuido en un 35 % desde el año 1970. De acuerdo con un informe de la Naciones Unidas del año 2018, los humedales desaparecen tres veces más rápido que los bosques, los cuales tienen tasas de pérdida anual del orden de las 60 mil hectáreas.

Los humedales incluyen algunos de los ecosistemas con mayor densidad de CO2 de nuestro planeta, como las marismas saladas, las praderas marinas y los manglares. Las turberas, que representan sólo el 3 % de la superficie terrestre del mundo, almacenan el doble de CO2 que todos los bosques del planeta, y desempeñan un papel fundamental para lograr los compromisos mundiales para el cambio climático, el desarrollo sostenible y la biodiversidad.

Por esta razón, la recuperación, restauración y protección de los ecosistemas de humedal es una tarea estratégica en materia de la lucha contra el Cambio Climático.

Los humedales también contribuyen a reducir el riesgo de desastres, ya que mitigan las inundaciones y protegen las costas.

A pesar de su papel esencial en la regulación del clima mundial, los humedales siguen estando infravalorados por los responsables de políticas y de la toma de decisiones en los planes nacionales, particularmente de ordenamiento territorial.

La pérdida o degradación de los humedales tiene efectos negativos en la naturaleza y las personas. Las principales presiones sobre los humedales se relacionan con cambios en el uso del suelo (urbanización, construcción de infraestructura como carreteras, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en la dinámica del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), extracciones (pesca, maderas, pasturas, etc.), contaminación (agrícola, industrial y doméstica), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático.

Humedales en Costa Rica: en nuestro país hay avances y retrocesos en materia de protección de los humedales.

Con la promulgación de la Ley Orgánica del Ambiente (1995) los humedales adquirieron la categoría de áreas silvestres protegidas.  Pese a eso, al no disponerse de una cartografía oficial que identificara todos los humedales del país, fueron los humedales que estaban inscritos en el Convenio Ramsar o bien que estaban explícitamente definidos, los que tenían mayor protección.

En el año 2010, con la promulgación de algunos ajustes a la Ley de Vida Silvestre la situación de los humedales empeoró. Se introdujo un artículo que señala que hay pena de cárcel a quien dañe un humedal si no cuenta con la autorización por parte del Sistema Nacional de Areas de Protección (SINAC). De esta manera se abrió la puerta para afectar los humedales vía un permiso que otorga esta entidad, siempre que se cuente con viabilidad ambiental.

Sobre la base de este artículo se promulgó un decreto ejecutivo que regulaba el desarrollo de infraestructura vial en zonas de humedal. Parte de los argumentos esbozados por el MOPT – CONAVI de ese momento, era que construir una carretera por zonas de humedal era más cómodo, debido a que no había que hacer expropiaciones.

El autor participó en una acción de inconstitucionalidad contra ese decreto ejecutivo que, finalmente, la Sala Constitucional, declaró sin lugar, con lo cual se consolidó la situación de desorden en el tema de la protección de los humedales en el país.

Como parte de las discusiones que se dieron alrededor de esa acción de inconstitucionalidad, llamó mucho la atención la posición de la Procuraduría General de la República que afirmó que había dos “tipos” de humedales desde el punto de vista jurídico: los de propiedad privada y los de propiedad pública, como si esa situación implicara que unos son más susceptibles de ser impactados o dañados que otros.

Recientemente, en el año 2018, el SINAC elaboró el primer mapa de humedales de Costa Rica. Este instrumento representa un gran avance, dado que incluye todas las categorías de humedales del país a una escala suficientemente satisfactoria para gestionar su protección.

Pérdida de bosques húmedos del Humedal Caribe: por medio del estudio comparado de imágenes satelitales de diversos años, el autor ha podido identificar la desaparición de cientos de hectáreas de bosques del Humedal Caribe.  Esto llevó a la realización de una denuncia ante el Ministerio Público (ver el siguiente enlace).

La tendencia de desaparición de los bosques de humedal se ha acelerado desde el año 2014 con el inicio de construcción de la Terminal de APM en Moín. Se observó un patrón con un proceso de deforestación del bosque de humedal, el drenaje de las aguas y un proceso de disecación para el desarrollo de nuevas construcciones. El asunto es seria pues sucede a lo largo de Humedal Caribe desde Tortuguero hasta Cahuita, como mínimo.

