Los efectos del cambio climático son cada vez más notables. Las anomalías del tiempo y del clima se notan cada vez más, independientemente de los biozonas terrestres o marinas en que nos encontremos. Cada año, en las latitudes altas, el verano es más caluroso y el invierno más frío, mientras que la primavera y el otoño son diferentes, pues se parecen más al verano o al invierno.
En el trópico las lluvias intensas se alternan con sequías que provocan cambios en los ecosistemas y adaptaciones rápidas de algunas especies cuya presencia o ausencia en ciertos biotopos alteran el equilibrio y afectan las mismas actividades humanas.
Todos notamos que se están suscitando cambios cada vez más rápidos y, en el fondo, una preocupación latente por el futuro nos empieza a generar angustia. En su mayoría, ante la impotencia de hacer algo, esa situación nos lleva a mirar hacia otro lado y tratar de pasar el rato, con la mente en otra cosa.
Ante esta situación, resulta relevante ver nuestra historia pasada usando el Principio del Actualismo en Geología en un sentido bidireccional, es decir, que la comprensión de los fenómenos del pasado, nos puede dar una luz sobre la situación actual y la tendencia hacia donde nos dirigimos.
Desde esta perspectiva, resulta relevante comprender lo que sucedió en el Cuaternario en materia de cambio climático, con particular énfasis en el Holoceno, el periodo geológico donde nuestra civilización humana surgió.
Cuaternario: representa la última división temporal del Cenozoico que es la última era que se inició hace 66,5 millones de años, cuando la vida en el planeta cambió a causa de la caída de un meteorito que provocó una gran extensión masiva de especies, incluyendo a los dinosaurios.
El Cuaternario se inició hace 2,58 millones de años y se extiende hasta la actualidad, incluyendo el inicio de la historia de la civilización humana. Es el periodo geológico más estudiado y mejor conocido. Durante este periodo surgió el Homo sapiens en el planeta.
Se divide en dos épocas: el Pleistoceno y el Holoceno. Este último empezó hace 11.700 años. Algunos han sugerido que un periodo nuevo, denominado como Antropoceno que comienza por allí del año 1.800 DC con el inicio de la actividad industrial y un rápido crecimiento de la población humana en el planeta, haciendo que su incidencia afectara de forma significativa toda la Ecosfera terrestre, en particular, durante los últimos 50 años.
La configuración de los continentes y los océanos varió relativamente poco durante el Cuaternario, respecto a la configuración actual. Sin embargo, las mayores variaciones se dieron con el ascenso y descenso del nivel del mar originados por los periodos glaciares e interglaciares.
Debido a estas variaciones del nivel del mar, desaparecían bajo la superficie del agua diversas plataformas continentales, como son el estrecho de Bering, la unión de las islas de Indonesia, Nueva Guinea, Japón y Taiwán, la unión de Australia con Nueva Zelanda y Tasmania, o la transformación, al bajar el nivel del mar, del Mar Negro y Mar Báltico en lagos de agua dulce.
En nuestro país, durante los periodos glaciares, el Golfo de Nicoya era una extensa llanura por la que discurría el río Tempisque. Los pocos cerros que se presentaban en esa llanura arbolada, por donde deambulaban mamuts, correspondían con lo que hoy son las islas del Golfo de Nicoya. La barra de Puntarenas no existía, ni tampoco el estero. El río Barranca atravesaba la llanura hasta desembocar en río Tempisque.
Las playas de Guanacaste y del Pacífico Central no se encontraban dónde están hoy, sino que en su lugar se presentaban llanuras costeras que se extendían hacia el mar, más allá del horizonte donde se encontraban otras playas arenosas diferentes a las actuales.
El Golfo Dulce también era una llanura costera donde se desarrollaba una exuberante selva tropical continuación de la zona boscosa de lo que hoy es el parque de Corcovado. En su parte central, en medio de la selva tropical se presentaba un lago profundo originado por la actividad tectónica de esa zona del sur del país.
Clima del Cuaternario: durante el Cuaternario el clima estuvo contralado por el desarrollo de periodos fríos con el desarrollo de glaciares y periodo calientes, llamados interglaciares o interglaciáricos.
Las investigaciones científicas realizadas con perforaciones profundas realizadas en el hielo de regiones muy frías, así como de microfósiles de los sedimentos marinos, indican que las temperaturas variaban entre 4 a 5°C por debajo de la actual en las aguas oceánicas superficiales (periodos glaciares), y otras 1 a 2 °C por encima de las temperaturas modernas (periodos interglaciares).
Durante los episodios más fríos existieron grandes capas de hielo de un espesor de al menos 4 km en Europa, América del Norte y Siberia. Los intervalos más cortos y cálidos entre glaciaciones se llaman interglaciares.
En Costa Rica hay pruebas del desarrollo de capas de nieve y hielo en las cumbres de los volcanes (por ejemplo, el Irazú y el Turrialba) y de los principales picos de la Cordillera de Talamanca.
En general, el Cuaternario se ha registrado como un período de fluctuaciones en el nivel del hielo en las regiones polares, en ciclos más o menos estables que oscilaban los 100.000 años. Según esta teoría, se estiman en alrededor de 80 glaciaciones de diverso tamaño a lo largo del Cuaternario, generando períodos glaciares o “eras del hielo” en las que el hielo se expandía, los mares descendían y el clima global se enfriaba. En los períodos interglaciares, el frío mermaba, el calor aumentaba y los hielos retrocedían, liberando agua a los océanos.
