Ante la tendencia del caótico y desplanificado “desarrollo” urbano que ha tenido la GAM durante las últimas tres décadas, en razón de lo no actuado respecto a la aberrante propuesta del INVU sobre el Potgam, y ante la posición tan pasiva de los ciudadanos y en particular de los profesionales que conocen del tema, pero que en su posición de confort, prefieren no exponerse; resulta que es posible extrapolar lo que sería el futuro del GAM en al menos las próximas dos décadas. Ante tal panorama, hacer futurología de la GAM no resulta tan difícil. Así como se han perdido los últimos meses, con la oportunidad de crear una instancia participativa y de discusión abierta y resolutiva sobre el Prugam y el Potgam y generar un reglamento de Plan GAM 2012, más balanceado, en el futuro cercano parece que la tendencia seguirá y nos llegará el mes de diciembre sin nada resuelto.
De acuerdo a la Contraloría General, el reglamento del nuevo Plan GAM debería estar publicado para el 17 de diciembre del 2012. Si fuese así, en ausencia de verdadera voluntad política lo único que sería publicable sería el reglamento del Potgam, con todos y los defectos señalados en diversos foros y por diversas personalidades.
Ante ese eventual oficialización del Potgam, no quedaría otra alternativa que plantearle un recurso legal, debido a la numerosa serie de inconsistencias técnicas, ambientales e incluso legales que conlleva. Durante el periodo que pase entre el momento en que se oficialice y el momento en que una instancia judicial lo suspenda, es probable que algunos “vivillos” logren obtener los permisos para desarrollar sus proyectos de construcción en áreas de protección. Permisos obtenidos de “buena fe”, según la Sala IV.
Con la suspensión del reglamento del Potgam, se volvería a la situación actual, es decir, a la aplicación del debilitado Plan GAM de 1982 y en particular a la aplicación del antiambiental “Reglamento nacional para el control nacional de fraccionamientos y urbanizaciones”, reglamento que, desde el punto de vista ambiental, tiene un sinnúmero de portillos que prácticamente permiten hacer cualquier tipo de construcción en cualquier parte, incluso en los sitios de muy alto riesgo a las amenazas naturales.
Lo que sigue no es difícil de proyectarse. Es muy probable que una nueva administración de gobierno señale que, como han pasado tantos años en la discusión, lo mejor sería hacer un nuevo Plan GAM, empezando desde cero. Esto implicaría nuevos recursos y más años de estudios técnicos. Es probable que hasta se maniobre para que dichos estudios no sean “tan estrictos” en la parte ambiental, como los del Prugam. Así, la justificación de lo ya hecho y la planificación de lo restante, tendría “mejor sustento”.
Caos futuro. En la realidad, el ciudadano de a pie, que poco comprende de esta telaraña de acciones complicadas y de sentido específico, será testigo de cómo la falta de voluntad política y de inteligencia social de nuestras autoridades se traducen en una serie de problemas de tamaño siempre creciente:
a) Las áreas fuera del anillo de contención actual, en particular hacia las zonas de montaña al norte y al sur, seguirán siendo urbanizadas. Se seguirá la historia de: “antes estos eran cafetales y arboledas y ahora son urbanizaciones”, que nuestros padres nos contaron a nosotros, y nuestros hijos a sus hijos.
b) El verde de los no muchos árboles que todavía se presentan en esas zonas y que representan “islas” entre calles urbanizadas, se irá perdiendo, poco a poco. Los árboles caerán al crujido de sus maderas y darán paso al tractor y luego a las construcciones.
c) La maraña urbana, que el INVU designa como los “cuadrantes urbanos” se irán expandiendo por la antigua zona de protección de 1982, cual invisible monstruo que devora recursos naturales.
d) Las nacientes y los manantiales de las zonas de protección se irán perdiendo, poco a poco, encerradas entre tanta construcción. Al final, con la impermeabilización de los terrenos, se secarán y las áreas de recarga de los acuíferos del Valle Central, irán disminuyendo, así como disminuirán las fuentes de agua, de la misma manera en que los problemas de abastecimiento de agua a las comunidades se irán agravando año con año.
e) Los problemas de desplazamiento entre diversos puntos de la GAM, prevalecerán y se incrementarán. Cada vez más automóviles modernos, incluso eléctricos de alta tecnología, y cada vez menos espacio vial para movilizarse se traducen en más presas. Los colapsos del sistema vial se harán cada vez más frecuentes y comunes. También se incrementarán los problemas que de esto se deriva, traducidos en un costo económico que hoy alcanza la no despreciable suma de mil millones de colones por día, cortesía del INVU.
f) Surgirán, con más frecuencia, problemas como el de la platina en el puente del Virilla, del “hueco” frente a “Los Arcos” o del puente de “Los incurables”. El tren del siglo XIX, en pleno siglo XXI, seguirá atravesando como un fósil “viviente” nuestras calles, moviéndose lenta y pesadamente; será un atractivo turístico importante porque simbolizará con claridad un rasgo de nuestra idiosincrasia, es decir, cómo actúan nuestros gobernantes de turno.
g) Los desastres provocados por el desarrollo de construcciones en zonas de alto riesgo seguirán dándose cada vez con más frecuencia. Las inundaciones y los deslizamientos serán los más comunes. Dios nos libre, de un evento sísmico, somero y de significativa magnitud (por encima de M 6) cerca del Valle Central. Eso sería muy dramático para las cantidad de familias que vivieran en ese momento en construcciones localizadas en sitios de alto riesgo, por más nuevas que dichas construcciones fueran.
La huella ecológica negativa de la GAM se incrementará y no decrecerá. La ilusión de llegar a ser un país carbononeutral, se verá como el recuerdo de unos ilusos. La mancha urbana seguirá expandiéndose sobre las zonas de ladera, al mismo ritmo que se expandirán los bolsillos de esos desarrolladores de construcción que con el fin de obtener ganancias rápidas se olvidarán de lo más importante: cumplir con su tarea correctamente y con verdadera conciencia y responsabilidad social y ambiental.
La metrópoli de la GAM será una de las ciudades más caóticas, desplanificadas y contaminadoras de América Latina. Es posible que hasta lleguemos a alcanzar el merecido reconocimiento de ser un ejemplo en el mundo, de lo que no se debe hacer en desarrollo urbano: una antimetrópoli urbana del siglo XXI.
La tecnología no podrá revertir el cúmulo de errores cometidos, y se requerirá mucho tiempo para corregirlos. Y tal vez, cuando alguien en el futuro señale nuevamente la importancia de revertir lo andado y empezar a corregir el caos hecho, se le diga nuevamente que es un “alarmista” ambiental y se ignore como ya se había hecho en el pasado.
La falta de decisión de unos con autoridad, o el direccionamiento de esas decisiones hacia rumbos erróneos, condenará el futuro de la ciudad a seguir en su desorden urbano, la contaminación y al final, a su propio suicidio ambiental.
Sin embargo, la ventaja que existe con el futuro es que todavía no sucede, y, por eso, es nuestra responsabilidad enderezar el rumbo del futuro de la GAM. Debemos salir de nuestro letargo y presionar por que se tomen las decisiones acertadas. Este es el momento.