No es el título de una película de ciencia ficción: es una realidad. El último informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del mes de marzo del 2019 (“Perspectivas del Medio Ambiente Mundial) así lo señala. El asunto es muy serio y requiere de “ponernos serios” para atenderlo, con la mayor prioridad. Ya casi no queda tiempo para hacer algo. Y no se trata de nosotros, las generaciones actuales, sino del futuro de nuestros niños y jóvenes e, incluso, de los que aún no nacen. Tenemos que hacer un cambio efectivo y real. No podemos perder más el tiempo.
Ecosfera en peligro: como hemos dicho antes (ver www.allan-astorga.com), la Ecosfera es una zona muy delgada (200 metros máximo) que cubre la corteza terrestre y que interactúa con la atmósfera, tanto continental como oceánica que es donde se ha desarrollado y evolucionado la vida en el planeta, durante los últimos 4 mil millones de años. Por otras características geográficas y climáticas se divide en Biomas. La Ecosfera terrestre es la responsable de mantenernos con alimentos y con oxígeno, además de atrapar el carbono y salvaguardar la biodiversidad. Sin una Ecosfera sana, tanto continental, como marina, la humanidad la pasaría muy mal. Es como si en una nave espacial, el invernadero que produce alimento y aire, de pronto ya no pudiera hacerlo. Las esperanzas de vida de los tripulantes de la nave serían muy reducidas. Así de serio es el asunto.
Extinciones previas: el registro geológico nos muestra que hasta ahora han ocurrido cinco grandes extinciones masivas en la Ecosfera terrestre. Han sido devastadoras, unas más que otras. A pesar de eso, la vida ha sobrevivido en el planeta, empero, han sido otras formas de vida y la recuperación completa de la Ecosfera se mide en tiempo geológico, es decir, en millones de años.
Sexta gran extinción: desde que se inició la era industrial cerca del año 1800, con el crecimiento exponencial de la población humana, también ha sido exponencial el grado de extinción de especies en la naturaleza. Hemos llegado a un nivel tal, que ya la ONU ha ratificado que nos encontramos dentro de la sexta gran extinción masiva de especies. La diferencia de esta extinción, respecto a las cinco anteriores, es que no tiene causas “naturales”, sino que se debe la especie humana y su economía depredadora, que ha sobreexplotado los recursos de la Ecosfera hasta su límite crítico.
Perspectiva futura: los problemas que enfrentará la humanidad en los próximos 30 años son muy serios y graves. No solo van a ser los efectos del Cambio Climático, a ellos se suma, la pérdida de suelo fértil con la consecuente pérdida de producción de alimentos, la pérdida de biodiversidad, la contaminación severa de los océanos y consecuentemente, su incapacidad para aportar a la humanidad alimentos.
De no hacerse los cambios necesarios ya, para el año 2050 (como máximo) alcanzaremos un punto de no retorno, es decir, en donde por más esfuerzos que se haga, ya va a ser muy tarde. La humanidad entera conformaría una especie más que entraría en extinción, como parte de la extinción que ella misma ha provocado. Las proyecciones son tan graves, en tantos campos, que por donde quiera que se vea, causa preocupación: se darían grandes desplazamientos de miles de millones de personas, los territorios que hoy tienen bosques, serán desiertos, el agua faltará a miles de personas y se desarrollarán nuevas enfermedades provocadas por superbacterias que afectarán la salud de las personas. Esto, solo por mencionar algunas de las muchas proyecciones apocalípticas de nuestro fin como civilización y como especie. Si a esto le sumamos los desastres provocados por Georiesgos, el panorama no es nada halagador, todo lo contrario, es sumamente preocupante.
Para los que consideren que la tecnología sería la solución, desafortunadamente, nuestro problema es tan enorme, que no va ser posible que todo se resuelva, con solo aplicar tecnología sofisticada. Más bien esa tecnología servirá a los países más ricos para tratar de sobrevivir, y para controlar la inmigración de las zonas del mundo más afectada. Por eso, es que la solución es aplicar esa tecnología, desde ahora, pero de manera intensa y rápido. No hay tiempo de espera.
Camino a seguir: además de las acciones que se están realizando para la descarbonización de la economía y las cuales, se deben acelerar aún más; urge tomar acciones concretas para salvar la Ecosfera terrestre. La primera gran tarea tiene que ver con la realización de un efectivo Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT) que permita realizar una correcta planificación territorial. Urge delimitar con verdadero criterio científico, las zonas urbanas, las zonas agrícolas y las zonas de bosques para protección de la naturaleza y la biodiversidad. Necesitamos ciudades resilientes (ante los efectos del cambio climático y los Georiesgos) y ecológicas. Las zonas agrícolas requerimos reforestación estratégica y agricultura y ganadería regenerativa. Necesitamos reforestar y proteger las áreas de bosques y crear más áreas de conservación.
Los mares deben liberarse de los desechos y vertidos. Debe resguardarse de la sobreexplotación pesquera y tienen que administrarse como un recurso vital para la salvación de la humanidad.
Poder de uno: es comprensible que todos nos sintamos impotentes ante este tipo de noticias. La mayoría hace su esfuerzo individual, y trata de cuidar el ambiente: ahorrando agua, energía, reciclando, etc. Todo eso es útil. Pero también podemos incidir de otra manera: tenemos que elegir autoridades políticas (en las municipalidades, en congreso, en el Poder Ejecutivo) que realmente tomen estas tareas en serio y que asuman verdaderos compromisos de atender la tarea más prioritaria que tiene la humanidad: la salvación de su especie por medio de la salvación de la Ecosfera terrestre, nuestra casa común.
No hay tiempo que perder. Se requieren acciones rápidas y concretas.