Se trata de una situación muy grave y es posible que, en otras áreas del país, también se pueda estar dando.

Búsqueda de soluciones: son varias las acciones concretas que se deben implementar urgentemente para detener el daño a los humedales del país. Las principales son las siguientes:

  1. Fortalecer al SINAC y la Dirección de Humedales para que puedan ejercer un mayor control de la situación de humedales en el país. Esto lleva por una revisión detallada del decreto ejecutivo que establece la metodología para definir zonas de humedal y que a criterio del autor tiene serias limitaciones técnicas.

  2. Fortalecer a la unidad ambiental del Organismo de Investigación Judicial que realiza investigaciones y levantamiento de prueba sobre daño ambiental a humedales.

  3. Equipar a la Fiscalía Ambiental del Ministerio Público para que pueda disponer de fuentes de información satelital sobre los cambios de uso del suelo en zonas de bosques de humedal y en bosques en general en el país, donde se está dando una fuerte presión por el cambio de uso del suelo, como en el caso de Humedal Caribe.

  4. Sustituir o modificar el decreto ejecutivo que permite el desarrollo de construcciones en zonas de humedal por un instrumento jurídico más moderno y que fije reglas técnicas más claras sobre la protección de humedales y el desarrollo de un sistema de compensación ambiental para los casos especiales en que sea necesario el desarrollo de obras estratégicas. También debe integrar lineamientos concretos para la recuperación de humedales dañados ilegalmente o bien, como parte de la lucha contra el Cambio Climático con el desarrollo de sumideros de carbono.

  5. Impulsar el desarrollo de planes de ordenamiento territorial en todo el país, dentro de los cuales se delimiten y fijen las zonas de humedal a fin de que sean protegidos de forma más sólida con la participación de los gobiernos locales. De igual forma, estos planes deben establecer, donde se presenten las condiciones, las zonas de restauración de ecosistemas de humedal.

Con el desarrollo de estas acciones concretas sería posible cambiar el rumbo al proceso de deterioro que está afectando a los humedales del país.

Como hemos dicho antes, Costa Rica tiene el potencial de convertirse en un país líder en el mundo que, con el ejemplo, puede mostrar el correcto camino hacia la protección del ambiente, incluyendo los importantes sistemas de humedal tropicales.

 

a.astorga.g@gmail.com

El papel proactivo de los ciudadanos y sus gobiernos locales en la lucha contra el cambio climático

Marzo 12, 2023 4:43 am

A solicitud de algunos de nuestros lectores, en esta quinta entrega de los documentos de SALVETERRA desarrollamos el tema de los actores clave en la implementación de soluciones a los problemas ambientales que tiene nuestro planeta Tierra.

El rol clave de los gobiernos locales: hemos destacado que la verdadera y efectiva lucha contra el Cambio Climático y por restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre se debe dar a escala local, es decir, como parte de las tareas estratégicas de los gobiernos locales.

La razón de ello es muy simple y tiene que ver con lo que denominamos los impactos ambientales acumulativos. Desde que la población humana y su creciente grado de consumo empezó a tener una fuerte incidencia ambiental en la Ecosfera terrestre, se inició el deterioro de la misma. Esto ocurrió hace poco más de dos siglos, con el inicio de la industrialización. Lo que algunos denominan el Antropoceno.

Los impactos principales se han dado de forma local, en casi todo el mundo, de forma más o menos simultánea, de manera ubicua y sumándose a través del tiempo. 

Esos impactos involucran acciones concretas como los cambios de uso del suelo para el desarrollo urbano, la deforestación y el daño a los ecosistemas, la agricultura con el uso de agroquímicos y pesticidas, la ganadería y sus impactos al suelo y el aire, la producción de emisiones que contaminan el aire, la producción de aguas residuales que contaminan el suelo y las aguas superficiales y subterráneas, la producción de residuos sólidos, incluyendo los plásticos que tanto daño producen en los ríos y, en especial, a los océanos del mundo.

