inteligencia artificial

Corrupción e inteligencia artificial

A propósito de las noticias sobre los numerosos casos de corrupción dadas a conocer, en los últimos meses, por el Organismo de Investigación Judicial y la prensa, se hace necesario retomar el tema planteado por el escritor y periodista Andrés Oppenheimer en su libro: “¡Sálvese quien pueda!”, en el que se profundiza la discusión sobre un importante estudio de la Universidad de Oxford sobre el pronóstico de que, para esta década, casi el 50 % de los empleos corren el riesgo de ser desplazados por inteligencia artificial.

Conforme se profundizan los datos de la investigación del OIJ queda más claro que el origen de la gran mayoría de los casos de corrupción denunciados, tienen que ver con el tema de permisos y autorizaciones por parte de entidades del gobierno central y los gobiernos locales. Sistema de permisos que está directamente vinculado a la existencia de una compleja y tortuosa tramitomanía que hace que un proyecto de inversión y desarrollo deba esperar periodos de años (cuatro en promedio) para poder ser ejecutado.

Círculo vicioso: para quienes tienen la experiencia de gestionar proyectos de inversión y desarrollo o, incluso, pequeños emprendimientos, por mencionar un ejemplo, sabrán la compleja y numerosa cantidad de trámites que se tienen que cumplir ante las diversas instituciones del gobierno central y las municipalidades. Con el agravante, como hemos mencionado previamente (ver: www.allan-astorga.com) de que ese sistema de permisos se encuentra “ordenado” en serie y no en paralelo. Es decir, que, para ingresar una solicitud de permiso dado, de previo se tienen que cumplir otros permisos ante otras instituciones.

Por otro lado, cuando se revisa el detalle del trámite a cumplir, se descubre que el mismo, en realidad no representa un solo trámite, sino que este a su vez se subdivide en una serie de sub-requisitos y sub-trámites que convierten la gestión de un permiso, autorización o visto bueno, en un verdadero viacrucis de tramitomanía.
En este aspecto, las municipalidades no se diferencian mucho del gobierno central. Se dividen en oficinas, unidades y departamentos que pocas veces están interconectados y piden requisitos de forma separada. Las “ventanillas únicas” no son para nada comunes.

Se pueden citar muchos ejemplos de este tipo de trámites. Algunos de ellos son: la disponibilidad de agua para un proyecto, la viabilidad ambiental ante la SETENA, los alineamientos, el acceso a otros servicios, los visados de planos, las autorizaciones para los sistemas de tratamiento de aguas residuales, entre otros. La mayoría de estos trámites tardan meses que se pueden convertir en años cuando surgen inconvenientes técnicos no previstos y de tipo puntual.
Debido a esa disposición, en serie, de los permisos y trámites, completar la totalidad de la tramitomanía hace que la sumatoria de tiempo sea de años, a veces, muchos años.

Un dato útil dado por la Cámara Costarricense de la Construcción hace varios años, señalaba que, cada mes de atraso, para un proyecto de inversión de un millón de dólares, representaba una “pérdida” mensual de cerca de $15.000 dólares. Si este dato es correcto, empezamos a comprender como se empiezan a dar las condiciones que propician que se busquen “otras alternativas” para acelerar el trámite de una gestión.

Debemos recordar que, como la mayoría de los trámites de permisos se encuentran en serie, cada uno de ellos es vital para el avance de la gestión. Siendo así, el funcionario que tramita el permiso adquiere un poder muy grande, pues sobre él recae la “responsabilidad” de “aprobar” o “rechazar” un proyecto de inversión importante. Es claro que este hecho es un caldo de cultivo perfecto para que el sistema humano de autorizaciones sea altamente vulnerable a una descomposición y finalmente se corrompa.

Cabe aclarar que, desde este punto de vista, se entiende la razón por la cual los sectores productivos planteen soluciones radicales como la eliminación o reducción al mínimo de trámites ambientales como los que se realizan ante la SETENA. Es comprensible, empero, no es de recibo en la medida de que desproteger el ambiente tampoco es una solución lógica o racional. La solución debe ser otra.

Como podemos ver, se trata de un círculo completo que favorece que se den irregularidades, que tiene la característica que, conforme pasa el tiempo y más compleja es la tramitomanía, más tiempo requieren los proyectos para cumplir con todos los trámites de permisos y, por tanto, más caldo de cultivo hay para que se busque la forma de “agilizar” y “acortar” los tiempos totales.

Fracaso de la desregulación: el tema de desregulación se empezó a discutir desde hace casi 25 años, coincidiendo con la publicación del primer reglamento de evaluación de impacto ambiental después de haber sido promulga la Ley Orgánica del Ambiente.

