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Modelo de desarrollo y minería metálica en Costa Rica

Ante la nota pública enviada, en días pasados, por la Junta Directiva del Colegio de Geólogos de Costa Rica al señor Presidente de la República, se hace necesario generar una reflexión sobre el tema de si la minería metálica (de oro, plata y otros metales, como cobre) debería o no formar parte del modelo de desarrollo económico de nuestro país.

Potencial: primero que todo debemos explicar que, igual que con los hidrocarburos, en Costa Rica, las condiciones geológicas podrían indicar que existe cierto potencial de encontrar yacimientos minerales metálicos. No obstante, eso no significa que existan yacimientos probados capaces de ser explotados (salvo el de Crucitas).

Por eso, afirmar que el país, podría “resolver sus problemas económicos” con permitir la explotación minera metálica, y también la actividad de exploración y explotación de hidrocarburos, es muy aventurado y osado, pues no existe prueba científica, bien documentada, de que eso sea así.

Por otro lado, y considerando las condiciones geológicas de nuestro país, es altamente probable que, de existir algún tipo de yacimiento de minería metálica, el mismo se encuentre dentro de un Área Silvestre Protegida (como la Cordillera de Talamanca) o en su defecto, en zonas cubiertas por bosques y ecosistemas frágiles, por lo que su eventual explotación podría generar un enorme sacrificio ambiental, cuyo costo económico, podría resultar más elevado que los beneficios económicos que implicaría la explotación minera metálica.

Legislación: el actual Código Minero que data de 1982 y que, desde el 2010 prohibió la minería metálica a cielo abierto, es una ley “que fue hecha a la medida de las empresas de minería metálica”. Aparte de que el canon minero es muy bajo (2 %), no se contempla para nada, la responsabilidad ambiental que tiene dicha empresa una vez que la explotación minera haya terminado.

Este aspecto es muy importante, porque la explotación minera metálica, aparte de ser una actividad de muy alto impacto ambiental, sobretodo en países tropicales, tiene la nefasta característica de que los impactos ambientales negativos se siguen dando una vez que la explotación ya ha terminado. Incluso, por décadas o cientos de años. Impactos como el drenaje ácido, los cambios en el paisaje, la afectación de las aguas superficiales y subterráneas, además de: los efectos sociales negativos, una vez que la empresa ha abandonado el área de explotación.

Modelo: la mitigación de estos impactos “post cierre minero”, no se resuelven con una garantía ambiental de solo un 1 % del monto total de inversión, ni con un plan de mitigación - cierre de corto plazo. Por eso, al final, los impactos negativos de la actividad minera metálica, deben ser absorbidos por la naturaleza, a un gran costo ambiental o, por la sociedad, cuyos costos económicos, sobretodo en países tropicales, son más altos que los beneficios económicos que dejó la actividad minera metálica para el país. Como se puede ver, esta relación costo beneficio socio ambiental de minería metálica hace que esta actividad, sea muy difícil que sea incorporada el modelo de desarrollo del país.

Costa Rica tiene otras posibilidades de desarrollo económico, como el Turismo que representa su principal fuente de ingresos ($2.500 millones al año) o el desarrollo diversificado de productos de exportación que alcanzan los 4.500.  En este aspecto, la minería metálica nunca ha sido su principal fuente de ingresos (salvo por un breve periodo de tiempo en el siglo XIX, hasta que fue sustituida por el café -nuestro grano de “oro”). De manera que, salvo casos muy particulares como en Abangares, la minería metálica, no forma parte de la cultura del costarricense.

Crucitas: utilizar el tema de la minería ilegal en esta localidad fronteriza como pretexto para justificar que “mejor se hubiera quedado la minera”, no es correcto e implica ignorar los hechos que sucedieron. Como hemos señalado (ver: allan-astorga.com), el Tribunal Contencioso y la Sala Primera fueron muy claros al anular todos los permisos y autorizaciones dados a ese proyecto minero, debido a la serie de irregularidades que mostraron. Esta es la razón por la cual, la explotación minera no se pudo ejecutar.

Otro asunto, muy diferente, es que por razones que todavía requieren ser investigadas a fondo, se ha iniciado, hace pocos años, la explotación ilegal por minería metálica artesanal en la zona de Crucitas.