La reversión y corrección de esos impactos ambientales que han desequilibrado la Ecosfera terrestre y generado el Cambio Climático requiere de una acción local, sistemática, ubicua y de alcance global, es decir simultánea en todos los gobiernos locales del mundo. Sin esta acción estratégica, y solo dependiendo de acciones de política global, no será suficiente para, realmente, lograr objetivos concretos y efectivos.

Por esta razón el papel de los gobiernos locales es tan importante y con ellos, de los ciudadanos que formamos parte de esos gobiernos locales del mundo.

Acciones estratégicas de los gobiernos locales: la gestión sustentable del territorio, de los recursos naturales y del ambiente por parte de los gobiernos locales es la acción estratégica más importante que estos deben desarrollar. Es el argumento clave que permitirá generar una cadena de impactos positivos en temas que, en primera instancia, no parecen tener relación, como el desarrollo social del municipio, el progreso económico y otros factores no menos importantes, como el educativo, de salud, movilidad y de gestión preventiva del riesgo, entre otros.

Esta gestión del territorio, de los recursos naturales y el ambiente deben partir de un ordenamiento ambiental territorial a escala detallada  y de una planificación territorial acorde que tenga como objetivo primordial el balance entre la protección del ambiente, el manejo sostenible de los recursos naturales y el progreso socioeconómico.

Nuestros estudios técnicos, por más de 20 años, en materia de ordenamiento ambiental y planificación de territorio en Centroamérica y el Caribe, nos muestran que ese balance si es posible y que no existe contradicción alguna. Es decir, que es perfectamente realizable y ejecutable.

La serie compleja de problemas que implica la no realización de esa tarea estratégica y la no consecución de ese balance, es muy grande y sobre todo acumulativa. Son muchos los problemas y cuando los repasamos, nos damos cuenta que son las fuentes locales del enorme desequilibrio que afecta a la Ecosfera de nuestro planeta.

La contaminación ambiental, no solo en los continentes (suelos, ríos, lagos, entre otros), sino también en los mares; la pérdida de la biodiversidad, la degradación del suelo, la existencia de, cada vez más construcciones en condiciones de algo y muy alto riesgo, la pérdida de fuentes de agua, la contaminación de los acuíferos someros y las cada vez más profusas emisiones de gases de efecto invernadero sin que se desarrollen sumideros compensatorios, son solo algunos de los problemas “locales” que se presentan en los municipios y que se reproducen, uno a uno, con diferentes matices a lo largo de todo el planeta.

Las tareas proactivas de los ciudadanos: en general los ciudadanos de un municipio participan poco en la gestión ambiental local y es algo que debe cambiar.

Muchos de nosotros consideramos que ya estamos haciendo lo necesario por el ambiente y por proteger el planeta. Reciclamos parte de los residuos sólidos, ahorramos agua y energía, tratamos de usar el transporte público, tratamos de no usar bolsas plásticas o productos de estereofón, algunos hacen compostaje y otros hasta participan en las labores de limpiar de basura los cauces de los ríos y las playas. Otros siembran árboles. Todo esto es muy importante y valioso, más, sin embargo, es solo una parte de las tareas a desarrollar.

Es necesario que las comunidades de un municipio participen de forma proactiva con el gobierno local en el impulso al desarrollo de las tareas estratégicas que deben desarrollarse, localmente, en la lucha contra el Cambio Climático y la recuperación del equilibrio de la Ecosfera terrestre.

¿Quién y cuándo se debe empezar? La toma de conciencia y el inicio de la implementación de acciones efectivas es una responsabilidad de todos, tanto del gobierno local, como de los ciudadanos y de las comunidades organizadas. Es un asunto que debe moverse en los dos sentidos, es decir, los ciudadanos y las comunidades impulsando al gobierno local al inicio de tareas en materia de las acciones estratégicas y el gobierno local, incentivando y motivando a los ciudadanos y las comunidades para que participen de forma activa y proactiva en el desarrollo e implementación de esas acciones estratégicas.

Es vital que ambas partes dejen de tener un papel pasivo, asumiendo que no es necesario hacer nada, o que ya es demasiado tarde o que, ya se está haciendo lo suficiente. Esto es un grave error y es parte del problema que tiene que ser resuelto.

