Ante la discusión del proyecto de ley sobre la prohibición de la actividad petrolera (exploración y, eventual, explotación de petróleo y gas natural) en Costa Rica, se hace necesario dar un aporte desde un punto de vista más científico (geológico y ambiental) de porqué la aprobación de esa ley es importante para el país.
Potencial: la riqueza en un recurso natural como los hidrocarburos (petróleo y gas natural) se mide no por su potencial, sino por la cantidad y calidad de los yacimientos probados de hidrocarburos que se hayan identificado.
Así, por ejemplo, cuando se dice que un país tiene reservas petroleras de tantos miles de millones de barriles, solo se puede afirmar eso, si detrás de esa cifra, se presenta toda la información científica que demuestra, con el debido criterio y revisión apropiada, que se trata de reservas probadas y por tanto, que si existen desde el punto de vista objetivo.
Todo lo otro que se afirme, sobre los probables o posibles yacimientos de hidrocarburos, es un asunto especulativo y se resume como “potencial” en el contexto de llamar la atención para incentivar que se realice la inversión en la investigación necesaria, para saber si existe alguna posibilidad de que ese potencial, se convierta en reservas probadas y demostradas.
Como se puede ver, la diferencia entre “potencial” y “reservas probadas” es abismal y, claro está, muy importante de que sea comprendida por todos. En particular, por las autoridades políticas de turno y también por aquellos que pretenden algún puesto de poder político.
Como hemos señalado antes, no reconocer esa diferencia, resulta sumamente peligroso, pues confundir los conceptos, puede llevar a la especulación e, incluso, a hacer propuestas de soluciones socioeconómicas a la población que, no son ciertas y que, lejos de resolver problemas los puede incrementar de forma significativa.
En resumen, en Costa Rica no hay reservas probadas y demostradas de petróleo o de gas natural. No existe un solo yacimiento identificado, demostrado y comprobado con criterio científico. Todo lo que se ha dicho ha sido y es, absolutamente especulativo y, por eso, es incorrecto asumir como cierto que en el país tenemos riqueza petrolera o de gas natural. No es cierto.
Y a propósito de eso, debemos mencionar que durante casi todo el siglo XX se realizó exploración petrolera en Costa Rica sin que se encontrara un solo yacimiento comercialmente explotable. Algo que dice mucho sobre ese eventual potencial petrolero del país.
Inversión: para pasar del “potencial petrolero” a la demostración de la existencia de yacimientos explotables se requiere de una inversión económica muy importante (decenas o cientos de millones de dólares). Y en el caso de que se encuentre un eventual yacimiento de petróleo o gas natural, también se requiere de una gran inversión económica para extraer ese recurso.
Costa Rica dejó de hacer investigación petrolera hace casi 30 años. Casi todos los geólogos petroleros que se tenían están jubilados. Las nuevas generaciones de geólogos se han preparado en otras ramas de las ciencias geológicas. De manera que, para pasar a realizar investigación (exploración petrolera) y dado el enorme costo que tendría para el país, se requeriría activar la ley de hidrocarburos, eliminando la derogatoria vigente, para permitir que sean empresas petroleras trasnacionales las que realicen esos estudios.
Estudios que, tienen un costo muy alto y que, por las particularidades geológicas que tiene nuestro país, hacen que tiendan a ser más costosas que en otros lugares del mundo que son más atractivos desde el punto de vista de potencial.
Además de esto, cabe señalar que desde que empezó la aplicación del Acuerdo de París del 2015, muchas empresas petroleras han empezado a desistir de la búsqueda de nuevos yacimientos y, además, los bancos que financiaban esas actividades también están dejando de invertir en ellas.
Así las cosas, en el eventual caso de que una empresa petrolera extranjera descubriera, después de hacer una fuerte inversión económica en exploración, un yacimiento explotable, lo más lógico es que dicha empresa quisiera recuperar la inversión realizada y, además, obtener una ganancia. De allí que, en este modelo, el país no saldría beneficiado, pues las regalías que obtendrían no superarían el 15 % del valor del yacimiento. Esto, según lo establece el Ley de Hidrocarburos de Costa Rica.
A lo anterior se suma el hecho de que, los eventuales daños ambientales que se producirían por la actividad petrolera afectarían al país y si su costo ambiental se resta de esas ganancias, veríamos que al final, la rentabilidad de la eventual explotación, para el país, daría números negativos como ocurre en muchos países tropicales frágiles del mundo.
Como se puede ver, cuando analizamos con detalle la situación, no es tan fácil y más bien, nos damos cuenta que, meterse en ese asunto, puede tener un costo absolutamente negativo para el país. Costo negativo, no solo en el tema económico, sino también en el tema de imagen ambiental que se tiene y que, paradójicamente, es el que nutre la principal fuente de ingresos que se tiene y que corresponde con el ecoturismo.
Factura petrolera: algunas opiniones respetables sustentan la propuesta de permitir la actividad petrolera en el hecho de que el país consume hidrocarburos con un costo anual de cerca de US$ 2 mil millones.
Dicho razonamiento tiene lógica, pero la misma se debilita notablemente si nos damos cuenta que no tenemos yacimientos probados y que el país, no puede, por si solo, hacer ni siquiera la inversión para profundizar las investigaciones para saber si, tal vez, existe algún yacimiento explotable.
Como se ve, nuevamente el asunto no es tan sencillo como lo “pintan” algunos. Es mucho más complejo y de allí la necesidad de que se revise con el debido criterio científico y de la forma más objetiva posible.
Lo que, si deja claro lo de la factura petrolera que paga el país, es la necesidad de acelerar el proceso de descarbonización y, en particular, del sistema de transporte y el abastecimiento de energía de muchas industrias. Eso es vital y estratégico.
Existen muchas alternativas que, incluso ya se están explorando, pero que urge acelerar: tren eléctrico, buses y camiones eléctricos o movidos por hidrógeno, uso de la geotermia de baja y media entalpía, entre otros.
Conveniencia: en la perspectiva aquí analizada y sin apasionamientos de ningún tipo, queda claro que a un país como Costa Rica no le es conveniente desgastarse en activar una actividad petrolera que no tiene ninguna garantía de éxito y que, lejos de proporcionarle eventuales recursos económicos al país, le podría generar muchos problemas ambientales y llevarla a situaciones de mayor empobrecimiento.
Tampoco es racional ni lógico, plantear que solo se prohíba la exploración y explotación de petróleo y permitir la del gas natural. Esto, por cuanto, en la naturaleza dichos hidrocarburos, con mucha frecuencia, se presentan juntos. De manera que separar, por una ley, uno del otro, contradice los criterios científicos y de lógica.
Costa Rica no es Noruega, no solo porque se tienen condiciones geológicas muy diferentes, sino también, porque tienen modelos de desarrollo y realidades muy diferentes.
No debemos dejarnos engañar por las promesas de prosperidad y progreso basados en datos especulativos y sin ningún asidero científico.
Resulta mucho más importante para nuestro país, concentrar esfuerzos en activar la economía por medio más realistas y al alcance real de nuestro país y de nuestra sociedad. Existen muchas alternativas de desarrollo, lo único que ocupamos es ordenar, planificar y agilizar la inversión y el desarrollo sustentable de forma eficiente y efectiva.
Por todo eso, es altamente conveniente prohibir la actividad petrolera, derogar la ley de hidrocarburos y transferir toda la información geológica de exploración petrolera a las universidades para que hagan investigación geocientífica cada vez más precisa.