Señalar que los dos impactos, el de la minería artesanal o el que hubiera generado la minera, son iguales o incluso afirmar que el impacto de la minería artesanal, es mayor, es un error. Y no se trata de minimizar el impacto de la minería artesanal, el cual debe ser detenido y sancionado lo antes posible, pero definitivamente, se trata de dos escalas muy diferentes y por eso, se debe evitar “caer en la trampa” de justificar la actividad minera metálica, a costa de un problema social como lo es la minería artesanal ilegal.

Rumbo: el derrotero del desarrollo del país, no incluye en su agenda, la explotación minera metálica, la cual, desde el 2010 es una ley que rige para todos.

El país, debe buscar alternativas de desarrollo, que aprovechen los principales recursos naturales de que dispone, como su biodiversidad, su mar patrimonial, sus paisajes y, sobretodo, la capacidad de su población para adaptarse y seguir avanzando. Seguir apostando por la minería metálica, no es positivo, pues acrecienta innecesarias diferencias en la sociedad, lo cual no se requiere.

Nuestra herencia colectiva al tico 5 millones

Se ha hecho noticia que en el transcurso del mes de septiembre nacerá el costarricense cinco millones. Algo que debería llevarnos a la reflexión, sobre lo que, a esa persona, a los niños y jóvenes de hoy, y a todos lo que nacerán en el futuro, les vamos a dejar de herencia colectiva para que su calidad de vida sea satisfactoria. 

Aunque nuestra perspectiva tiene un sesgo ambiental, creemos que podemos hacer algún aporte a esta reflexión, dado que, desde este punto de vista, es posible derivar algunas conclusiones importantes.

Cambio de rumbo: al realizar una reflexión profunda sobre los problemas ambientales que afectan a nuestro mundo, en particular a la deteriorada Ecosfera terrestre y considerando lo que hemos hecho en nuestro país en este tema, llegamos a la triste y seria conclusión de que vamos por un rumbo equivocado. Muy equivocado.

Son muchos los hechos que nos pueden comprobar que vamos en dirección contraria y ya los hemos mencionado con cierta insistencia (ver: www.allan-astorga.com), no obstante, de todos ellos, podemos derivar un factor común denominador: la absoluta y completa falta de planificación, a la que también hemos llamado “desplanificación” y que, igualmente, siguiendo el refrán popular, podríamos referir como “poner la carreta por delante de los bueyes”. Una costumbre muy seriamente arraigada en nuestra cultura desplanificada.

Cuando analizados todos esos temas en que hemos cometido errores sustanciales que nos conducen a proyectos muy caros y que, a su vez, implican un gran sacrificio ambiental, vemos que el elemento fundamental ha sido la falta de planificación estratégica. Como hemos mencionado hasta la insistencia, esta forma de hacer las cosas es lo que nos tiene, como país, en una condición de crisis en muchos campos, que no solo se limitan al tema ambiental.

Por eso, al analizar la herencia que le vamos a dejar a nuestros niños y jóvenes y a las generaciones futuras, la conclusión a que llegamos es que es urgente hacer un profundo cambio de rumbo, y enderezar nuestro modelo de desarrollo hacia un sistema sustentado en la planificación estratégica. 

Nos urge organizar todas nuestras actividades dentro de un marco de planificación con visión de país y no limitado a una visión de corto plazo, como la que se establece cuando se realiza un “Plan Nacional de Desarrollo”.

Instrumentos: es claro que no basta con solo mencionar el problema y señalar que hay que realizar un cambio de rumbo. Necesitamos establecer las acciones necesarias para concretar ese redireccionamiento. Y para ello, no necesitamos “inventar el agua tibia”, pues ya hay muchos ejemplos en el mundo que nos muestran qué camino debemos seguir y cómo podemos ir corrigiendo, desde la raíz, la urgente necesidad de establecer soluciones graduales que nos permitan enderezar el camino. 