Preguntas clave: a modo de una guía orientativa (no exhaustiva) que, tanto los ciudadanos y/o las comunidades organizadas, como el mismo gobierno local pueden hacerse para saber si ya se está trabajando en el desarrollo de las acciones estratégicas, podemos hacernos las siguientes preguntas:

 1.¿en el territorio de nuestro gobierno local se ha realizado ordenamiento y zonificación ambiental? 2. ¿se ha realizado planificación territorial acorde con esa zonificación ambiental? 3. ¿se está realizando efectiva gestión preventiva del riesgo? 4. ¿existe un plan estratégico de recuperación de ecosistemas y biodiversidad? 5.¿existe un plan de recuperación de suelos y desarrollo de estos como sumideros de carbono? 6. ¿existe un plan de desarrollo de agricultura y ganadería regenerativas? 7. ¿hay un plan o estrategia de reducción de emisiones de efecto invernadero para lograr un objetivo concreto de que el municipio sea carbono neutral o carbono negativo? 8. ¿hay un plan de descontaminación del cantón respecto al suelo, los cauces y cuerpos de agua? 9. ¿se está impulsando un plan estratégico de desarrollo socioeconómico del territorio del gobierno local que considere el tema ambiental y que sea realmente sustentable? 10. ¿las tareas ambientales que desarrolla el gobierno local tienen verdadera incidencia en la lucha contra del Cambio Climático y la búsqueda del equilibrio de la Ecosfera terrestre?

Estas son algunas preguntas que podríamos hacernos para determinar si nuestro gobierno local realmente está trabajando de forma efectiva en el desarrollo de acciones estratégicas.

Coyuntura especial: los ciudadanos de un gobierno local también tienen acceso a una acción estratégica que es vital para incidir de forma efectiva en el rumbo que lleva el gobierno local. Tiene que ver con el voto que se ejerce periódicamente para escoger las autoridades locales. 

Esta tarea es vital y exige que, por responsabilidad ciudadana y por conciencia ambiental planetaria, todos y cada uno de nosotros participe de ese proceso. No solo con ir a votar, sino pidiendo que quienes se postulen para esos puestos asuman la responsabilidad y compromiso firme de trabajar en la ejecución de las tareas estratégicas que son necesarias para salvar nuestro planeta.

Y como podemos ver, trabajar por el beneficio de nuestro planeta, en la lucha contra el Cambio Climático y el equilibrio de la Ecosfera terrestre, no implica que tengamos que ir a manifestarnos en Nueva York en la sede de la ONU o en Davos, la sede del Foro Económico Mundial. Lo que ocupamos es empezar a hacer tareas y acciones efectivas a nivel local. 

Con el ejemplo y la obtención de productos concretos, podremos lograr que otras comunidades y otros gobiernos locales del mundo también se dirijan a esos objetivos. 

Es sumamente importante que, lo antes posible, todos y cada uno de nosotros empecemos a hacer algo a escala local, apoyando e incentivando a nuestro gobierno local. Se trata de una coyuntura especial, pues, aunque todavía hay algo de tiempo, es el momento para hacer trabajo ambiental estratégico y lograr que nuestra comunidad y el gobierno local asuman su papel como el actor más importante para salvar nuestro mundo.

a.astorga.g@gmail.com

La importancia del suelo y las soluciones a la desertificación de la Ecosfera terrestre

Marzo 5, 2023 4:25 am

En esta cuarta entrega de los documentos de SALVETERRA desarrollamos el tema del suelo y la enorme relevancia que tiene para la vida en la Ecosfera terrestre, incluyendo a la humanidad misma. Desafortunadamente, también tenemos que hablar del tema de la degradación del suelo.

Al momento de escribir este artículo (13.02.2023) la cantidad de hectáreas perdidas de suelo superan las 840 mil, solo para lo que llevamos en este año.

Algo sumamente grave, pues se trata de un efecto acumulativo dado que el daño ambiental a los suelos es irreversible en tiempos humanos, debido a que su restauración, cuando es posible, dura cientos de años.

Aunque el panorama no es alegador, todavía hay esperanza y existen soluciones que requieren ser implementadas a escala local, por todos y cada uno de los gobiernos locales del mundo y en los próximos años. La primera gran tarea es cobrar conciencia de lo que hay que hacer y este es el objetivo de este artículo.