Todas las administraciones de gobierno, durante estas últimas dos décadas y media, han realizado esfuerzos por desregular y simplificar los trámites de permisos para proyectos de inversión y desarrollo. Incluso en el 2002 se promovió una ley para proteger al administrado del exceso de trámites del Estado, la cual se ha reformado dos veces. Se creo una Dirección de Mejora Regulatoria en el seno del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y se desarrolló un requisito de que cada reglamento que estableciera nuevas exigencias a los proyectos de inversión y desarrollo, debía realizar una evaluación de costo beneficio que el MEIC debía aprobar.

Pese a todos estos esfuerzos, la cantidad de trámites principales o primarios, se han incrementado. Cuando Intel inició las gestiones, en 1996, para instalar su planta en el cantón de Belén el inventario realizado por los personeros de esa corporación identificó que se debían cumplir un total de 180 trámites para poder empezar a ejecutar la construcción del proyecto (una inversión de cerca de $ 500 millones de una industria inocua desde el punto de vista ambiental y altamente positiva desde el punto de vista social).

En la actualidad esos trámites llegan a 300 en lo que respecta a estos trámites primarios. Si se contabilizan los trámites secundarios y terciarios, la cantidad puede superar los 500, algo absolutamente incomprensible para un país que desea desarrollar su economía.

A criterio del autor, uno de los principales elementos que lleva a que esa cantidad de trámites se haya incrementado, lejos de reducirse, tiene que ver con varios hechos como son: a) que se han promulgado nuevas leyes que establecen nuevos requisitos sin contemplar por si mismos un sistema de integración y simplificación desde el origen, b) que esas mismas leyes han creado nuevas instituciones y entidades que tienen que tramitar los permisos y autorizaciones haciendo que esta gestión sea su principal “razón de ser”, c) que no exista interacción entre los diversos sistemas de permisos, funcionando cada cual, como una “isla” donde se desarrolla un “feudo” en el que los funcionarios que allí laboran, no conocen con detalle la totalidad de otros trámites que tienen que cumplirse, llegando a considerar que el que él realiza es el más importante.

A estos elementos, se suma otro que tiene una gran relevancia. Se refiere al hecho de que, la gran mayoría de los esfuerzos realizados para simplificar trámites, parten de la base de que la “agilización” tiene que ser realizada junto con los funcionarios que gestionan los permisos y la verificación de los trámites. Así, por lo general, al “simplificar” o “eliminar” un trámite, se crean dos o tres subtrámites que los sustituyen. Como se ve, bajo este esquema es casi imposible que el sistema llegue a simplificarse de forma efectiva. Por el contrario, el círculo vicioso se hace cada vez más grande.

Solución: a pesar de todo ese panorama negativo, hay buenas noticias. Resulta que el autor, junto con un equipo multidisciplinario de amplia experiencia, hemos identificado la gran mayoría de los requisitos existentes para proyectos de inversión y desarrollo, así como emprendimientos.

La buena noticia es que la inmensa mayoría de esos requerimientos no se encuentran en leyes, cuya modificación no es sencilla, sino en otro tipo de instrumentos: decretos ejecutivos, acuerdos de juntas directivas, resoluciones administrativas, oficios, memorándums y similares.

Pero no solo los hemos identificado, sino que los hemos analizado en detalle, por sí mismos y respecto a otros requerimientos. Los hallazgos han sido muy interesantes e importantes.

La enorme mayoría de los requisitos establece un lineamiento que, en muchos casos es algo confuso y deja un espacio discrecional para que el funcionario que lo atienda tome la decisión. Elemento que, precisamente es lo que hace que dichos funcionarios se empoderen y tomen control de la decisión, no solo del trámite específico, sino del futuro del proyecto. Como hemos dicho, esto produce una enorme vulnerabilidad para que el sistema de corrompa.

Empero, existe una vía de solución que, no solo disminuiría o eliminaría por completo esa vulnerabilidad a la corrupción, sino que permitiría solucionar de raíz el agotador y viejo problema de la tramitomanía. Se trata de aplicar la inteligencia artificial en un sistema automatizado e integrado de permisos y autorizaciones al que llamamos Permiso Integral Ambiental automatizado (PIA, ver:www.allan-astorga.com:¿Hacia dónde fluye Costa Rica?).

Como señalamos anteriormente, la gran mayoría de requisitos y trámites pueden ser adaptados, modernizados, mejorados y simplificados en razón de que no se encuentran en leyes, sino en otros instrumentos. Además, pueden ser integrados y transformados en un sistema de algoritmos avanzado para que la mayoría de los trámites de gestione de forma automatizada por medio de inteligencia artificial (IA). Sobre esta base, y la aplicación de dos elementos claves: a) el uso de la zonificación ambiental, de escala detallada, generada en el país para planes reguladores desde hace 15 años y b) del Principio de Responsabilidad de los profesionales a cargo de un proyecto para resolver problemas puntuales; se puede lograr un cambio radical en la Tramitomanía anquilosante que agobia a nuestro país.