Uno de esos instrumentos, lo hemos mencionado reiteradamente, tiene que ver con la forma en que tomamos las decisiones estratégicas en nuestro país. Se trata de implementar la denominada Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) fundamentada en tres principios fundamentales: Transparencia, Información y Participación. En términos simples, significa abrir los espacios de discusión y análisis de decisiones estratégicas sobre el desarrollo del país en diversos campos, a la sociedad representada por sus diferentes sectores. Agregaríamos, además, que, bajo un norte común, es la visión país. 

Hasta ahora la práctica común de tomar decisiones estratégicas, en casi todos los campos, es todo lo contrario, pues por lo general, dichas decisiones se toman por un grupo de técnicos o políticos (o ambos) “muy cerrado” y con una visión estrecha, de corto plazo, dirigida a “solucionar” un tema coyuntural. 

De esa forma, el “país avanza” en apariencia, pero en la realidad lo que sucede es que retrocede o se entraba, haciendo que cada vez sea más difícil que los problemas, incluso los más simples, se puedan solucionar.

Es hora de cambiar el modelo de toma de decisiones estratégicas sobre el desarrollo de nuestro país. Es hora de abrir espacios de diálogo abierto a todos los sectores, para que toda la sociedad, debidamente representada, pueda discutir de forma activa y proactiva los problemas y buscar soluciones equilibradas y balanceadas a los mismos.

Luz: somos optimistas al ver que ya tenemos “una luz al final del túnel”. Desde junio del 2017, la Contraloría General de la República le ordenó el Poder Ejecutivo que para este año 2018 debería establecer la normativa para realizar la EAE de políticas, planes y programas (de desarrollo) dentro del marco regulatorio establecido desde el año 2004 por el Reglamento General de Evaluación de Impacto Ambiental vigente en nuestro país.

Aunque se trata de solo el principio, tenemos la positiva esperanza de que nuestras autoridades de gobierno puedan establecer “reglas del juego” claras y objetivas, que permitan a nuestra sociedad tomar las riendas de su futuro y, con visión de país, corregir el rumbo y dejar una mejor herencia colectiva a nuestros niños, jóvenes y las generaciones futuras que todavía aún no han nacido.

Como hemos mencionado, la Mesa de Diálogo establecida en el 2017 para analizar la seria problemática del régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la CCSS es un buen ejemplo a seguir para la EAE del desarrollo del país. 

Tenemos que tener claro que solo con diálogo abierto y transparente, entre todos los sectores, será posible encontrar las soluciones a los grandes problemas y retos que tenemos que afrontar no solo en la actualidad, sino en nuestro futuro. Por eso nos urge el cambio, pues es la única vía segura para dejar una buena herencia colectiva a las generaciones que nos sucederán.

Las verdaderas tareas ambientales de la UCR

A propósito de la “forma” de conmemorar el Dia Mundial del Ambiente (5 de junio) en la UCR, y de alguna serie de objeciones que se plantearon a ese “acto simbólico”, respecto a su verdadera efectividad en “hacer conciencia” ambiental a la comunidad universitaria y al público en general, se hace obligatorio plantear, de forma proactiva, algunos puntos concretos sobre “qué puede hacer la UCR por el ambiente”. Veamos:

1.     Quebrada Los Negritos: es una absoluta vergüenza que este curso de agua contaminado atraviese el Campus y que, por tantos años, todavía la UCR no haya hecho nada. Es claro que no toda la contaminación proviene de la UCR, pero, como parte de una acción conjunta con la Municipalidad y otras instituciones, desde hace tiempo, debería estar en ejecución un plan de saneamiento ambiental.

2.     Más árboles y zonas verdes, y menos construcciones horizontales. Lo planteamos hace algún tiempo a propósito del tema de la construcción de la Facultad de Odontología en la Finca Tres (“La UCR debe dar el mejor ejemplo”, Página Abierta del Diario Extra, 14/02/2017). No se trata de un “lujo”, es una necesidad ambiental urgente. Los estudios hidrogeológicos que hemos realizado para Montes de Oca muestran que todo el cantón es un área de recarga acuífera y que bajo el mismo se encuentran al menos dos acuíferos importantes. En los distritos de Mercedes, Sabanilla y San Pedro el modelo de construcciones horizontales, con muy pocas áreas verdes, y este ha sido el modelo urbano incorrecto. La impermeabilización de los terrenos genera un muy serio desbalance hídrico en materia de aguas subterráneas y un exceso de aguas de escorrentía que saturan las quebradas y aumentan la amenaza a inundaciones. En esto, como lo hemos reiterado, se debe dar ejemplo y no lo contrario, como hace la UCR. Debe tenerse un plan ambiental de desarrollo urbano para todas las propiedades y debe mantenerse una línea clara: la sustentabilidad ambiental y no la consecución de nuevas construcciones antiecológicas y no sostenibles ambientalmente. Se requiere todo un plan de renovación urbana ambientalmente sustentable, extensivo a todo el cantón de Montes de Oca.