El suelo y su función vital: el suelo es un recurso natural no renovable del que depende la vida en nuestro planeta. Representa la base que sirve de fuente de alimento, fibras textiles y madera. Es la red más amplia de purificación e infiltración del agua superficial hacia los acuíferos y un hábitat en el que proliferan los microorganismos que mantienen en funcionamiento los ciclos biogénicos que permiten mantener la vida.

La generación de tan solo 3 milímetros de nuevo suelo superficial, por meteorización química, requiere, en promedio, un siglo, por eso es un recurso no renovable dentro de nuestra escala de tiempo. El suelo está sometido a una enorme presión de producción, ya que es el principal sustento para alimentar a los más de 8.000 millones de personas que pueblan la Tierra en la actualidad.

El suelo es un sistema dinámico con importantes equilibrios físico-químicos y biológicos; el conjunto de reacciones que tienen lugar en el mismo constituye el mayor reactor de nuestro planeta, necesario para la depuración de las aguas y la recarga limpia de los acuíferos subterráneos.

En relación con el cambio climático el papel de las plantas en la captura del CO2 atmosférico es crítico; menos conocido es que cerca del 20% del carbono capturado se almacena en el suelo en forma de materia orgánica. Por esta razón, las Naciones Unidas aconseja conocer y manejar correctamente los suelos para que las prácticas de laboreo (como el arado) no promuevan la emisión de otros gases de efecto invernadero.

La biodiversidad en nuestro planeta comprende no solo una vertiente macroscópica, visible, sino también otra microscópica, una parte significativa de la misma se encuentra en los suelos. Así, un solo gramo de suelo de cualquier lugar de la Tierra alberga millones de microrganismos. Esta biodiversidad es mayor en las zonas tropicales y es el motor para mantener activos los ciclos biogénicos de los elementos.

Por ello, preservar el suelo en estado saludable, o “recuperarlo” cuando se ha deteriorado, no solo es una vía para obtener alimentos seguros y disfrutar de nuestros paisajes (por los ecosistemas naturales que se desarrollan sobre el suelo), sino que es esencial para el mantenimiento global de la vida en el planeta. Es responsabilidad de todos conservar y utilizar el suelo, para darle el uso ambientalmente más sustentable.

Degradación del suelo: Más del 75 por ciento de la superficie terrestre del planeta está considerablemente degradada, lo que perjudica el bienestar de más 3.200 millones de personas, según el primer estudio global resumido por la Revista Nacional Geographic en el año 2018. En los últimos cinco años la situación de la degradación se ha incrementado.

Estas superficies que se han convertido en desiertos, están contaminadas o han sido deforestadas con lo cual se acelera el proceso de extinción de especies.

Si esta tendencia continúa, el 95 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra estaría degradada para 2050. Los estudios advierten que esta situación podría obligar a migrar a cientos de millones de personas, a medida que la producción de alimento se desploma en muchos lugares.

La expansión rápida y la gestión no sostenible de tierras de cultivo (con uso de maquinaria para el arado) y de pasto son las principales impulsoras de la degradación del suelo, que provoca pérdidas importantes de biodiversidad y afecta a nuestra seguridad alimentaria, la purificación del agua, el abastecimiento de energía y otras contribuciones de la naturaleza fundamentales para las personas. También contribuye a este proceso el cambio no planificado del uso del suelo, sobretodo en zonas tropicales.

Como parte de esa gestión no sostenible del suelo, se incluye principalmente el arado de los terrenos y el uso intenso de agroquímicos a base de nitrógeno. Este tipo de prácticas agrícolas, junto con el uso de organismos genéticamente modificados ha transformado la agricultura extensiva e intensiva, en una agricultura “artificial” que lejos de mejorar las condiciones naturales del suelo, las deteriora. Así, los países se vuelven dependientes del uso de grandes cantidades de agroquímicos, con los que, además se contaminan las aguas subterráneas y se producen toda una seria cadena de impactos que tiene efectos negativos en los insectos, que a su vez son vitales para la agricultura debido a su función polinizadora.

