Agosto 27, 2023 4:25 am
Mediante la Ley No. 7412 de 3 de junio de 1994 se reformó el artículo 50 de nuestra Constitución Política. En el mismo se incluyó el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Han pasado 30 años. Al respecto, cabe preguntarnos si ese ambiente se encuentra en el mismo estado y si el equilibrio ecológico está igual o ha mejorado, o si más bien, se ha desmejorado. Vale la pena revisar el estado de la situación y el estado del ambiente que estamos protegiendo.
Ambiente sano y ecológicamente equilibrado: es una frase muy conocida. Fue el principal derecho que se introdujo en 1994 en el artículo 50 constitucional. En el 2020 se introdujo el derecho al agua, el cual está relacionado, pero que analizaremos en otro artículo de opinión.
Pero y qué es un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Como parte de un ambiente sano comprenderíamos un medio no contaminado, limpio, sin degradación, es decir, lo más prístino posible. Por su parte, lo de ecológicamente equilibrado abarca algo más, pues tiene que considerar la intervención de los seres humanos en ese ambiente.
Por eso, el Decreto Ejecutivo Número 31849-MINAE-SALUD-MOPT-MAG-MEIC, Reglamento General sobre los procedimientos de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), del 28 de junio del 2004 definió el concepto de Equilibrio Ecológico de la siguiente manera: “es la relación de interdependencia entre los elementos que conforman el ambiente que hace posible la existencia, transformación y desarrollo del ser humano y demás seres vivos. El equilibrio ecológico entre las actividades del ser humano y su entorno ambiental, se alcanza cuando la presión (efectos o impactos) ejercida por el primero no supera la capacidad de carga del segundo, de forma tal que esa actividad logra insertarse de forma armónica con el ecosistema natural, sin que la existencia de uno represente un peligro para la existencia del otro”.
De esta manera el equilibrio ecológico incorpora el papel activo de los seres humanos en el contexto donde, a pesar de la intervención humana, el equilibrio natural se mantiene. Como se ve, eso está directamente relacionado con la capacidad de carga o la fragilidad ambiental del medio. Por eso, la manera más apropiada de mantener ese equilibrio es que la intervención humana ocurra en los sitios de menor fragilidad ambiental. Y si corresponde con un ambiente más frágil, dicha intervención debe ser la mínima posible y procurando mitigar y compensar esos efectos negativos.
Cambio en el estado del ambiente: durante los últimos 30 años, desde que se aprobó el cambio en el artículo 50 constitucional, el estado del ambiente y del equilibrio de la Ecosfera terrestre ha cambiado significativamente. Esto, tanto en el Costa Rica, como en todo el mundo.
En 1993, en Costa Rica la población era de 3,4 millones de habitantes. En la actualidad, la población es de 1,8 millones de habitantes más, es decir de 5,2 millones en total.
Para ese mismo año, en el mundo, la población total era de 5,5 mil millones, mientras que en este momento somos poco más de 8 mil millones, es decir, 2,5 mil millones de habitantes más.
En materia de Cambio Climático el total de CO2 en la atmósfera en 1993 era de 357 ppm, lo que significaba un aumento de 0,2°C respecto a la temperatura preindustriales (alrededor de 1.800 DC). En la actualidad, el contenido de CO2 en la atmósfera es de 424 ppm, mientras que la temperatura en la atmósfera muestra un incremento de 1,2°C respecto a la temperatura preindustrial.
Nos encontramos muy cerca del umbral de 450 ppm que se ha considerado como un punto de no retorno, con una temperatura de 1,5°C. Según las proyecciones recientes, se alcanzará en los próximos cinco años, algo realmente preocupante, si tomamos en cuenta que los últimos ocho años han sido los más calientes desde que se tienen registros.
Bosques perdidos: desde 1993, la cantidad de bosques naturales perdidos en el mundo es de 420 millones de hectáreas. Eso significa un territorio de 4,2 millones de kilómetros cuadrados, es decir, un territorio que representa la mitad de la extensión de Brasil.