3.     Menos papel y más uso del sistema digital: aunque hay que reconocer que se ha hecho un esfuerzo, todavía se siguen gastando miles de resmas de papel por año. Doce resmas representan un árbol (cultivado o no), por lo que la UCR implica el sacrificio de muchos árboles anualmente. Todavía muchas circulares, oficios y memorándums se entregan en papel; esto sin contar las tintas y la energía que se consume. La UCR debe dar ejemplo con el más bajo consumo de papel posible y en la máxima tecnificación digital.

4.     Huella de carbono y Carbono Neutralidad: nuestra alma máter debe ser líder en esta materia. Nuestras instalaciones producen emisiones que no son compensadas. Seguimos contribuyendo con la contaminación atmosférica y con el Cambio Climático. Debemos y podemos tomar medidas con el uso de paneles solares y el uso de biodiesel y otros biocombustibles en los medios de trasporte de la UCR, la cual debería plantearse la meta de Carbono Neutralidad en el menor plazo posible.

5.     Y la más importante: crear una verdadera y efectiva tarea de extensión social haciendo conciencia ambiental sobre la aplicación de las verdaderas medidas que se requieren para enfrentar los retos que afronta nuestra Ecosfera terrestre, particularmente en Centroamérica y Costa Rica. Ordenamiento Ambiental del Territorio, Planificación Estratégica y estrictas acciones en la prevención, corrección y control de la contaminación en todas sus manifestaciones son las claves de esa gestión ambiental verdadera. Como hemos dicho, revalorar, reutilizar, reciclar residuos y ahorrar energía y agua ayudan, pero no son suficientes. Son más un placebo para no sentirnos mal con nosotros mismos y la sociedad.

6.     Ser mucho más proactivos y autocríticos en defensa del ambiente. La UCR, como miembro del Conare y por medio de esta, en la Comisión Plenaria de la Setena, no puede seguir siendo cómplice de que se siga haciendo una ineficiente EIA (evaluación de impacto ambiental) en el país y alcahuetear que, en vez de avanzar, retrocedamos. Lo mismo en EAE (evaluación ambiental estratégica) tanto de políticas, planes y programas, como en materia de Ordenamiento Ambiental del Territorio, donde ProDUS-UCR se ha convertido en su peor enemigo, arrastrando consigo, por muchos años, a varias municipalidades que han invertido cientos de millones en planes reguladores que tienen años de esperar y que tienen poca expectativa de ver la luz algún día. ¿Se habrá transformado la UCR en una “estafadora” de municipios en materia de planes reguladores? El tiempo o las demandas nos lo dirán.

Muchas comunidades añoran la época en la que el Consejo Universitario creaba comisiones para examinar megaproyectos sumamente cuestionables como el proyecto minero Crucitas, el PH Diquís o el acueducto Coco-Ocotal en Sardinal. Otros megaproyectos han visto el día, tan cuestionables como los anteriores, sin que el Consejo Universitario considere en lo más mínimo necesario alzar la voz.

Probablemente, hay mucho más que decir. Estoy seguro de que, con la riqueza intelectual que tenemos en la UCR, habrá más propuestas. Aquí presentamos algunas de las más urgentes. Tienen la palabra nuestras autoridades y comunidad universitarias.

Ruta 32: ¿problemas o soluciones duraderas?

Los recientes problemas ocurridos en la Ruta 32 que atraviesa el Parque Nacional Braulio Carrillo y que, son recurrentes y en incremento, año con año, requieren de una solución permanente y realmente sustentable en el tiempo. Pero, no repitiendo errores del pasado. Por eso es relevante considerar algunos temas importantes como fundamento y desde la perspectiva ambiental.