Desertificación del suelo: se produce como producto de la pérdida de carbono y agua del suelo. Un suelo sano absorbe agua y carbono. Cuando hay plantas vivas hay agua en el suelo. Cuando no las hay, hay evaporación y se pierde el agua. Se rompe el ciclo. El 60 % del agua de lluvia proviene de un ciclo mayor desde la evaporación de los océanos, pero un 40 % proviene de ciclos más pequeños de evapotranspiración de las plantas. Lo suelos desnudos aumentan la temperatura de la atmósfera inferior y crean vórtices que alejan las nubes y las lluvias. Se intensifica así, la desertificación.

Casi dos tercios del suelo fértil de nuestro planeta se ha desertificado o en está en proceso de desertificación. Esta ha sido la principal causa de la extensión de civilizaciones humanas (casi 20 en la historia de la humanidad). Cuando no hay posibilidad de producir alimentos, la vida se termina. Según estudios de la ONU, en 60 años, todos los suelos fértiles del planeta habrán desaparecido si no se hace algo por detener este alarmante proceso.

Observaciones de la NASA muestras que durante los meses de arado en el hemisferio norte (marzo y abril) aumentan considerablemente las emisiones de CO2 a la atmósfera. En junio, cuando las plantas crecen, el contenido de CO2 de la atmósfera se reduce. Por tanto, las plantas tienen un enorme poder colectivo o acumulativo. Un planeta cubierto por vegetación sobre suelos ricos en carbono, es un planeta sano.

Los humedales son las áreas del planeta más afectadas por la degradación del suelo: el 87 por ciento se ha perdido en todo el mundo en los últimos 300 años. Desde el año 1900 se ha perdido el 54 por ciento. Todavía se destruyen humedales en el sureste asiático y la región africana del Congo, principalmente para plantar palma aceitera.

Las causas subyacentes de la degradación del suelo son los estilos de vida de alto consumo en las economías más desarrolladas, combinados con el aumento del consumo en las economías emergentes y en vías de desarrollo. El alto consumo per cápita, que sigue en aumento, amplificado por el crecimiento demográfico continuo en muchas partes del mundo, están generando niveles insostenibles de expansión agrícola, extracción de recursos naturales y minerales, y urbanización.

Aplicando soluciones: hay muchas soluciones probadas para revertir estas tendencias, como el ordenamiento ambiental y la planificación territorial de escala detallada, la reforestación con especies nativas, la construcción de infraestructura verde, la rehabilitación de suelos contaminados y sellados (por ejemplo, bajo el asfalto), el tratamiento de aguas residuales y la restauración de los canales fluviales.

El desarrollo de agricultura y ganadería regenerativa es vital, no solo por la posibilidad de convertir las tierras productivas en sumideros de carbono y de gases de efecto invernadero, sino por la posibilidad de crear suelos fértiles y altamente productivos.

Es urgente gestionar el suelo a escala del paisaje, donde las necesidades de la agricultura, la industria y las áreas urbanas pueden equilibrarse de forma integral. Además, las prácticas agrícolas deben modificarse sustancialmente.

Para las regiones en vías de desarrollo, como algunas partes de Asia y África, el coste de la inacción ante la degradación del suelo es al menos tres veces superiores al coste de la acción. Y los beneficios de la restauración son 10 veces superiores a los costes.

Muchos países ricos “descentralizan” sus impactos medioambientales importando grandes cantidades de alimentos, recursos y productos de otros países. La Unión Europea importa entre el 30 y el 40 por ciento de su comida, por ejemplo. De esta forma los problemas para el suelo se dan en otros territorios. Parece obvio que estos países deberían pagar el costo de la restauración y mejoramiento de suelos en los países productores.

Lograr restaurar ecosistemas que fueron convertidos a pastizales o espacios para agricultura tendría un doble beneficio: uno en la biodiversidad y otro en la mitigación del cambio climático. Esto concluyó un estudio publicado en la revista Nature y realizado por 27 investigadores de 12 diferentes países.

