Septiembre 3, 2023 4:25 am
Durante varios días, en el trascurrir de la segunda quincena de julio del 2023, se ha dado un evento de desastre en la zona de Aguas Zarcas de San Carlos. El domingo 23 de julio tuvo lugar un importante evento de flujo que provocó severos daños a construcciones existentes y localizadas en las cercanías del río Aguas Zarcas. Dichosamente y gracias a la intervención de vecinos valientes no estamos lamentando la pérdida de vidas humanas.
La situación acaecida y aún en desarrollo, mientras escribimos este artículo de opinión, no debe dejarse pasar como una serie de noticias de emergencia que, al paso de algunos días, se vuelve una anécdota trágica que poco a poco va quedando en el olvido. Es muy importante, resumir las lecciones aprendidas y los alcances de lo sucedido, visto con una perspectiva positiva de corrección, autocritica y planteamiento objetivo de mejora.
Con el avance de los efectos de la Crisis Climática este tipo de situaciones van seguir sucediendo con más frecuencia y, desafortunadamente, con más intensidad. Por eso, debemos prepararnos y tomar las medidas correctivas necesarias.
Aguas Zarcas y su condición de riesgo: para comprender bien la situación de riesgo en que se encuentra la ciudad de Aguas Zarcas se hace necesario aprender lo que es un abanico aluvial. Esto, porque la ciudad se encuentra sobre este tipo de cuerpo sedimentario que puede tener varios kilómetros cuadrados y que se desarrolla cuando un río sale de una zona montañosa importante.
Con el cambio de pendiente, el río que sale de la zona montañosa, pierde energía y entonces descarga gran parte del sedimento que ha arrastrado de la zona alta. Ese sedimento está conformado por grandes bloques de roca (de varias toneladas), troncos de árboles, así como grava, arena y lodo.
En el abanico aluvial, es natural que el río principal se divida en varios ríos secundarios que, más adelante, se vuelven a unir nuevamente o en su defecto desembocan en un río más grande.
El abanico aluvial es una megaestructura sedimentaria que se desarrolla en el pie de monte de una gran montaña o cadena montañosa. Es una estructura algo más elevada que la llanura aluvial y de allí que por esa condición y la presencia de agua (ríos) se haya seleccionado como sitios para fundar poblados.
Además de Aguas Zarcas, muchas ciudades en nuestro país se disponen sobre abanicos aluviales: San Isidro de Pérez Zeledón, Ciudad Quesada, Turrialba, Escazú, Santa Ana, Aserrí, Desamparados, Alajuelita y otras más, son ejemplos de esta situación.
Así, los abanicos son sitios de depositación de sedimentos que provienen de la montaña. Esa es su naturaleza. Los sedimentos cuando se depositan lo hacen en la forma de lóbulos sedimentarios que desbordan el cauce y se extienden por sus zonas aledañas. En los abanicos aluviales también es natural que, bajo determinadas condiciones, algún cauce fluvial se puede desactivar y cambia hacia otro cauce fluvial nuevo dentro del mismo abanico. Esto puede suceder de la noche a la mañana.
Cuando en la zona de montaña que alimenta el abanico aluvial ocurre un evento de deslizamiento, como en el caso del evento de Aguas Zarcas, es de esperar que el río sea el encargado de transportar todo ese sedimento desprendido, incluyendo lo árboles, hacia el abanico aluvial hasta que nuevamente se alcance la condición de equilibrio.
Debido a que la Crisis Climática acelera el fenómeno del ascenso del nivel del mar, el perfil de equilibrio del río se eleva, y eso hace que el abanico aluvial tenga más capacidad para acumular sedimento que transporta el río. Y si, eso puede suceder, aunque el abanico aluvial como el de Aguas Zarcas se encuentre a muchos kilómetros de la costa. Así es la naturaleza.
Todo esto que señalamos es un asunto de Sedimentología, es decir, la ciencia que estudia el origen, el movimiento y la acumulación de los sedimentos en la naturaleza. Y bueno, todo esto lo que nos dice es que Aguas Zarcas, es un sitio de alta a muy alta amenaza a eventos de sedimentación. De allí que afirmemos que la Ciudad se localiza en un área de alto a muy alto riesgo y que, por eso, es indispensable que la comunidad aprenda a convivir con el riesgo y adaptarse a esta situación.
Laderas inestables y deslizamientos en las zonas de montaña: por la información que se ha compilado por diversas fuentes, incluyendo la CNE, en la parte alta de la cuenca del río Aguas Zarcas, dentro del Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco, se produjo la inestabilización de parte de una ladera con un área aproximada de 40 hectáreas. De esta masa inestabilizada se han desprendido deslizamientos que se movilizaron hacia el cauce del río Aguas Zarcas, los cuales originaron la serie de flujos que descendieron, y todavía siguen descendiendo, hacia Aguas Zarcas.