Sin embargo, se han identificado cuatro grandes periodos glaciales con sus correspondientes interglaciares: Glaciación de Würm o Wisconsin, Glaciación de Riss, Glaciación de Mindel y Glaciación Günz. Estos grandes periodos glaciales han labrado las diversas terrazas fluviales que observamos en muchos lugares de Costa Rica.
En todos los casos, las causas de esas fluctuaciones climáticas (glaciares e interglaciares) fueron naturales y se vinculan a las particularidades de la órbita del planeta Tierra, que tienen ciclos de cerca de 100.000 años y que se denominan como ciclos de Milankovic. También pueden jugar un papel catalizador de estos procesos otras causas naturales como la composición de la atmósfera que se puede alterar por actividad volcánica muy intensa, la tectónica de placas y las corrientes marinas.
Holoceno: este periodo geológico comenzó al terminar la última gran glaciación. Las grandes capas de hielo de la última glaciación han estado desapareciendo. Todavía existen remanentes de esos glaciares, que ahora ocupan el 10% de la superficie terrestre, en Groenlandia, la Antártida y varias regiones montañosas.
Durante todo este periodo el clima fue estable en casi todo el planeta. Esto permitió el desarrollo de la civilización humana en diversos lugares: Asia (China y la India), Oriente Medio, Norte de África y Mesoamérica. Sobretodo por el hecho de que un clima establece permitió el desarrollo de la agricultura y la producción de alimentos para una humanidad que dejó de ser nómada, se asentó y empezó a construir ciudades, así como la religión, las artes y la cultura y, bueno, también la guerra y más tarde, las ciencias.
Hasta el año 1.800 DC y, particularmente, a partir del año 1.850 DC la causa natural del retroceso de los glaciares tuvo una causa adicional que fue el calentamiento del sistema climático por causas humanas.
Las curvas de variación de la temperatura, el contenido de dióxido de carbono y del polvo en la atmósfera del planeta se han incrementado anómalamente, en lo referente a la tasa de cambio, durante ese periodo. Así, el “efecto humano” ha servido como un catalizador, acelerando los procesos naturales de fluctuaciones climáticas de, al menos, el Cuaternario.
Este efecto catalizador en el incremento de la temperatura de la atmósfera tiene relación directa con el quemado de combustibles fósiles (carbón mineral, petróleo y gas natural) que ha hecho la humanidad, en particular durante los últimos 50 años. Pero también, se vinculan a eso los grandes y desordenados cambios en el uso del suelo de todo el planeta, eliminando bosques para cambiarlos por sitios de cultivo o de ganadería, zonas urbanas e industriales o sitios de explotación de recursos naturales.
Así, además de un calentamiento rápido de la atmósfera del planeta, la humanidad ha provocado pérdida de biodiversidad y de la biomasa de los biomas terrestres y marinos, así como contaminación y degradación del suelo y de las aguas superficiales y subterráneas. De esta manera, el Antropoceno se resume como el efecto acumulativo de todo este accionar en el que la humanidad se ha vuelto un agente activo de cambios negativos en el equilibrio de la Ecosfera terrestre.
Tendencias: la revisión de lo sucedido en el pasado, durante el Cuaternario, nos sirve de base para identificar los cambios que se pueden dar en el futuro próximo. Así, en el pasado, zonas de selvas fueron sustituidas gradualmente por zonas de sabanas y en algunos casos a desiertos completos. Por su parte, zonas templadas y frías, dieron paso a zonas de bosques. Son cambios que obedecen a ese ciclo natural de enfriamientos y calentamientos de la atmósfera de nuestro planeta y que, parecen haber sido la constante, no solo en el Cuaternario sino más atrás en el tiempo geológico.
No obstante, por primera vez, a los fenómenos naturales de cambio se ha agregado la acción humana que, también, por primera vez, durante cientos de miles de años, tiene la capacidad de generar cambios que de verdad han incidido e inciden en equilibrio de la Ecosfera terrestre.
Para la ciencia, todavía no es posible predecir, con exactitud, las variaciones que se van a dar como consecuencia del Cambio Climático y de los otros límites planetarios que hemos alterado; ni tampoco la velocidad con que van a suceder.
Lo que sí es posible señalar es que serán cambios como lo que se han observado en el pasado, con la particularidad que, dado el efecto catalizador de las acciones humanas, van a ser más rápidos, incluso perceptibles a lo largo de una vida humana, algo que llama mucho la atención, pues en la naturaleza, por lo general, los cambios ocurren a lo largo de los tiempos geológicos que son mucho más largos que una vida humana.
Así, nuestras actuales generaciones humanas nos enfrentamos a tiempos de desconocidos y muy rápidos cambios en el ambiente de nuestro planeta. Cambios que representan un enorme desafío y que tendremos que enfrentar de la forma más resiliente posible.
La única buena noticia en medio de todo esto, es que, al haber sido, la misma humanidad el elemento catalizador, también puede y tiene que servir de agente de frenado y de corrección. Algo que todavía, lamentablemente, no hemos comprendido en su verdadera dimensión, pues si existen soluciones, pero cada vez, menos tiempo para aplicarlas. Nosotros mismos, como humanidad, estamos labrando un futuro muy difícil, donde nuestro planeta nos va a parecer, salvo algunas excepciones, cada vez más agreste e inhospitalario.
El autor de Geólogo Ambiental y Doctor en Ciencias Naturales. Especialista en evaluación ambiental, ordenamiento y planificación del territorio, gestión preventiva del riesgo ante las amenazas naturales (GeoRiesgos y efectos del Cambio Climático)