Un estudio mundial realizado recientemente, tras analizar 870 millones de hectáreas de ecosistemas en todo el mundo que se han convertido en tierras de cultivo, se concluyó que si se logran restaurar el 15% de estas tierras se evitaría el 60 % de las extinciones. Específicamente, el 54% de los ecosistemas analizados eran originalmente bosques, el 25% pastizales, el 14% matorrales, el 4% tierras áridas y el 2% humedales.

Pero los beneficios no paran ahí: el estudio también concluyó que restaurar el 15 % de las tierras del mundo implicaría absorber más de 463 mil millones de toneladas de dióxido de carbono. “Impulsar los planes para devolver grandes extensiones de la naturaleza a un estado natural es fundamental para evitar que la biodiversidad y las crisis climáticas se salgan de control”, explicó Bernardo BN Strassburg, autor principal del estudio.

Igualmente, para evitar el temor que la restauración de ecosistemas les quite espacio a los cultivos y, por ende, amenace la seguridad alimentaria, los investigadores calcularon cuántos ecosistemas podrían revivirse sin cortar el suministro de alimentos. Descubrieron que el 55% (1.578 millones de hectáreas) de los ecosistemas que se habían convertido en tierras de cultivo, podrían restaurarse sin interrumpir la producción de alimentos. Esto podría lograrse mediante la intensificación bien planificada y sostenible de la producción de alimentos, junto con una reducción del desperdicio de alimentos y un abandono de alimentos como la carne y el queso (salvo que provengan de la producción regenerativa), ya que requieren grandes extensiones de tierra y, por lo tanto, producen emisiones desproporcionadas de gases de efecto invernadero.

Como podemos ver, existen soluciones reales y efectivas. Un país como Costa Rica, además de implementar este tipo de acciones, podría convertirse en un líder mundial en el tema de restauración de suelos, producción regenerativa y lucha contra la desertificación y el Cambio Climático. La clave es el ordenamiento ambiental del territorio y la planificación territorial sustentable.

allan@salveterra.life

PAZ para cuidar al planeta

A un año del inicio del conflicto militar en Ucrania, más que seguir hablando de guerra, es muy importante que los ciudadanos del mundo, exijamos a los países ricos del hemisferio norte que se negocie la paz.

Además de los miles de muertos y heridos que se han dado, así como los millones de refugiados y la enorme destrucción de infraestructura, este conflicto ha afectado a todo el mundo de una forma directa o indirecta, generando una enorme cadena de impactos que, para variar, siempre daña de mayor manera a la gente más pobre de nuestro planeta.

Aclaramos que nuestra solicitud es que no solo este conflicto militar termine, sino todos los otros que están sucediendo, con menos suceso, pero no con menos drama, en otros lugares del planeta.

Como ciudadano de un país como Costa Rica, donde se eliminó el ejército hace más de 60 años y que apostó por la negociación, el diálogo y la institucionalidad internacional para negociar la paz, creemos firmemente en el especial derecho humano de pedir que acabe la guerra y que se negocie la paz.

Necesitamos atender nuestro planeta: la petición de paz no es solo para que la grave crisis económica derivada de la guerra, y que afecta de una u otra manera a todos, termine de una vez y permita que exista un alivio económico y una posibilidad de reactivación en medio de un acúmulo continuo de vicisitudes sin fin.

La petición de paz es un grito desesperado por nuestro planeta y la vida de la Ecosfera terrestre.

En medio de la guerra, los países ricos del hemisferio norte han puesto “en pausa” su preocupación por el ambiente. Sus prioridades han cambiado.

Las armas, la destrucción y las sanciones parecen ser lo más urgente, como si el deterioro de la Ecosfera terrestre, cada vez más acelerado, o las necesidades de la gente más pobre como el hambre, la ayuda para la salud y la educación, también pudieran ponerse en pausa.

Algo absolutamente ilógico e incomprensible, en especial si pensamos que en esos países ricos se encuentran las universidades e institutos de investigación más prestigiosos y avanzados. Allí se encuentran las mentes más preclaras y capaces. Y a pesar de todo eso, se está descuidando nuestro planeta de una forma alarmante.

La salud de la Ecosfera terrestre es crítica: como hemos señalado previamente (www.allan-astorga.com) la salud de nuestra Ecosfera terrestre se encuentra muy dañada. Los principales indicadores o límites planetarios están en estado de peligro, en la zona roja o muy cerca de ella.