Perspectiva: como hemos indicado previamente, esta tarea de sustituir el trámite humano por el de la Inteligencia Artificial avanzada y automatizada es una tarea estratégica que debe realizar el país lo antes posible. No hacerlo, no solo significaría seguir alentando, de forma indirecta a que se sigan dando casos de corrupción, sino que también significa atrasar aún más el necesario salto al desarrollo sustentable que la nuestra nación requiere. No es posible ni aceptable que una sana inversión de desarrollo requiera años de trámite, cuando con un sistema automatizado pueda ser resuelto en pocas semanas.

La actual y sumamente grave coyuntura económica en que se encuentra nuestro país, por la crisis fiscal previa a la Pandemia y por las consecuencias de esta extensa Pandemia, ameritan a que se tomen soluciones extraordinarias que permitan sacar al país adelante. La PIA automatizada es un paso estratégico en esa dirección que no debemos postergar independientemente del candidato que gane las elecciones del 2022.

A la pregunta de qué hacer con los funcionarios públicos que serían sustituidos por la IA, la respuesta depende de las autoridades de gobierno. A criterio del autor, no debería ser pretexto para producir despidos, pues lejos de ayudar a estabilizar el país, agravaría la situación. Sin embargo, se requieren hacer ajustes para que estos funcionarios pasen a realizar nuevas tareas dentro de la administración que realiza el Estado, como por ejemplo la verificación del proceso con los proyectos ya en ejecución y siempre, bajo un sistema claramente ordenado y transparente. También, en el tema de la lucha contra el Cambio Climático y la búsqueda del equilibrio de la Ecosfera terrestre, surgirán nuevas actividades donde muchos de esos funcionarios podrían ser de gran utilidad.

Finalmente, y a modo de recomendación muy respetuosa a los señores diputados de la Asamblea Legislativa, les pedimos que tramiten la propuesta de Ley para la implementación de la PIA automatizada y de adaptación a la Crisis Climática y la crisis socioeconómica generada por la Pandemia. Esto, como parte de las sesiones ordinarias de previo al mes de mayo del 2022. Es una ley que conviene a todos y no solo a un partido político. Con ello le estarían dando una enorme oportunidad al país para garantizar su desarrollo sustentable.

¿Hacia dónde “fluye” Costa Rica?

A poco más de un año de que se haya iniciado el proyecto denominado “Costa Rica Fluye” y analizando con detenimiento los resultados mostrados se hace importante hacer algunas observaciones sobre el tema y cuestionarnos hacia dónde fluye nuestro país. Esto, dentro del contexto de lo señalado previamente por el autor  y en particular considerando la grave situación económica que está pasando nuestro país y con ella una gran parte de la población.

Visión de la crisis: como hemos mencionado previamente  la situación de la crisis en que se encuentra nuestro país, antes de la Pandemia y durante la misma es vista de forma muy diferente por la población. Es como si existieran dos Costa Rica.

Para una parte de la población la crisis no parece ser tan significativa. Ello, en razón de que sus ingresos (por salario, pensión o ingresos por negocios no afectados por la Pandemia) no han sido afectados. Por eso, para esa población, la situación no es tan grave y la coyuntura actual es interpretada como “temporal”.

Para otra parte de la población, que no tiene ingreso fijo ni estable (porque está desempleado, trabaja en la informalidad o porque sus negocios son altamente vulnerables a la situación económica), la situación es muy seria y grave, con el agravante de que ya es mucho tiempo acumulado y de que, todavía, no se ve la “luz al final del túnel”.

Siendo así que existe una gran mayoría de la población (al menos la mitad) que está pasando por una situación muy seria y que el mismo Estado tiene, también un problema fiscal muy serio, es claro concluir que el país se encuentra en una situación socioeconómica muy seria y que requiere una solución profunda e integral.
Por tanto, la búsqueda de soluciones para reactivar la economía del país tiene que tener muy claro esa visión de la crisis y plantearse de forma muy seria, crear soluciones realmente proporcionales a la misma.

Es muy importante no crear falsas expectativas. Como, por ejemplo, decir que podemos resolver todos nuestros problemas con la explotación de hidrocarburos o de minería metálica de yacimientos no probados e inexistentes. Hacer eso es altamente contraproducente y puede afectar aún más la gobernabilidad de nuestro país.
Costa Rica fluye: este proyecto tiene como objetivo contribuir con esa reactivación económica del país por medio de un proceso de agilización del trámite de permisos o autorizaciones que se requieren para emprender o desarrollar actividades productivas. Esta financiado, en gran parte, por la Fundación CRUSA y cuenta con un decreto ejecutivo que lo declara de interés público.