La causa de la inestabilidad de la ladera es fácil de deducir pues tiene que ver con un tema de fragilidad ambiental por Geoaptitud del terreno. Son varios los factores tales como la presencia de una fuerte pendiente, la existencia de un suelo arcilloso espeso, una formación geológica volcánica meteorizada y fracturada, baja consistencia de los materiales y además una alta porosidad / permeabilidad aparente que hace que absorba mucha agua de lluvia hasta la saturación.
Ante esta situación y pese a la existencia de un bosque primario sobre el terreno, un pequeño evento sísmico o simplemente el peso del material fue suficiente para producir la inestabilidad del terreno y producir su desprendimiento. Es un verdadero desastre de la naturaleza, pues también debió darse la muerte de un sinnúmero de animales que vivían en ese bosque que colapsó ante un suelo inestable.
Identificar las laderas inestables es posible, pronosticar cuándo, cómo y de qué extensión será el deslizamiento no es posible todavía. Empero, en gestión preventiva del riesgo, la identificación de las laderas inestables es útil para determinar el potencial de amenaza que implican y la condición de riesgo a que quedan expuestas las actividades humanas, incluyendo las construcciones en sitios topográficamente más bajos. Algo que es parte del ordenamiento y la planificación territorial y que, en el caso de Aguas Zarcas no se ha realizado, como tampoco se ha realizado en gran parte del país.
Derivamos así una gran enseñanza con lo sucedido en Aguas Zarcas y que podemos extrapolar a otras regiones del país, como por ejemplo en la Gran Área Metropolitana (GAM), donde todavía se siguen urbanizando las zonas de montaña del sur y del norte del Valle Central. También se trata de laderas inestables que son vulnerables a los deslizamientos. Solo basta imaginarse que hubiera pasado si esas 40 hectáreas que se deslizaron en la zona de Aguas Zarcas hubieran estado urbanizadas como en la GAM. Podría convertirse en un verdadero y terrible desastre.
Algo que debería hacernos meditar muy seriamente, en particular cuando en este momento el MINAE está planteando la reforma del decreto ejecutivo que establece la metodología para integrar la variable ambiental en los planes reguladores. Metodología que se denomina Índice de Fragilidad Ambiental (IFA) y que, cuando se aplica bien, pues ayudar a salvar vidas.
Acciones importantes de tomar: en primer lugar, se hace necesario que se tenga un mejor y mayor conocimiento de la situación geológica ambiental del territorio. Esto, por parte de todas las autoridades, principalmente del gobierno local y la misma CNE. El conocimiento correcto de la fenomenología que está involucrada permite tomar decisiones de prevención y mitigación apropiadas.
Esa información se obtiene por medio de estudios técnicos ambientales como los de IFA que se realizan para el plan regulador, tal y como está establecido en la actual normativa que rige en el país.
Aunque le mejor solución técnica sería cambiar la ubicación de Aguas Zarcas para que no quede tan expuesto a eventos de evolución natural del abanico aluvial, al menos se hace necesario establecer un ordenamiento ambiental del terreno de Aguas Zarcas para evitar que se desarrollen construcciones en los sitios de mayor amenaza. Algo que es objetivo del Plan Regulador.
Se requiere, además, el establecimiento de medidas de aumento de resiliencia (humana y de infraestructura) y el desarrollo de seguros paramétricos y de riesgo para evitar que los damnificados pierdan todo lo que tienen. La construcción de diques en un abanico aluvial no implica una solución apropiada y racional. La fuerza de los flujos, como hemos visto, podría destruir un dique con mucha facilidad. Es mucho mejor invertir en un plan regulador bien elaborado y en tomar medidas correctas para las construcciones de alto y muy alto riesgo, como planes de emergencia y sistemas de alerta temprana.
Al respecto, tenemos años de insistir de que el país necesita una Ley de Resiliencia contra Desastres. Algo que se hace cada día más urgente ante los embates de la Crisis Climática y del deterioro de la Ecosfera terrestre.
Las lecciones del evento de Aguas Zarcas son muchas y nos recuerdan, como los eventos de Quebrada Lajas de Escazú, donde perdieron la vida 24 personas, que podemos hacer mucho en materia de gestión preventiva del riesgo y que debemos actuar lo antes posible, para evitar que los desastres sean cada vez más lamentables.
Limitarnos a atender el desastre una vez que ha ocurrido, no es suficiente. Tenemos que actuar de forma más preventiva. Nuestra responsabilidad principal debe ser la realización de un correcto y efectivo ordenamiento ambiental del territorio y su eficiente planificación. No hacerlo tendrá consecuencias cada vez más serias y lamentables.
(*) El autor es Geólogo Ambiental, especialista en Sedimentología y Doctor en Ciencias Naturales. (a.astorga.g@gmail.com)