Los bosques y los ecosistemas siguen desapareciendo a una velocidad cada vez más rápida, la vida del planeta desaparece en medio de la séptima gran extinción de especies que se inició con el rápido aumento de la población humana hace poco más de 200 años, los insectos desaparecen y con ellos los polinizadores que son vitales para la producción agrícola.

El agua dulce y fresca, tanto superficial como subterránea, está disminuyendo o se está contaminando rápidamente como producto del intenso uso de agroquímicos y pesticidas en la agricultura.

Los residuos sólidos y las aguas residuales de las ciudades contaminan los ríos, los suelos y las zonas costeras en una tasa cada vez más creciente y que se apareja a la velocidad del crecimiento poblacional y del consumo en los países del tercer mundo.

El creciente quemado de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural) y de madera en todos los países, ricos y pobres, así como la actividad industrial sin control ambiental, continúan contaminando el aire de las grandes urbes del planeta. Urbes donde cada vez vive más gente que abandona el campo y busca la ciudad en espera de mejorar sus condiciones de vida.

Los incendios forestales, cada vez más catastróficos siguen dañando no solo los bosques tropicales, sino también los bosques de climas templados y boreales. Nuestros sumideros de carbono y de gases de efecto invernadero, lejos de estar creciendo, están disminuyendo a una velocidad acelerada. El permafrost de las zonas boreales sigue aportando, en tasa creciente, metano a la atmósfera del planeta y con ello agravando la situación.

Los océanos también están muy contaminados. En 50 años han perdido la mitad de la vida que albergaban. Los desechos sólidos provenientes de los continentes, principalmente los microplásticos y las sustancias químicas, han alcanzado todos los mares y han hecho que su calidad de agua disminuya, así como su potencial para absorber dióxido de carbono, con lo cual la situación planetaria se agrava.

Desde nuestras casas, estamos contribuyendo, sin saberlo, a dañar los océanos del planeta que son nuestra principal esperanza de vida. Generamos desechos sin estar claros que éstos están llegando al mar y consumimos productos del mar que no son verdaderamente sustentables.

La Crisis Climática se agrava cada vez más: independientemente de que exista guerra o no, el deterioro de nuestra atmósfera planetaria y el cambio climático se sigue dando. Con la guerra, la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero se ha incrementado, con lo cual se sigue agravando el calentamiento global.

Resulta absolutamente paradójico que en los países ricos del hemisferio norte las prioridades hayan cambiado tan rápidamente. Se han incrementado los presupuestos militares y muchas de las políticas en tema de energías renovables y cambio climático se están cuestionando muy seriamente. No tanto por sus poblaciones, sino por sus autoridades que parecen estar confundidas sobre qué es lo correcto y qué no lo es.

Lo más grave de todo es que estamos avanzando hacia un punto de no retorno en el tema de las emisiones de CO2 y el límite crítico de un aumento de la temperatura de la atmósfera del planeta en 2 grados respecto a las temperaturas preindustriales (pre Antropoceno). Ese límite se encuentra cercano (2030 – 2032). Por eso, resulta hasta irresponsable que se esté gastando el tiempo en algo tan sin sentido como una guerra que ha desencadenado una crisis económica que retarda aún más la toma de acciones concretas.

Tenemos que enfocarnos en los verdaderos objetivos planetarios: nuestro deber es pensar en el mundo que estamos heredando a nuestros niños y jóvenes. Debemos enfocar nuestros esfuerzos en realizar acciones efectivas y concretas por la restauración del equilibrio de la Ecosfera terrestre y en la lucha por ralentizar la Crisis Climática. Esto, mientras al mismo tiempo, nos esforzamos por procurar el progreso humano sustentable de nuestra civilización.

Se trata de tareas vitales y para las cuales no hay posibilidad de postergación. A nuestra generación le corresponde esta tarea vital: “salvar la vida de la Ecosfera terrestre” y no promover su destrucción.
Todos y cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de incidir y de hacer algo. Mantenernos pasivos y a la espera de que las cosas mejoren por si solas, no ayuda. Debemos llenar de esperanza nuestro futuro. Todavía podemos hacer mucho por nuestro planeta.