 

Errores del pasado: por un asunto no del todo claro, el diseño original de la carretera, que contemplaba no solo el Túnel del Zurquí, sino varios, terminó como una carretera de montaña con taludes de corte, de muy alta pendiente y, además, con un serio agravante de Geoaptitud del Terreno, en razón de que se trata de formaciones geológicas (volcánicas) muy vulnerables a los procesos de desestabilización y a producir deslizamientos o desprendimientos de material. Si aunado a esto, sumamos el hecho de que se trata de una zona caracterizada por las altas precipitaciones pluviales, tenemos el resultado lógico: una carretera muy peligrosa, dada la frecuencia con que ocurren deslizamientos.

 

De esta forma, esta carretera se vuelve a convertir en un claro ejemplo de un serio problema que tenemos en nuestro país y es la forma en que resolvemos las cosas: casi siempre, sino siempre, sin Planificación Estratégica y más bien, “a la carrera”, para resolver el “problema de momento”. Esta forma de “poner parches” nos sale muy cara como país, pues confirma la regla general de economía ambiental de que “es ocho veces más caro corregir que prevenir”. 

 

En el caso de la Ruta 32 no tenemos el registro actualizado de cuánto ha costado el trabajo de mantenimiento y limpieza de deslizamientos durante los últimos 40 años, pero estamos seguros que ha sido muy alto (los efectos recientes tienen un costo de cerca de $7 millones). Costo al cual habría que sumar la pérdida de tiempo de todos los usuarios por el cierre de la vía. Esto sin contar la dolorosa pérdida de vidas que se han dado.

 

Como podemos ver, tenemos un problema de 40 años todavía no resuelto y el cual nos sirve para dos cosas fundamentales: a) para hacer el esfuerzo de no repetirlo a futuro con otras obras y b) para atenderlo y resolverlo de forma integral, como sociedad.

Parque Nacional: pero la situación no se queda allí, la carretera atraviesa, en un buen tramo, el Parque Nacional Braulio Carrillo, al cual literalmente lo parte en dos, pues los efectos ambientales de la vía no solo se dan en la carretera misma, sino que los impactos ambientales, como el ruido, las vibraciones y las emisiones, por mencionar las principales, se detectan hasta un kilómetro a ambos lados de la misma. A esto se suma el grave hecho de que la obra no contempla medidas para prevenir el atropello de la fauna silvestre que la cruza, por lo que el efecto ambiental negativo hacia el Parque, es claro, evidente y latente.

 

Este importante tema, no puede dejarse de lado al momento de plantear soluciones integrales y requiere de una posición objetiva y realista por parte de los grupos ambientales. Esto, por cuanto defender a ultranza el que no se intervenga la carretera dado que se trata de un Parque Nacional, en este caso específico, requiere ser considerado cuidadosamente, pues se hace necesario, por el bienestar general y también por la salud ambiental del Parque Nacional, lograr una solución equilibrada y sustentable.

 

Herramientas de trabajo: a pesar de que muchos piensan que nuestro país es complicado para lograr soluciones rápidas a los grandes problemas que enfrentamos, la verdad es que tenemos en nuestras manos herramientas que nos permiten lograrlo. Lo malo es que no las utilizamos, y preferimos tomar un camino que, aunque el principio parece ser el más corto y rápido, al final termina complicándose tanto que se transforma un verdadero viacrucis que nunca termina. Tenemos muchos ejemplos de eso en el tema de carreteras: Ruta 27, “nueva” Carretera a San Carlos, ampliación de la Ruta 32, Carretera San José - San Ramón, por mencionar solo algunas.

 

En todos estos casos el común denominador del “error cometido” ha sido que la decisión estratégica sobre el proyecto en cuestión se toma de “forma cerrada” y prácticamente se impone a la sociedad. Por lo general, cuando esto sucede, se abre el espacio para que exista protesta y hasta judicialización de los procesos, con lo cual “la solución rápida” termina convirtiéndose en la solución más compleja y lenta que nos podemos imaginar.