El objetivo planteado para el proyecto es clave en la medida de que, como hemos señalado, es de enorme importancia impulsar un acelerado y potente desarrollo socio ambientalmente sustentable para el país.

Costa Rica tiene recursos y potencial para ello. No obstante, el mayor problema que tiene es la tramitomanía (o tramitología) que es tan complicada y llena de requisitos que, es casi imposible, predecir cuanto puede tardar y costar empezar a ejecutar un determinado proyecto de inversión y desarrollo. Lo que se sabe es que no es fácil y que el tiempo se mide en años. Bajo esas condiciones es, prácticamente, imposible impulsar una rápida reactivación productiva del país. De allí la importancia de hacer fluir a Costa Rica.

No obstante, cuando se revisa el detalle del alcance planteado al proyecto referido, no podemos más que decepcionarnos. Resulta que los mismos gestores del proyecto reconocen que en el país hay cerca de 300 procesos de tramites que requieren ser mejorados, pero el proyecto solo va a atender, en dos años, 25 de esos procesos, es decir, un 8 % del total. Una cantidad poco significativa.

De todos esos 300 procesos hay al menos una 50, cuya mejora integral y sustancial es vital. La mayoría de ellos se refiere a temas ambientales en un sentido amplio. No obstante, cuando se revisan los procesos que están siendo atendidos por el proyecto, solamente uno de ellos está siendo gestionado. Se trata del todos los procesos de permisos y autorizaciones técnicas que tiene que emitir el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados.

Así, desde la perspectiva del Proyecto Costa Rica “fluye” se requerirían más de 20 años para atender todos los procesos que tienen que ser mejorados y una importante inversión económica (más de 10 mil millones) para lograrlo. Se detecta así un fallo sustancial en el planteamiento que creemos que debería ser profundamente revisado.
Por otro lado, desde el punto de vista ambiental también resulta cuestionable el hecho de que sea una Asociación de Empresarios Privados (Horizonte+) y no de expertos técnicos los que están tratando de arreglar la compleja tramitomanía anquilosante que afecta nuestro país.

Decimos que “desde el punto de vista ambiental”, en la medida de que el proceso de mejora de la tramitomanía debería desarrollarse con atinado criterio ambiental y social, de manera tal que, no provoque dudas en los sectores ambientales y sociales y que los haga pensar que el sector empresarial está jugando un papel de “juez y parte” para regular en su “propio beneficio”.

Por situaciones como estas es que surgen paradójicos conflictos como el de la no ratificación del Acuerdo de Escazú. Precisamente porque surge una profunda desconfianza entre los sectores y los lleva a tomar posiciones polarizadas. Algo que para nada beneficia al país y que se resuelve llevando transparencia donde hoy existe cierto grado de opacidad.

Solución y futuro: la situación coyuntural del país es absolutamente extraordinaria y por eso, se requiere de una solución proporcional. Solo así se puede garantizar un futuro de progreso socioeconómico que, de forma indispensable, tiene que ser ambientalmente sustentable. Es nuestro criterio que, hacia ese derrotero no nos estamos dirigiendo. Necesitamos hacer mucho más.

Nos urge avanzar hacia lo que denominamos un Permiso Ambiental Integral (PAI) que utilice todo el potencial tecnológico disponible y fundamentado en un sistema automatizado basado en inteligencia artificial (IA) y en información ambiental inteligente y absolutamente transparente y objetiva. Debemos que aclarar que, aunque algunos cuestionan el uso de la IA, no podemos negar que es el futuro y que en esa dirección se está moviendo el mundo desarrollado. La incorporación a la OCDE nos empuja y acelera en esa dirección.

Un eficiente y completo sistema de algoritmos bien desarrollado y controlado, puede resultar mucho más eficiente y efectivo para agilizar la tramitomanía que un complicado sistema de permisos que requiere de muchas decisiones humanas y, que, como hemos visto con el caso de “La Cochinilla”, puede corromperse de forma tan profunda que puede poner en peligro la integridad institucional de todo un país.

Necesitamos avanzar en una dirección mejor planificada y con objetivos más claros. No podemos darnos el lujo de postergar más algo que debimos empezar a corregir hace muchos años.

Costa Rica tiene el potencial para lograr un PAI transparente y efectivo que, verdaderamente, active el desarrollo y la inversión socio ambientalmente sustentable. Solo tenemos que hacerlo, pues las herramientas ya existen y están disponibles.