En Costa Rica, al contrario del resto del mundo, desde 1993 se ha dado una recuperación del bosque, no obstante, desde el 2014, según nuestros estudios de análisis de cambio de uso del suelo en particular en la región Caribe del país, esa tendencia se está revirtiendo, es decir, se está empezando a perder bosques naturales, especialmente por la explotación ilegal de madera, el fraccionamiento forestal y el cambio de uso del suelo para el desarrollo de plantaciones y construcciones.
Pérdida de biodiversidad: en el mundo, durante los últimos 50 años, se han perdido el 68 % de las poblaciones silvestres, mucho de ese porcentaje se ha dado en los últimos 30 años como producto de la deforestación, los cambios de uso del suelo y la degradación de los bosques, como en la Amazonía.
La situación en nuestro país no escapa de esta situación. La fragmentación del bosque para el desarrollo inmobiliario, el cambio de bosque para el desarrollo de monocultivos, particularmente de piña, el intenso uso de agroquímicos y plaguicidas y la degradación del bosque natural por extracción ilegal de madera, son elementos clave que han llevado a una significativa pérdida de la biodiversidad continental del país. La sobrepesca también ha hecho lo suyo en nuestros mares patrimoniales.
Otros indicadores de límites planetarios: en el mundo, durante los últimos 30 años, otros indicadores del estado de salud ambiental del planeta nos han llevado a una situación de riesgo y muy cerca de alcanzar los puntos de no retorno.
El acceso al agua potable se hace cada vez más difícil y vamos camino a problemas de abastecimiento. Los reservorios acuíferos decaen o se contaminan. En Costa Rica, la mala gestión del territorio y del recurso hídrico nos tiene en el umbral de una crisis.
El intensivo uso de agroquímicos, particularmente del nitrógeno y fósforo ha incrementado la contaminación de los mares, donde la población marina se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años. Costa Rica y sus mares no escapan a esta realidad.
La acidificación de los océanos se ha incrementado notablemente en las últimas décadas. Esto produce extinción de especies marinas y menor capacidad de absorción de CO2 por los mares. Además, la contaminación por microplásticos y otros residuos, están en incremento y hacen que los mares cada vez tengan menos vida. Costa Rica, como el resto de América Latina es una fuente importante de contaminación a los mares.
Umbral de cambio: la situación del ambiente y del estado de equilibrio de la Ecosfera terrestre, en todo el mundo y en Costa Rica, es muy seria y frágil. Mucho más frágil que en el año 1993, cuando se estableció el Acuerdo de Río (1992) y cuando se modificó nuestra constitución política.
Estamos entrando en un umbral de cambio, de forma tal que en los próximo cinco años, no solo se llegarán a los límites de no retorno respecto al Cambio Climático, sino también respecto a otros límites críticos planetarios.
Por esa razón se hace necesario que, tanto a nivel global como a nivel del país, se extremen medidas de protección del ambiente. Y no solo en materia de Cambio Climático, sino en materia de prevención y control de la contaminación ambiental, del ordenamiento y la planificación del territorio.
Es indispensable desarrollar sumideros de carbono y promover una economía circular que sea carbono negativo. Como hemos señalado ya, no es suficiente que solo se trabaje en reducir el uso de combustibles fósiles como el carbón mineral, el petróleo y el gas natural.
Es importante impulsar el desarrollo de energías alternativas y sostenibles, pero también se ocupan acciones locales a nivel de todos los municipios del mundo en materia de gestión ambiental del territorio.
Es indispensable invertir la tendencia de deterioro que tiene la Ecosfera terrestre y los límites planetarios.
En Costa Rica es de gran importancia tomar conciencia de la situación y comprender que no se trata de “aflojar” controles ambientales con el pretexto de promover inversión y desarrollo económico. Se requiere actuar con absoluta inteligencia, promoviendo una correcta gestión del territorio para impulsar el desarrollo económico sustentable mientras se protege el ambiente y trabaja en la restauración de la Ecosfera terrestre continental y marina. Como hemos señalado, nuestro país tiene la oportunidad de servir de ejemplo al mundo en este tema.
Allan Astorga
(*) El autor es geólogo ambiental y doctor en ciencias naturales (a.astorga.g@gmail.com)