 

Por eso la solución es hacer lo contrario, es decir, aplicar los principios de transparencia, información y participación de previo a tomar la decisión estratégica. Eso implica aplicar las reglas de la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) como base para generar la solución integral al problema planteado. Cabe destacar que en nuestro país tenemos normado el tema de la EAE desde el año 2004, y que el año pasado la Contraloría General de la República le ordenó al Poder Ejecutivo que emitiera la normativa para que este importante instrumento de decisión estratégica participativo fuera reglamentado. Algo que, esperamos, nuestras nuevas autoridades puedan hacer en el menor plazo posible.

 

EAE de la Ruta 32: a diferencia de la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), la EAE se puede realizar de forma muy rápida (en pocos meses) y no requiere de detallados estudios técnicos previos. Requiere de la participación de los diversos sectores de la sociedad (institucionales, empresarios, ambientalistas, etc.) para discutir todos los pros y contras de las diferentes alternativas de solución, a fin de llegar a un punto de equilibrio que permita proponer una solución integral. Solución que se acompaña de las salvaguardas correspondientes. Una vez establecida la propuesta de solución se procede a generar la decisión estratégica correspondiente, que puede ir desde un proyecto de ley hasta un decreto ejecutivo o directriz, según sea el caso.

 

La solución integral al tema de la Ruta 32 que atraviesa el Parque Nacional Braulio Carrillo requiere de una EAE rápida y participativa. Que la sociedad costarricense, por medio de sus representantes, discuta y, constructivamente, plantee una solución integral. Es posible realizarlo en poco tiempo y lo único que se requiere es de la voluntad política de nuestras autoridades gubernamentales. De nuestra parte, cuentan con todo nuestro apoyo.

 

Visión país: así como en el tema de la Ruta 32 hay otros “problemas” que requieren de este tipo de ejercicio democrático de participación de la sociedad en la construcción conjunta de soluciones integrales. Solo así podremos avanzar como país, con una visión amplia que contemple la sustentabilidad socioambiental de nuestra nación y su desarrollo futuro. No solo pensando en las generaciones presentes, sino en las futuras.  

Abrir los espacios para buscar soluciones integrales y correctas decisiones estratégicas es un cambio fundamental que requiere nuestro país, para corregir el errático rumbo que ha seguido durante las últimas décadas. Es hora de que abramos el espacio al progreso y al desarrollo sustentable de largo plazo. Todos los costarricenses lo merecemos.

Lo que le debemos al ambiente

Cuando pensamos en el Ambiente, evocamos imágenes de bosques, ríos limpios y costas bañadas por un mar azul, todo lleno de vida. Eso es natural, pues nosotros formamos parte de esa Ecosfera terrestre que es la que nos da la vida, como a todos los demás organismos, y, además, nos la sostiene. Estamos tan acostumbrados a que la Ecosfera nos soporte que hemos perdido la perspectiva del severo daño que la humanidad le ha infringido.

 

Para los que no lo saben, la Ecosfera terrestre, que combina la Atmósfera, la Hidrósfera, la Biosfera y la parte más superior de la Corteza Terrestre, principalmente el suelo, es un ser vivo y evoluciona. Se originó poco después de la formación del planeta Tierra y tiene cerca de 4 mil millones de años de existencia. Su principal esencia es la vida, en todas sus manifestaciones, así como su continua evolución.

 

Los estudios astronómicos de la Nasa, durante los últimos años, nos muestran cada vez más el enorme valor que tiene nuestro Ecosfera, pues entre más se escudriña el Universo menos se encuentran planetas con una Ecosfera como la Tierra. Recibimos y vivimos en una verdadera joya de vida del Universo. Algo que muchos no han comprendido.

 

Deterioro: pero la humanidad que al principio convivía en esa Ecosfera, como un organismo más, sin generarle un daño significativo, al menos hasta hace 200 años, se ha convertido en su peor enemigo. A partir del año 1800 la población humana empezó un crecimiento exponencial, y en tan solo 250 años vamos a pasar de un mil millones a cerca de 10.000 millones de personas en el 2050.

