La situación de guerra en el Este de Europa, particularmente en Ucrania por la operación militar de Rusia en ese territorio, satura nuestras pantallas. Desde el mes de febrero, cuando comenzó, todos los días, surgen noticias de uno u otro bando, sobre el estado de esa guerra, la devastación y muerte que está produciendo y, además, sus consecuencias económicas que, prácticamente, está afectando a toda la humanidad.
La mayoría de esas noticias no son buenas, pues casi que ninguna habla sobre su posible fin. Todo lo contrario, como cuando se trata de los graves daños que produce a la población civil o a la infraestructura de muchas ciudades bombardeadas que, poco a poco, empiezan a representar la imagen de un mundo humano en autodestrucción. Algo que, para ya adentrado el siglo XXI, resulta extraño para Europa, nuestro ideal de desarrollo y cultura, pues esas imágenes eran más comunes en noticias sobre Afganistán, Siria o el este de África, por solo mencionar algunos otros sitios en conflicto que noticieramente, para muchos medios, han perdido relevancia.
Entre las tantas noticias que recibimos hay algunas que deberían hacernos meditar mucho sobre el rumbo que lleva nuestra civilización humana. Cuando vemos las cosas en perspectiva, nos damos cuenta de que vamos exactamente en sentido contrario del camino que deberíamos llevar. Al respecto, vale la pena considerar algunos temas relevantes.
Guerra: es claro que la guerra deja enormes beneficios económicos a los fabricantes de armas y todo lo que está relacionado con las actividades bélicas, incluyendo a muchos medios de comunicación.
Pero no solo en ese ámbito genera beneficios a algunos privilegiados directos, sino también a otros indirectos, como los que se benefician del desorden de los mercados económicos y con los aumentos de precios de todos los bienes y servicios. Así, mientras algunos se enriquecen cada vez más, la gran mayoría de la población mundial se empobrece.
Pero esas no son las únicas cosas malas y terroríficas que dejan las guerras. Lo más grave es el devastador mensaje sicológico que trasmite, en particular a las generaciones más jóvenes. Nos referimos a los niños y a los jóvenes, aunque, la verdad, nos afecta a todos los que tenemos la esperanza de que la humanidad puede progresar y salir adelante a pesar de tanto obstáculo.
Escuchar en las noticias que países avanzados, llenos de gente preparada, inteligente y capaz, con muchos galardonados con premios Nobel y otros premios similares, están promoviendo la guerra resulta altamente decepcionante. Enterarnos que un país como Alemania que ha hecho grandes esfuerzos en la lucha contra el Cambio Climático, a va a abrir nuevamente las centrales termoeléctricas que queman carbón mineral y que invertirá el 2 % del PIB (cerca de 110 mil millones de dólares anuales) en desarrollar su ejército, resulta algo difícil de creer y profundamente desesperanzador.
Clima: al contrario de las noticias sobre la guerra o las enfermedades que agobian a la humanidad, las noticias sobre el Cambio Climático apenas y se mencionan de forma tangencial en los noticieros. No obstante, el Calentamiento Global sigue avanzando.
La cantidad de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera está muy cerca de 420 ppm (el último dato de que disponemos es de mayo del 2021 que era de 416,45 ppm, según esta página).
Durante el transcurso del año se han dado efectos climáticos extremos en todo el mundo, particularmente con fuertes olas de calor en el hemisferio norte. Por su parte, en la zona tropical tenemos un año afectado por el fenómeno de La Niña y con unas condiciones particularmente lluviosas.
El Cambio Climático se sigue manifestando de una forma cada vez más acentuada. La temperatura de la atmósfera del planeta ya alcanza los 1,2 grados centígrados respecto a la temperatura de la época preindustrial (aproximadamente el año 1.800). Cada vez avanzamos más rápido al umbral de los 1.5° que estableció el Acuerdo de París en el 2015 y que se planificó, erróneamente, como un límite para el año 2050.
Como hemos explicado previamente el Cambio Climático es el límite planetario más conspicuo, pero solamente es uno de los nueve o diez límites que se encuentran en condición de deterioro.
Para donde quiera que miremos encontramos problemas ambientales de orden planetario: océanos y mares sobreexplotados que ahora solo tienen la mitad de la vida de hace unas décadas, además de contaminados con sustancias químicas y microplásticos; bosques tropicales desapareciendo cada vez más rápido o degradados muy cerca de su límite de no retorno, pérdida acelerada de la vida y la biodiversidad del planeta (extinción masiva de especies), suelos degradados con cada vez menos capacidad agrícola y cuerpos de agua dulce cada vez más pequeños y contaminados, entre otros serios problemas que agobian el equilibrio de la Ecosfera Terrestre.
Rumbo: los efectos del Clima planetario no hacen pausa por la Guerra que hacemos los seres humanos. Los esfuerzos de la humanidad deberían y tienen que estar dirigidos a ralentizar y mitigar los efectos del Cambio Climático y a recuperar la biodiversidad y disminuir la contaminación en todo el planeta. Ese debería ser el verdadero y sólido mensaje que debemos trasmitir a nuestros jóvenes y no el de una guerra sin sentido.
Hemos planteado que existen soluciones efectivas por encima de solo tratar de disminuir emisiones contaminantes. Es vital recuperar bosques tropicales y ecosistemas, así como arrecifes coralinos, entre otra serie de acciones estratégicas que se han venido proponiendo durante los últimos años.
Con un poco menos de la mitad de los gastos militares anuales del mundo se podría empezar a ralentizar los efectos del Cambio Climático y a recuperar la biodiversidad y el equilibrio de la Ecosfera terrestre. Y dado que esos gastos se tendrían que hacer, principalmente, en países tropicales del mundo, también se estaría contribuyendo a resolver de forma notable, los problemas de pobreza, educación y salud en esos países, así como las bases estructurales de la cada vez más creciente migración humana hacia los países ricos.
Como podemos ver, vamos por la senda equivocada, muy equivocada. Trasmitimos así un mensaje nefasto a nuestros niños y jóvenes. Es como si nos hubiéramos dado por vencidos ante nuestras propias inequidades.
Más, sin embargo, nuestra tarea debe ser la de mantener nuestra perseverancia y seguir insistiendo en la importancia de cambiar ese equivocado rumbo que llevamos. Nuestra peor actitud es la de mantenernos al margen de una realidad que nos involucra a todos.
Debemos seguir insistiendo que la verdadera guerra que debemos enfrentar es la de lucha contra el desequilibrio de la Ecosfera terrestre que nosotros mismos, los humanos, hemos generado. Tenemos la inexorable obligación de trasmitir un mensaje positivo a las nuevas generaciones (niños y jóvenes) de que si hay solución y que hay muchas cosas positivas que hacer. En esta tarea los medios de comunicación de todo tipo tienen una misión muy importante.