ICE

Nuestra agenda ambiental

El recuento de nuestra situación ambiental a propósito de la Cumbre de Río +20, el inicio prematuro de la campaña electoral, y considerando que el eje ambiental, como el social y económico, es clave para nuestro futuro, nos llevan a revisar “la agenda ambiental nacional”. Hay que repasar de dónde venimos para orientar el futuro. Es importante disponer de una referencia, para comparar las propuestas que hagan los precandidatos en los próximos meses. Áreas silvestres protegidas. A pesar de ser la principal fuente de ingresos del país, por turismo, con un promedio de $2000 millones por año y de los esfuerzos realizados por la actual administración, las áreas silvestres protegidas siguen vulnerables y necesitando recursos para garantizar su sostenibilidad. Plantear bajar de categoría parques nacionales, como en el caso de baulas en Guanacaste para promover el desarrollo inmobiliario en las costas, no es ninguna solución.

Es urgente que todas estas áreas protegidas dispongan de sus planes de manejo y que la red de corredores biológicos cuente con una base jurídica de protección.

Todavía hay una importante tarea de recuperar suelos y bosques en áreas de aptitud forestal, desprovistas de árboles desde hace mucho tiempo. Solo la GAM tiene un déficit del 350 km² (55% de tierras de aptitud forestal). El sistema de pago por servicios ambientales debe atender estas zonas también como mecanismo para prevenir la desertificación ante el cambio climático.

Bosques y humedales. Desde el 2005, los bosques ha aumentado un 1 %, para alcanzar casi la mitad del país. Pero, en algunas costas, por el desarrollo inmobiliario más bien se perdieron bosques.

Los humedales importantes como el de Caño Negro y el Térraba–Sierpe han sido seriamente afectados, por sedimentación, como consecuencia de la agricultura intensiva (piña, principalmente).

Se requiere incrementar la política para controlar y dar sostenibilidad ambiental a esas actividades agrícolas, cuya inversión en materia ambiental y social debe ser mayor, a fin de corregir los efectos ambientales negativos que produce.

Ordenamiento territorial. En abril del 2010 el INVU rechazó el Prugam. Con eso, se hizo retroceder al país por lo menos 10 años en ese tema. Ahora, dos años después, todavía se discute un plan “sustituto” elaborado por el INVU y que tiene serios cuestionamientos ambientales.

En este tema se requiere una agenda clara, que pase por la conformación de una entidad que se encargue de forma integral del ordenamiento territorial. Se ha sugerido la transformación y renovación del IFAM, al igual que se hizo, hace poco, con el IDA. Sería importante, escuchar propuestas concretas en esta materia.

Protección de nuestros mares. La incansable y casi heroica lucha de los ambientalistas contra el aleteo de tiburones y en defensa de las especies marinas requiere ser reforzada con una política y legislación certera y severa de protección y manejo sostenible de nuestros recursos marinos.

Mientras tanto, nuestros mares, por falta de una estrategia acertada y de la implementación de acciones concretas de protección, siguen siendo despojados por flotas extranjeras y también por la flota nacional, en detrimento del sostén de muchos pescadores nacionales artesanales.

Huella ecológica y energía. Los informes de los últimos años del Estado de la nación no dejan lugar a dudas: Costa Rica presenta una huella ecológica negativa, es decir, consumimos más recursos naturales de los que disponemos.

Nuestro modelo económico se ha convertido en depredador de los recursos naturales. Mientras tanto, algunos proponen “urgentes” proyectos de ley, que provocarían el desmantelamiento de uno de los más exitosos modelos energéticos del mundo, como el que ha desarrollado el ICE.

A cambio de eso, se dice que se abra el desarrollo eléctrico al mercado privado, sin que se haya dado un verdadero proceso de discusión por medio de una evaluación ambiental estratégica del Plan Nacional de Energía, ni se cuente con un efecto ordenamiento y planificación del territorio que priorice cuencas y defina reglas claras.

Tratar de modificar el modelo, solo con la vista al proceso de exportación de energía y de la ganancia rápida a costa de nuestros ecosistemas, no es conveniente para nadie.

Recursos hídricos. Nuestra huella hídrica también es negativa, es decir, que estamos consumiendo mucha agua, más de que la que disponemos por captación y manejo.

En vez de proteger nuestras áreas de recarga acuífera y sus fuentes, se plantea urbanizarlas, como si el agua existiera para siempre y como si una urbe como la GAM, pudiese existir sin este preciado líquido.

En Guanacaste se promovió el desarrollo inmobiliario y hotelero, sin garantizar el efectivo acceso al agua, algo que ha acarreado serios conflictos sociales.

Minería e hidrocarburos. Todos recordamos la reactivación, de forma ilegal, según la resolución de la Tribunal Contencioso Administrativo, de la Mina en Crucitas. No solo en lo referente a la Setena, sino también en la declaratoria de “conveniencia nacional”, la concesión minera y hasta el permiso de tala. Fue, según el Tribunal, una “orquestación de voluntades”.

La sociedad costarricense en un 90 %, rechazó el proyecto minero y a una parte de ella luchó hasta que el mismo fue cerrado.

Durante la presente administración se restauró la moratoria y pasó una ley que prohíbe la minería de oro a cielo abierto, pero todavía hay concesiones mineras viejas vigentes.

¿Cuál es la posición de los candidatos y precandidatos respecto a este tema? ¿Se va a repetir la historia de Crucitas? Y en el tema de hidrocarburos, recordemos que hay una moratoria vigente hasta el 2014. ¿Cuáles son las propuestas políticas sobre este tema?

Retos. El Estado de la región nos anuncia que Centroamérica es la región del mundo más vulnerable al cambio climático, en lo referente al tema de desastres ocasionados por amenazas naturales.

Los efectos ya se dejan sentir. Los escenarios proyectados para países como Costa Rica y Panamá, para el 2020 indican que se trata de un problema serio que requiere ser atendido desde ya.

Hay mucha población en condiciones de alto y muy alto riesgo, incluso en nuestro país. Un reciente informe de la ONU, alerta “sobre cambios sin precedentes” en la Tierra, donde se pone de manifiesto un claro retroceso ambiental. Centroamérica, incluido nuestro país, es un claro ejemplo de ello.

En el caso de Costa Rica, se nos anuncia que los efectos del cambio climático en poco tiempo van a generar impactos significativos en nuestro territorio, como que vamos a tener dos épocas lluviosas y dos épocas secas. Las inundaciones y las sequías se sucederán con más frecuencia.

Ante esto nos preguntamos si en la última década no hemos sufrido esos efectos y nuestros índices ambientales han decaído, entonces: ¿Qué nos espera? ¿Cuál es nuestro plan estratégico para mitigar eso?

Ante ello, no nos sirve que se mencione la palabra “ecología” y que nos presenten un lindo paisaje verde en un anuncio. Eso no es suficiente; necesitamos escuchar posiciones y propuestas de solución concretas, no solo promesas vagas.

Requerimos de verdaderas y sólidas propuestas que definan un norte hacia donde poder dirigirnos.