 

El sistema económico que se desarrolló para sostener esa creciente población se convirtió en un ente altamente depredador del ambiente, basándose en una premisa falsa: “que la Ecosfera es suficiente, se regenera y alcanza para seguir creciendo”. Algo que todavía muchos siguen creyendo, pues les genera ganancias a corto plazo, sin medir las consecuencias negativas de mediano y largo plazo.

 

Pero ahora, ya entrada en el siglo XXI, nuestra generación está viendo el principio de todas esas consecuencias: Cambio Climático, contaminación de suelos, ríos y acuíferos, mares contaminados y sobreexplotados, deforestación de selvas tropicales, rápida extinción de especies y, en general, acelerado deterioro de la Ecosfera terrestre. Tanto, que, para marzo del 2015, a nivel global, alcanzamos el límite de capacidad de resiliencia de todos los biomas terrestres, haciendo que la humanidad esté viviendo, desde el punto de vista ecológico, en números rojos. Algunos países más que otros, de allí que, para habitantes de países como Costa Rica, nos parece que eso es una “exageración” alarmista de los ecologistas, empero, es la triste y cruda realidad.

Nos encontramos en el Antropoceno, un periodo geológico nuevo, y sumamente vergonzoso, pues iniciado en 1945 (con la primera explosión nuclear), representa el tiempo en que la humanidad ha generado un gran daño a la Ecosfera, tanto que nos encontramos dentro de la Sexta Gran Extinción Masiva de Especies. La primera provocada de forma “artificial” por un organismo vivo del mismo plantea Tierra (nosotros, los humanos). Algo que debería llevarnos a reflexionar y a buscar medidas para frenar el gran daño que, como humanos, estamos haciendo a la Ecosfera planetaria.

 

Esperanza: en medio de todo ese escenario ecológicamente dramático, todavía hay esperanza. Nuestras nuevas generaciones miran al ambiente con más respeto y muestran preocupación por su cuidado. Ya es un principio. Pero el cuidar el agua, controlar las emisiones, ahorrar energía y reciclar los residuos, aunque son buenas acciones, no son suficientes; todavía tenemos que hacer más.

 

Las generaciones más maduras, en particular aquellos que ostentan poder (político, económico, de información y educación), tenemos una enorme y urgente tarea: revertir el deterioro producido y empezar a trabajar por recomponer los daños. Es una tarea enorme, nuestro principal reto en el siglo XXI, pues parte de la base de introducir el Principio de Sustentabilidad Ambiental (“las actividades humanas, de cualquier tipo, deben ser ambientalmente sustentables en el tiempo, de una forma efectiva, de manera que se garantice el equilibrio ecológico sin efecto ambiental significativo, es decir, sin que el equilibrio natural sea alterado por encima de su capacidad de asimilación de carga ambiental adicional”) en todo nuestro quehacer, empezando por nuestro sistema económico.

 

En el caso de Costa Rica, como hemos insistido, las acciones concretas, son claras: a) ordenamiento ambiental del territorio, b) planificación estratégica, c) corrección y control estricto de la contaminación ambiental, d) promover el desarrollo sin sacrificio ambiental y e) proteger nuestra biodiversidad continental y marina. Nuestro país, puede llegar a ser, no solo una verdadera potencial mundial en la recuperación y sostenimiento de la biodiversidad, sino también un ejemplo para el mundo de cómo se revierte el daño a la Ecosfera terrestre. Se puede convertir en el país de la esperanza ecológica.

 

¿Cómo lograrlo?: primero necesitamos cobrar una clara conciencia de dónde estamos y para dónde vamos. Debemos pensar en colectivo, como país y con visión de futuro. Solo así podremos superar los problemas inmediatos y urgentes, que no nos dejan ver los verdaderos retos que tenemos en el futuro.

 

Tenemos una deuda con el Ambiente y nuestro único camino posible es trabajar por mejorarlo. Requerimos la participación de todos, desde las autoridades políticas superiores, que deben tener la visión y la voluntad de orientar nuestro desarrollo en un marco de verdadera sustentabilidad socioambiental. Todos los ciudadanos podemos poner nuestro “grano de arena”, pero nuestra principal tarea es ser vigilantes y estar atentos para que no nos alejemos del camino de esperanza que debemos dejar a las generaciones futuras. Todavía hay algo de tiempo, y no debemos desperdiciarlo más.